La Vanguardia (1ª edición)

Barcelona inicia una ambiciosa renovación de su arboleda

Un plan a 20 años acometerá el cambio y saneamient­o de más de 1,4 millones de árboles

- DOMINGO MARCHENA Barcelona

El Ayuntamien­to de Barcelona inicia un ambicioso plan a 20 años para renovar la arboleda de la ciudad, formada por 1,4 millones de ejemplares. La inversión será de 9,6 millones anuales.

Barcelona tiene unos vecinos muy especiales, unos guardianes que la protegen y cuidan: los más de 1,4 millones de árboles que hay en sus calles, en parques y jardines públicos y privados, en Montjuïc y en las zonas forestales de los Tres Turons y Collserola. El Ayuntamien­to anunció ayer un ambicioso plan renove para mejorar la biodiversi­dad y lograr una cúpula verde más sana y robusta. Es el proyecto de más largo alcance de la alcaldía, con una duración de 20 años y una inversión anual de 9,6 millones de euros (un 16% más que en el 2016).

La ambición del Plan Director del Arbolado 2017-2037, el título oficial, está más que justificad­a. Y la elección del subtítulo del proyecto, también: Árboles para vivir. El comisionad­o de Ecología, Frederic Ximeno, recuerda que el promedio de vida de un ejemplar urbano es de medio siglo. Son, dice, “conciudada­nos importantí­simos”. Permiten que Barcelona sea menos ruidosa, actúan como pantalla acústica y atenúan el ruido del tráfico. Pero, sobre todo, purifican el aire y eliminan más de 305 toneladas de contaminan­tes atmosféric­os al año. Y, además, dan refugio a infinidad de pájaros, son un calendario que refleja los cambios estacional­es y el fragmento de naturaleza más al alcance de la ciudadanía. “S’han fet tan grans els arbres del jardí / que ens donen la mesura del passat”, dicen unos versos de Joan Margarit.

El proyecto pretende que la cobertura arbolada pase del 25% actual de la superficie de la ciudad al 30%. No se trata sólo de una cuestión de cantidad, sino de calidad. “No queremos únicamente más arboles, sino ejemplares más sanos, con copas mejor configurad­as, más funcionale­s y resistente­s al cambio climático”, explica el comisionad­o Ximeno.

Para alcanzar este objetivo resulta imprescind­ible reducir la presencia de especies mal adaptadas y mejorar la biodiversi­dad. La postal de los plátanos de sombra (o plátanos a secas, y no plataneros, como algunos los llaman erróneamen­te) es indisociab­le del Eixample, aunque el Ayuntamien­to impulsa desde hace años su progresiva sustitució­n para enriquecer el patrimonio natural y evitar la proliferac­ión de plagas, que se transmiten más fácilmente entre monocultiv­os. En 1992, los plátanos (Platanus hispanica o Platanus acerifolia) llegaron a representa­r el 50% de los troncos urbanos. En el 2016 eran el 30%. El plan renove pretende seguir es-

ta tendencia para que ni esta especie ni ninguna otra tenga una presencia superior al 15%. El largo reinado de estos señores de Barcelona tiene sus días contados, a pesar de que seguirán dando problemas a los alérgicos y “teniendo una presencia importante por su carácter identitari­o, en especial en zonas donde pueden tener un desarrollo correcto como en la Diagonal, la Gran Via, el paseo de Gràcia y la Rambla”, según el Ayuntamien­to. La aparición de plagas como el oídio y otros hongos se ha cebado de forma notable con estos árboles, muy sensibles al estrés hídrico del verano y con un pequeño gran enemigo, un insecto: el tigre del plátano (Corythuca ciliata).

Más de 201.000 árboles están plantados en calles y plazas, 39.000 en parques y jardines, 73.500 en Montjuïc y los Tres Turons. Y el resto, nada menos que un millón, en Collserola, el pulmón verde, el gran as en la manga de Barcelona, como reconoce el comisionad­o de Ecología. La encina y el pino blanco predominan en Collserola, cada vez más amenazada por una especie invasora que los expertos quieren erradicar, el alianto (Ailanthus altissima). En la trama urbana, son mayoría (aún) el plátano, el ciprés de Monterrey, el aligustre del Japón y el almez. Los 1,4 millones de árboles de Barcelona son fruto de un recuento aproximado y sometido a constante renovación, con habituales altas y bajas, como en El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez. Esa cifra incluye también las palmeras. Estas intrusas son en realidad “plantas de gran tamaño, muy caracterís­ticas y casi siempre presentes en el paisaje urbano, aunque no pueden ser considerad­as árboles desde el punto de vista botánico”, explican Jaume Llistosell­a y Antoni Sànchez-Cuxart, doctores en Biología y autores de Los árboles de las calles de Barcelona.

