Respirando
Cuando he de pasar por la Escuela de Dirección de Empresas de la Universidad de Harvard procuro siempre encontrar algún momento para conectar con los jóvenes que hacen allí el programa máster. Por número, Harvard debe tener uno de los másters con más alumnos del mundo y procedentes de una gran variedad de países. La combinación de estar en Estados Unidos, en una ciudad de gran calidad como Boston, la marca Harvard, el excelente campus, los más de 100 años de historia y todo lo que sale de allí en forma de publicaciones, conferencias y cursos por el mundo, hacen que la demanda para cursar un programa allí sea muy elevada y por tanto puedan elegir a candidatos con un altísimo nivel. Muchos de estos jóvenes acabarán al frente de empresas importantes como ha sido el caso de gran cantidad de ellos a lo largo de la historia. Por eso, conectar con ellos es una manera de ver hacia dónde va nuestro futuro.
Harvard suele contar con exalumnos de su máster o de su doctorado para ponerlos en su consejo, donde pueden estar un máximo de seis años. Durante los seis años que estuve en el consejo coincidí con muchos másters que habían llegado al más alto nivel de compañías importantes como Mark Nunnelly en Bain, Bob Ryan en Medtronics, John Weinberg en Goldman Sachs, Scott Malkin en Value Retail, John Lechleiter en Eli Lilly, y muchos más. Y los jóvenes con los que hablé están dispuestos a trabajar duro para hacer una carrera así.
Mi gran sorpresa en mi última visita antes de Navidad ha sido la actitud claramente anti-Trump de estos jóvenes y la importancia que le daban al asunto. Hablando con algunos salía el tema inmediatamente y los americanos parecía como si quisieran disculparse. Los alumnos publican allí su periódico, que se puede encontrar en unos muebles en los pasillos de los edificios más importantes de la escuela. El periódico se llama Harbus, que vendrá de Harvard Business School. Pues bien, el contenido del periódico que se estaba distribuyendo era de lo más anti-Trump que he visto, con cantidad de cortos artículos, firmados todos por el alumno que lo había escrito y con sus datos (nombre, curso, sección, etcétera). Incluso parece ser que los alumnos del máster realizaron su propia votación cuando tenía lugar la votación en el país y el resultado fue de un 82% a favor de la señora Hillary Clinton.
Los alumnos criticaban todo lo que Donald Trump había dicho o sugerido con sus comentarios sobre temas como una eventual expulsión del país de gente que emigró allí o su posible difícil relación con América Latina y con China. Para aquellos jóvenes el mundo es global y consideran que debiera estar más abierto todavía para la gente que quiere trabajar, progresar y sacar adelante a su familia y es consciente de que eso puede requerir moverse de un sitio a otro con libertad. Dicen en su periódico que algunos compañeros americanos llegaron a llorar al conocer el resultado de las elecciones.
Leer lo que dicen públicamente los alumnos de Harvard me recuerda lo que decíamos y comentábamos nosotros en la Escuela de Ingenieros de Barcelona en los últimos sesenta con nuestra preocupación por la importancia de la ética, de la democracia, la libertad de opinión, aunque aceptábamos con cierto orgullo la enorme dificultad de superar los cursos de ingreso. Claro que si en aquel tiempo, con Franco en el trono, se nos hubiese ocurrido publicar un periódico como el Harbus, hoy no estaría escribiendo aquí.
De todas formas, leer a los líderes del futuro y hablar con ellos fue un soplo de esperanza en el futuro.
Algunos alumnos de Harvard llegaron a llorar al conocer la victoria de Trump