La Vanguardia (1ª edición)

Una comedia monacal

El hasta ahora guionista de series Curro Velázquez cuenta para su primer largo con Elejalde, Alain Hernández y Langui

- FERNANDO GARCÍA Madrid

La síntesis entre rebeldía y disciplina es un cóctel efectivo para la resistenci­a ante lo adverso o lo injusto. Y, llevado con humor, puede funcionar como ariete narrativo de una comedia. Es lo que Curro Velázquez, curtido en el género como guionista y creador de series televisiva­s pero novel como director, busca lograr con la ayuda de Karra Elejalde, Alain Hernández, Tito Valverde y El Langui, entre otros, en su largometra­je Que baje Dios y lo vea: una película para todos los públicos en la que los novicios de un monasterio en quiebra se juegan su casa en un torneo de fútbol entre curas, la Champion Clerum, que por cierto no es un invento porque existe en la realidad. El rodaje, bajo producción de Morena Films, acaba de finalizar en Madrid. El estreno, después de verano.

El equipo recibe a La Vanguardia en el césped del Instituto de Secundaria de San Fernando, a las afueras de la capital española. Hace un frío considerab­le y ese parece haber sido uno de los escasos problemas durante la filmación, sobre todo cuando Elejalde pilló un fuerte resfriado durante las sesiones en Ciudad Rodrigo, donde él y los demás intérprete­s de los monjes de San Teodosio hubieron de trabajar en sandalias a un grado de temperatur­a.

Elejalde es en el filme el prior Jacinto Munilla, superior de una comunidad cuyo hogar en ruinas puede ser convertido en parador con la bendición del obispo, Tito Valverde. Como sacerdote de orden, el padre Munilla se aquieta en principio a lo que la autoridad mande. Pero en esto llega el díscolo Salva –misionero procedente de África al que han castigado por un choque con el Vaticano– y revolucion­a el convento.

“El padre Salva es irreverent­e; rebelde frente a la disciplina y la jerarquía”, explica Alain. Tanto es así que el personaje llega al monasterio con el machete que usaba en África, donde aparece en el filme sin necesidad de que el equipo viajara hasta allí gracias a la localizaci­ón de una finca en Vega del Henares que da el pego como paisaje de sabana .

Salva es también “un grano en el culo” del prior, añade Elejalde. Pero poco a poco “el rancio y carcamal de Munilla se contamina del rebelde y éste a su vez aprende de él que hasta para ser entrenador de fútbol es importante un cierto orden”.

Para animar el cotarro está el novicio Ramón, “el gamberro y repetidor al que la Teología no entra en la mollera”, describe su intérprete, El Langui. Y no falta el romance, que naturalmen­te ocurre entre un novicio, Simón (Joel Bosqued) y una joven, Sara (Macarena García).

El resultado que Velázquez persigue es “una comedia con gags y con emoción, entre la risa y la lagrimilla pero sin bajar el listón de la calidad”. El vehículo es un argumento común: el de un grupo de perdedores que se vienen arriba. Y la actividad en la que miden sus fuerzas es tan popular y universal como el deporte rey. Sólo que en el monasterio de San Teodosio “no juega al fútbol ni Dios”. Y el reto enfrenta a sus miembros con curas futboleros del Reino Unido, Francia y Alemania. La final se disputa en el Vaticano, cuyos jefes no ven mal la contienda. Es más: como el obispo proclama en uno de los diálogos, “el Papa Francisco apuesta por el fútbol para renovar la imagen de la Iglesia”.

El filme es una historia de humor y emoción sobre perdedores que se crecen en un torneo de fútbol entre monjes

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MANU TRILLO / MORENAFILM­S Karra Elejalde, con El Langui y Alain Hernández detrás (izquierda y derecha en la foto), durante el rodaje

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