Exprimidores de última generación
PHILIPPE Starck estaba comiendo un plato de calamares a la romana y, al ir a exprimir medio limón con la mano para aromatizarlos, tuvo una idea genial que dibujó en una servilleta de papel: se imaginó un exprimidor en forma de cefalópodo (Juicy Salif) que se ha convertido en un icono del diseño, comercializado por Alessi. Eso sucedió en 1990 y, al cumplirse diez años de la ocurrencia, se lanzó una serie bañada en oro, que fueron numerados individualmente, a modo de objeto de colección.
Starck revolucionó el concepto del exprimidor un siglo después de su invención; ahora la CUP quiere reinventar el concepto de exprimir en la negociación política. La negociación de los presupuestos con Junts pel Sí está resultando un calvario, a pesar de la amenaza del president Carles Puigdemont de que, en caso de que no se aprueben, convocará elecciones y descarrilará el llamado procés. La CUP exige la subida del IRPF a partir de los 60.000 euros, así como más presión impositiva en patrimonio y sucesiones. Igualmente, los cuperos quieren cambios radicales en los conciertos educativos.
Benet Salellas, uno de los negociadores de la CUP, ha acusado al PDECat de intransigencia, responsabilizando a esa formación de hacer fracasar el acuerdo. No deja de ser curioso que la fuerza anticapitalista que con sólo diez diputados consiguió cortar la cabeza de Artur Mas, que obligó a Carles Puigdemont a presentar una moción de confianza y que ahora está llevando el procés al límite acuse a otros de intransigencia. En cualquier caso, lo que cuesta entender es que se puedan poner de acuerdo fuerzas que son antitéticas, no sólo porque defiendan modelos de sociedad distintos, sino también porque son partidarios de sistemas políticos opuestos. El soberanismo no es una alternativa al pegamento. Los viajes hay que hacerlos con compañeros fiables. No con gente que cuando les das la mano te la puedan retorcer. Los exprimidores sólo son de diseño en la cocina.