Espías en shorts de tenis
EE.UU. echa a los rusos de dos mansiones en Nueva York y Maryland
Un refugio de fin de semana para Moscú; un nido de espías para Washington. En el paquete de castigo a Rusia por sus ciberataques, la Administración Obama ha ordenado el cierre de dos mansiones en Nueva York y Maryland, propiedad del Gobierno ruso desde hace decenios, que define como “complejos” utilizados para actividades de espionaje. La versión rusa es mucho más inocente: se trata de simples “dachas” donde sus diplomáticos jugaban a tenis, navegaban y descansaban del ajetreo político.
El complejo de Maryland es una finca de 18 hectáreas en el pueblo de Centreville, a hora y media en coche de Washington. Ubicado frente al río, fue propiedad de John J. Raskob, directivo de General Motors que financió la construcción del Empire State Building. La URSS la compró en 1972, buscando un lugar de descanso para sus diplomáticos. Había dos mansiones, con 33 habitaciones, 13 chimeneas, una caja fuerte refrigerada para pieles y una bodega con capacidad para 3.000 botellas de vino. El diario local informó de los temores de los vecinos a que submarinos rusos empezaran a merodear por la bahía. Al parecer, las fiestas y los regalos de caviar y vodka pronto les ablandaron.
En 1987, un periodista del Star Democrat visitó la propiedad. Oleg Sokolov, diplomático de la embajada rusa en Washington, le paseó por las canchas de tenis y fútbol, las piscinas, el muelle y los bungalows. “Aquí no tenemos nada que ocultar”, dijo el diplomático, vestido con shorts de tenis. Se estaba entrenando para un partido contra el FMI.
En el 2007, el embajador ruso, Yuri Ushakov, concedió una entrevista a la revista Life en la residencia. “Llevamos una vida tan frenética en Washington que necesitamos un lugar donde escondernos”, contó la esposa del embajador, Svetlana. Desde entonces, el complejo ha pasado desapercibido. Hasta ayer. Los periodistas se encontraron allí con empleados del Departamento de Estado que impedían el paso.
Hay más dudas sobre cuál es el complejo de Nueva York del que Obama ha echado a los rusos, ya que Moscú tiene dos complejos para sus diplomáticos en la ONU.
Una de las fincas se llama Elmcroft y está ubicada en la localidad de Upper Brookville, en la bahía de Oyster, una zona de Long Island que se hizo famosa con El gran Gatsby, la novela de Scott Fitzgerald. La mansión principal tenía originalmente 27 habitaciones y 11 baños, construida por un empresario de Brooklyn que fabricaba maquinaria pesada y torpedos. Luego la compró un antiguo gobernador de Nueva York y en los años cincuenta fue adquirida por la URSS. Imágenes por satélite actuales de Elmcroft muestran una cancha de tenis, jardines, un campo de fútbol y una segunda mansión.
Otros medios, en cambio, aseguran que se trata de una finca de 15 hectáreas llamada Killenworth, situada en Glen Cove, en la costa norte de Long Island. Construida a principios del siglo XX, era propiedad de George Dupont Pratt, hijo del dueño de la petrolera Standard Oil. Adquirida por la URSS en los años cincuenta, ha sido objeto de polémicas diversas. En los años sesenta y setenta salió en la prensa porque los diplomáticos rusos estaban exentos de pagar el impuesto de propiedad, para fastidio del Ayuntamiento de Glen Cove.
La situación se puso más tensa en los ochenta, cuando la Administración Reagan acusó a la URSS de utilizar Killenworth para espiar las industrias de defensa y tecnología de Long Island. Durante dos años, se prohibió a los soviéticos utilizar las playas de Glen Cove, los campos de golf y las canchas de tenis.
Washington habla de complejos utilizados para espionaje; Moscú dice que son “dachas” para sus diplomáticos