Las palmeras tienen su doctor Moriarty, su archienemi­go particular: el escarabajo picudo rojo (Rhynchopho­rus ferrugineu­s). Este insecto obligó a talar un majestuoso exponente de Phoenix canariensi­s, una de las cinco especies de palmeras más habituales en Barcelona. Este ángel caído daba nombre a la plaza de la Palmera de Sant Martí. La sustituirá en primavera otro ejemplar más resistente al picudo rojo, quizá una Butia yatai, originaria de América del Sur y que puede alcanzar una altura de 12 metros.

Los vecinos de la plaza de la Palmera viven con desazón la momentánea pérdida de este icono, que también dio nombre a la

cercana escuela pública de la Palmera. A finales del decenio de los ochenta, cuando una inmobiliar­ia bautizó una promoción como “los pisos de las palmeras”, hubo pitorreo general porque aquí sólo había una palmera, la palmera. A la hora de justificar el ambicioso reto del Plan Director del Arbolado 2017-2037, el Ayuntamien­to recuerda estos vínculos sentimenta­les y el papel de los árboles “para hacer una ciudad más habitable y con más calidad ambiental” .

No en balde, la necesidad de mejorar los espacios verdes es la quinta demanda que los barrios piden a la alcaldía en la última encuesta sobre los servicios municipale­s. La respuesta del Ayuntamien­to ha sido un proyecto inusual, tanto por la duración prevista, de cuatro lustros, como por los profesiona­les que han participad­o en su redacción o que han aportado ideas, un total de 715. Uno de sus consejos reclama charlas de botánica en las escuelas de primaria “para que todos los escolares identifiqu­en y aprecien los árboles de su entorno”.

La arboleda de Barcelona tiene 170 especies diferentes (300, si se incluyen las variedades o hibridacio­nes). Algunas dan nombres a barrios, como los alisos (verns ,en catalán), que antaño proliferar­on en la Verneda. En las calles se encuentran otros árboles autóctonos, como los pinos, olivos, encinas y robles, aunque a veces no son recomendab­les porque no proporcion­an suficiente sombra en verano, tienen un crecimient­o lento y la contaminac­ión ennegrece sus troncos. Sus raíces, además, levantan el pavimento (un problema muy visible en zonas como Can Peguera, en Nou Barris, agravado por la deficiente cimentació­n de las viviendas de este vecindario, también conocido como el de las Cases Barates).

La introducci­ón de nuevas especies busca individuos que toleren mejor los periodos de sequía, las altas temperatur­as, la contaminac­ión y la salinidad típica de una ciudad costera (y que daña incluso los cables de las catenarias de los trenes, como admite Adif). Los naranjos, sobre todo cuando florecen en primavera e inundan de fragancias el aire, son

la magdalena de Proust de los sevillanos. Pero tampoco son una buena opción para la capital catalana porque requieren mucha luz y agua, entre otras condicione­s agronómica­s difíciles de lograr en un medio urbano. Además, resultan muy sensibles a enfermedad­es y plagas como la mosca blanca, el pulgón y la araña roja. Técnicos de Parcs i Jardins “han revisado todas las calles donde hay naranjos y, en función de su desarrollo y estado, se ha optado por mantenerlo­s sólo en lugares bien ventilados y soleados”.

Cada árbol encierra una historia apasionant­e, aunque los nombres no les hagan justicia. La Chorisia speciosa es en catalán la corísia o l’arbre de la llana y, en castellano, el palo borracho. Hay denominaci­ones que ganan sonoridad en un idioma y la pierden en otro. El árbol de la emperatriz

(Paulownia tormentosa) es en catalán una paulònia. Sin embargo, el árbol de Júpiter (Lagerstroe­mia indica) conserva las connotacio­nes mitológica­s en ambas lenguas. Hay otra cosa que no cambia en ningún idioma. La belleza y la utilidad de la catedral verde.

Este insecto, el tigre del plátano, es un doctor Moriarty para el tronco típico del Eixample Las palmeras también tienen su particular pesadilla: la plaga del escarabajo picudo rojo

 ??  ?? Un joven pasea junto a un plátano por la Via Júlia, en Nou Barris
Un joven pasea junto a un plátano por la Via Júlia, en Nou Barris
 ?? ÀLEX GARCIA ?? La plaza de la palmera... sin palmera. El ejemplar de Phoenix canariensi­s que daba nombre a este rincón de Sant Martí ha sido talado
ÀLEX GARCIA La plaza de la palmera... sin palmera. El ejemplar de Phoenix canariensi­s que daba nombre a este rincón de Sant Martí ha sido talado
 ?? ÀLEX GARCIA ??
ÀLEX GARCIA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain