Cuestión de espíritu personal
Apesar de contar con uno de los currículos más sólidos y polifacéticos de la escena música local desde hace más de cuarenta años, el barcelonés Jordi Sabatés siempre ha sido un brillante verso libre queriendo o sin quererlo. Su conocida preparación técnica, sabiduría enciclopédica y experiencia multiestilística confluyen en este Maverick, que deviene obra referencial de su poliédrica discografía ya que viene a ser un punto de encuentro de algunos de los mimbres sonoros de su pianística. Coherente con su manera de ser, pensar y estar –siempre independiente de modas, tendencias, presiones y mayorías de todo tipo–, Sabatés ofrece aquí una suerte de muestrario del estado actual de su arte, extensión natural de su espíritu personal.
De entrada, la lección musical que contiene Maverick es a piano solo. Lo cual es manjar de dioses,porque viene a ser un compendio de muchas y gloriosas cosas. En la casi veintena de cortes que encierra el álbum, todos estrenos absolutos aunque compuestos en diferentes momentos del pasado, destacan lo que Sabatés denomina ectoplasmas, que son breves piezas de no más de un par de minutos donde rinde tributo a algunos pianistas de la música negra. Junto a ellos una exposición de ideas y planteamientos–en forma de largos desarrollos, pinceladas, ideas que se recuperan o brisas reconfortantes– que arranca sobre todo de los contrastes, como el que contrapone piezas de una bellísima lírica con un infeccioso ragtime titulado Diamond Rag o un peculiar blues como el que da nombre al disco.