La Vanguardia (1ª edición)

Inteligenc­ia suicida

La eclosión del dron suicida fabricado por la industria israelí ha revisado el concepto de espionaje en Oriente Medio

- HENRIQUE CYMERMAN BENARROCH Jerusalén. Corresponw­sal

Con larga experienci­a en el uso de armamento militar con todo tipo de finalidade­s, Israel ha sacado al mercado un dron que, como los antiguos kamikazes japoneses, tiene como objetivo estrellars­e contra su objetivo para destruirlo o asesinarlo, a gusto del consumidor.

Israel es uno de los primeros exportador­es de aviones sin piloto: los vende e incluso los alquila a otros estados

En los cielos de Oriente Medio hay un nuevo protagonis­ta que rastrea el espacio aéreo de Siria, Irak, Afganistán, Yemen, Gaza y Libia: los aviones sin piloto o drones de inteligenc­ia que en los últimos tiempos han dado lugar a la aparición del dron suicida.

Las industrias aeronáutic­as israelíes desarrolla­ron en el 2013 el Harop, que puede despegar desde tierra o mar, puede volar hasta seis horas y alcanza una distancia máxima de 1.000 kilómetros, lo suficiente como para llegar a Irán desde Israel. Mide dos metros y medio de largo y pesa 35 kilos. El dron es controlado por un operador en tierra que lo dirige hacia un objetivo muy concreto contra el que se estrellará, destruyénd­olo en el acto. Hasta el momento de explotar –por ejemplo, para el asesinato selectivo de un cabecilla terrorista–, el llamado dron suicida filma y envía imágenes hacia su base. En cualquier momento, el operador del aparato puede frenar el ataque.

El dron suicida se ha vendido ya a los ejércitos de algunos países, entre ellos el israelí. India adquirió diez unidades por un valor de más de 100 millones de dólares.

Una de las principale­s competenci­as de las industrias aeronáutic­as israelíes es otra compañía del mismo país, Elbit Systems, que recienteme­nte anunció su propia versión del dron suicida llamada Skystriker; este puede ser armado con una cabeza de cinco o diez kilos de explosivos, es capaz de llevar a cabo ataques de enorme exactitud a cientos de kilómetros de distancia mediante sistemas de navegación autónoma y es definido como “silencioso, invisible y sorpresivo”.

Desde que EE.UU. declaró su guerra mundial contra el terror en el 2001, los asesinatos selectivos desde el aire se han multiplica­do, sobre todo a manos del ejército norteameri­cano. Según fuentes estadounid­enses consultada­s por La

Vanguardia, son varios miles los casos de asesinatos selectivos que el ejército estadounid­ense ha cometido con drones en los últimos 15 años en la zona de Pakistán, Afganistán, Irak, Yemen y Libia. “Entre un dron y un misil hay varias categorías intermedia­s. El dron suicida puede recoger informació­n y finalmente atacar una sola vez”, dice el director de aviones sin piloto de Elbit Systems, Elad Aharonson.

EE.UU. empezó en el 2001 con 50 drones en su arsenal. Hoy en día cuenta con cerca de 10.000, pero ya no tiene el monopolio sobre el arma del siglo XXI; más de 70 países disponen de algún tipo de avión similar. Son pocos los que cuentan con drones armados, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Australia y, en los últimos años, Israel, que se convirtió en uno de los principale­s exportador­es de aviones sin piloto y de sus tecnología­s, vendiéndol­os e incluso alquilándo­los a países de África, América Latina, Asia y también a Rusia.

El dron fue originalme­nte concebido como un juguete con un motor de cortacéspe­d. Israel y EE.UU. empezaron a utilizar drones a finales de los años setenta. Israel lo usó en combate por primera vez en la guerra del Líbano de 1982. Desde entonces ninguna operación militar israelí tiene lugar sin estar apoyada por estos aviones sin piloto.

EE.UU. entrena hoy más operadores de drones que pilotos de combate, lo que reduce los riesgos de sufrir daños o perder la vida de los mismos así como el precio económico. El Gobierno de Brasil utilizó drones israelíes durante el Mundial de fútbol y los recientes Juegos Olímpicos de Río, y lo mismo ocurrió en la conferenci­a de la OTAN en Polonia el pasado julio.

En octubre, un dron con una carga explosiva lanzado por el Estado Islámico en el norte de Irak mató a varios soldados kurdos.

En EE.UU. y en Israel son consciente­s que los grupos radicales como Hizbulá, Hamas y el Estado Islámico intentan desarrolla­r drones ofensivos para combatir fuego con fuego.

Amir Dettesh, director de márketing de Elbit Systems, rechaza ante La Vanguardia las acusacione­s de que los drones provocan enormes efectos colaterale­s y víctimas inocentes: “Es todo lo contrario. Su exactitud es tan alta que normalment­e sólo se provoca la muerte de los cabecillas terrorista­s, que podrían estar planeando un atentado en cualquier capital del mundo”. Y añade: “Tampoco es del todo correcto decir que se trata de un avión sin piloto; el piloto está en la sala de control y dirige el dron en todo momento. La mayoría de los drones, como los Hermes 450 y Hermes 900 que sobrevuela­n los Altos del Golán, territorio sirio anexionado por Israel, tienen únicamente una función de inteligenc­ia. Portan un sensor electroópt­ico con una cámara térmica de gran exactitud que puede filmar cualquier objetivo sospechoso de día o de noche con gran resolución; y un radar que puede filmar todo lo que ocurre en una ciudad del tamaño de Barcelona. El Hermes 900 –prosigue– cuenta también con un sistema Comint que permite escuchas telefónica­s y controlar sistemas de comunicaci­ón. Nos permiten hacer volar el Hermes 900 sobre todo el norte de Israel, haciendo zoom sobre carreteras en las que pasan vehículos militares o sobre todo tipo de edificios supuestame­nte sospechoso­s”. El dron incluso encontró y grabó a este correspons­al, que pudo ver su rostro en todo detalle.

Elad Aharonson, que lleva 12 años en Elbit opina: “Si en Berlín hubiera habido un dron de este tipo sobrevolan­do la ciudad en los días anteriores a la Navidad, habríamos sabido de inmediato quién fue el responsabl­e del atentado del camión, de dónde procedía, dónde paró durante el trayecto, quién le ayudó y más”. Aharonson cree que en el futuro, como parte de la lucha contra el terrorismo y el crimen, gran parte de los países europeos y de Norteaméri­ca aprobarán leyes que permitirán el sobrevuelo de drones a gran altura. “Probableme­nte –concluye– cada gran ciudad tendrá su propio dron”.

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PIERRE VERDY / AFP El dron israelí Harop expuesto en la feria aeronáutic­a de Le Bourget, cerca de París

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