Bigoteresa

CAMPOS. Han vuelto Las Campos (martes, Telecinco). Terelu Campos ha hecho de sí misma un espectáculo, que es la mejor garantía para tener trabajo el resto de su vida. No hay mejor manera de estar en televisión que hacer una buena interpretación de uno mismo. Tiene Terelu buenos maestros muy cerca, en el plató de Sálvame, programa en el que colabora (al que, por cierto, acaba de incorporarse la colega Laura Fa, a la que deseo la mejor suerte en esa jaula de fieras. O, mejor dicho: ¡fieras, cuidadito con Laura Fa, que tiene su peligro!). Terelu Campos ha sabido reinventarse como personaje televisivo, ha aprendido a teatralizar sus traumas íntimos (relacionados con su aspecto físico, su peso y sus penalidades amorosas) para darnos entretenimiento. Puede, eso sí, que acabe siendo diabética de tanto engullir churros y porras y dulces a carrillos batientes, o puede que acabe reventando. Las Campos, nuestras Kardashian de andar por Madrid, son ahora un espectáculo masivo que incluye a amigas maduras muy frivolonas y operadas, y el gran Bigote Arrocet, ahora Edmundo, que vive una segunda juventud junto a María Teresa Campos después de tantos decenios del “piticlin” del Un, dos, tres. Fascinante. Nadie es lo bastante maduro para no tener sueños, marcarse metas, meterse en líos y entregarse al espectáculo de la televisión. Separada la pareja Brangelina, nos queda por aquí la pareja Bigoteresa.

RE-RE. Acaba el año y el hámster sigue dando vueltas a lo loco, con detenciones y manifestaciones mediante. No nos falta entretenimiento.., pero sí información: veo el canal 3/24 y se (des)informa con profusión de las reacciones de líderes de todos los partidos independentistas acerca de la detención de un concejal de Vic por no haber acatado la obligación de declarar ante un tribunal (la Audiencia Nacional le requería por proponer desobedecer las leyes y sentencias españolas.., lo que no explica la noticia), pero no veo declaración alguna de partidos no independentistas. ¿Por qué? Se trata de una mala práctica periodística, de una burla de la pluralidad que todos reclamamos. Sabía que la libertad de expresión es la primera víctima de todas las guerras, pero veo que sucede lo propio en esta larvada guerra mediática de ideas acerca de las soberanías. ¡Y en mi televisión! El ciudadano catalán que paga una televisión pública –yo– tiene derecho a conocer todas las opiniones. Y se le defrauda. Como gozo en este rincón del privilegio de dar mi opinión, la doy: me gustaría un país en el que nadie jamás sea imputado por quemar una bandera o una fotografía, sea o no de persona coronada, un país en el que nadie jamás sea imputado por silbar un himno o un símbolo, sea el que sea. ¡Para eso están! Para ser denostados o aplaudidos, para que llores de amor o vomites de asco, según tus humores. Y para dejar descansar al hámster, tengo claro que bastaría acordar la ley Re-Re: Referéndum Reversible. Cada cinco años los catalanes votamos si estar o no en España. Si gana irnos, nos vamos.., y volvemos a votar a los cinco años, por si queremos volver. ¡Así, sí! ¡Democracia y feliz 2017!

El canal 3/24 comete una mala práctica periodística al burlar la pluralidad que todos reclamamos