La Vanguardia (1ª edición)

¿Quién es Gündogan?

- David Carabén

Ilkay Gündogan es un futbolista alemán que Pep Guardiola fichó para el Manchester City este verano. Hace unos días, en un partido contra el Watford, se rompió el ligamento cruzado. Estará unos seis meses de baja. Por eso, en el último día de partido, en casa, contra el Arsenal, sus compañeros de equipo salieron al campo con unas camisetas con su nombre y el número 8, el de su dorsal, para que empezara la recuperaci­ón con ánimos. Unos minutos antes, en el túnel de vestuarios, Alexis Sánchez, el voluntario­so exdelanter­o chileno del Barça, actualment­e en las filas gunners, coincidió con su compañero de selección, el portero del City, Claudio Bravo. Un cámara registró el vídeo y el audio de este encuentro y la red va llena. “¿Quién es el ocho? ¿Un juvenil?”. Todo el mundo se ha sorprendid­o del desconocim­iento absoluto que demostraba Sánchez sobre la mera existencia de Gündogan. En esta era de la informació­n, en la que todos tenemos que saberlo todo de todo el mundo, el desinterés del “jugadoraso” por la competició­n en la que juega parecía más que aparente.

Pero, contrariam­ente a los tópicos, Alexis no es el primero ni el último Bartleby del mundo del deporte. Me refiero a los deportista­s que, como el personaje de Herman Melville, dimiten en mayor o menor grado de todo aquello que se supone que tendrían que hacer, saber o decir. En la oficina donde trabajaba, a cada instrucció­n que recibía de sus superiores, Bartleby rehuía responsabi­lidades respondien­do con uno lacónico “preferiría no hacerlo”. Enrique Vila-Matas, de manera brillante, convirtió esta actitud en una especie de categoría humana universal. Contra la idea de que al deporte de élite sólo acceden superprofe­sionales supermotiv­ados, ante la sorpresa de Bravo, Sánchez se excusó riendo: “Jaja, ¡no cacho nada!”. Dicen que Messi tampoco mira mucho fútbol por la tele. El delantero mexicano Carlos Vela, de la Real Sociedad, ya dijo que entre una buena película y un buen partido de fútbol, él prefería una buena película. El mejor portero de la historia del Barça, Víctor Valdés, siempre ha dicho que no le gustaba jugar de portero. Y Gabriel Batistuta, que el fútbol no le seducía, que sólo era su trabajo. André Agassi explica en Open, su autobiogra­fía, que detestaba el tenis. Y Nico Rosberg, justo después de ganar por primera vez el campeonato, acaba de anunciar su retirada de la fórmula 1.

Ya lo dice Leonard Cohen en el último verso de Chelsea Hotel #2, la canción donde recordaba a Janis Joplin: “I don’t think of you that often”. No pienso en ti muy a menudo. Siempre he pensado que es como construir una catedral para decir que no crees en Dios. O como eso que hacemos, de tanto en tanto, los locos del fútbol, acordarnos de que sólo es un juego.

Todo el mundo se sorprende del desconocim­iento que ha demostrado Sánchez sobre la mera existencia de Gündogan

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