La Vanguardia (1ª edición)

Un devoto del fútbol y la ópera con mando en Capitanía

EL TENIENTE GENERAL ÁLVAREZ-ESPEJO LLEGÓ A BARCELONA EN SEPTIEMBRE DEL 2013 Y SE MARCHA EN MARZO. PASARÁ A LA RESERVA, PERO SU NOMBRE ES UNO DE LOS QUE BARAJA EL GOBIERNO PARA JEFE DEL ESTADO MAYOR DE LA DEFENSA

- SILVIA HINOJOSA

Acaba de cumplir 63 años y pronto hará las maletas para volver a su Madrid natal. Ricardo Álvarez-Espejo llegó a Barcelona en septiembre del 2013 con el grado de teniente general para hacerse cargo de la inspección general del ejército, que tiene su sede en la capital catalana. Traía la experienci­a acumulada durante los años de carrera militar, que empezó en la academia a los 18 y en la que ha tenido destinos amables como Córdoba, Las Palmas o Alcalá de Henares y otros más complejos como Vitoria en los años de plomo de ETA o Afganistán, además de El Salvador, Bosnia, Kosovo o Líbano. Pero el 2 de marzo se cumplen diez años de su ascenso a general y por imperativo legal pasará a la reserva.

Con 63 años y en esa situación es difícil que le asignen destino, pero guarda un as en la manga. Su nombre es uno de los que están sobre la mesa de la ministra De Cospedal como nuevo jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), ahora que toca renovar la cúpula militar y el turno correspond­e a un teniente general del Ejército de Tierra. “¿Si me haría ilusión? Yo, como el verso de Calderón a la infantería: ‘Aquí la más principal hazaña es obedecer... ni pedir ni rehusar’. O sea que por supuesto que no voy a rehusar, estaría encantado de poder ejercer esa responsabi­lidad. Pero tampoco hay que pedir, lo que a uno le toque”, dice.

La cita con Álvarez-Espejo es en su despacho en el palacio de Capitanía. No muy lejos de allí, en una sala con cuadros militares de Josep Cusachs, está el piano de cola que cedió el exministro Narcís Serra y que el teniente general quiere incorporar a alguno de los conciertos que ofrecen de forma regular. Asegura que cuando se vaya de Barcelona echará de menos la ciudad y los amigos que ha hecho. Entre ellos, un grupo con el que él y su mujer van al cine una vez por semana, con el aliciente extra de comentar luego ampliament­e la película. La última, el drama bélico de Mel Gibson Hasta el último hombre, bastante mejor que Assassin’s Creed, subraya, aunque Fassbender tuviera a Marion Cotillard. En el próximo acto oficial que coincida con la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, quizás lo comenten, a ambos les gusta el cine y dice el teniente general que suele ser tema de conversaci­ón.

Aficionado también a la ópera, los conciertos y el ballet, no se pierde una función en el Liceu. También es un habitual en el campo del Barça y del Español, aunque es madridista. “Soy merengue, pero habiendo estado aquí tres años y con el privilegio de asistir con regularida­d a los partidos, me considero un privilegia­do por haber podido asistir a esta época dorada del Barça liderada por Messi, y por el Español siento también un gran cariño y respeto”, afirma.

La prudencia es inherente a su condición de alto mando militar y la ha extremado en una ciudad como Barcelona en la que ha visto en menos de un año cómo la presencia del ejército era suprimida primero del Saló de l’Ensenyamen­t y de forma más reciente del Saló de la Infància. Cuando tomó posesión de su cargo, que incluye la representa­ción del ejército en Catalunya, Aragón, Navarra y La Rioja, Álvarez-Espejo tenía claro que la situación política era compleja, en pleno proceso soberanist­a, y le tocaba lidiar con ello. “Sé que tengo que ser lo más prudente posible y guardar el máxi- mo respeto institucio­nal y así lo he procurado hacer siempre. Con absoluta neutralida­d porque tenemos que estar al margen de la política. Mi vida aquí en ese sentido ha sido positiva, no he tenido grandes problemas”, subraya.

Para facilitar la integració­n, nada más llegar se puso a estudiar catalán, con un profesor que le ayudaba en la conversaci­ón. “Como no soy vergonzoso para los idiomas, me lancé sin problemas. Si alguien me habla en catalán, le contesto y siempre lo incluyo en mis intervenci­ones”, explica. De hecho, con el expresiden­t Artur Mas aún habla en catalán cuando se encuentran. “Vio que yo hacía el esfuerzo y empezó a dirigirse a mí en catalán, quizás para ver si iba mejorando”, bromea. Con el president Carles Puigdemont su relación es “institucio­nal”, igual que con la alcaldesa Ada Colau.

A las siete de la mañana se va a nadar y suele hacer una hora de gimnasia todos los días. Los fines de semana juega a golf. Se casó muy joven y tiene un único hijo. Su mujer, azafata de Iberia hoy retirada, ha vivido con él en Barcelona, aunque no siempre ha podido acompañarl­e en anteriores destinos, ya que la mayor parte del tiempo debía estar en su base en Madrid. Licenciada en Filología Inglesa además de en Turismo, ella ahora estudia árabe, explica Álvarez-Espejo. Él se maneja bien en inglés, que estudió de joven, y ha hecho inmersione­s en francés e italiano, cuando estuvo destinado en misiones lideradas por franceses o italianos.

Con su mujer comparte la pasión por la lectura, pero tiene también una afición más desconocid­a: el baile. “No voy a clases de baile de salón, pero me gusta y además como a las mujeres les suele gustar bailar y los hombres se quedan en la barra, siempre tengo pareja”, confiesa.

Su hoja de servicios incluye misiones en El Salvador, Kosovo, Bosnia, Líbano y, la más compleja, Afganistán

Suele hablar de cine con Forcadell y asegura que disfruta con Messi en el Camp Nou aunque es madridista

 ?? ANA JIMÉNEZ ?? El teniente general Álvarez-Espejo en el patio del palacio de Capitanía General, con el uniforme de campaña, el habitual en su trabajo diario salvo actos oficiales
ANA JIMÉNEZ El teniente general Álvarez-Espejo en el patio del palacio de Capitanía General, con el uniforme de campaña, el habitual en su trabajo diario salvo actos oficiales

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