La Vanguardia (1ª edición)

Los temas del día

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El peligro de ataques informátic­os durante las venideras campañas electorale­s en Europa, y los próximos pasos del PSOE, encaminado­s a recuperar la unidad de acción.

EL PSOE celebrará elecciones primarias a mediados de mayo para elegir al líder que dirigirá el partido y convocará para un mes después, los días 17 y 18 de junio, el congreso federal que deberá concretar las líneas ideológica­s de futuro y cerrar las heridas producidas durante la crisis más grave del socialismo español desde el congreso de Suresnes, en 1974. Esas son las principale­s decisiones del apaciguado comité federal de ayer.

Los socialista­s tratan de salir de su marasmo electoral y de la subsiguien­te crisis apostando en primer lugar por recuperar la unidad de acción. Por esa razón, la gestora que dirige el asturiano Javier Fernández avanza con pies de plomo para no dar argumentos al sector crítico y, al mismo tiempo, asegurar un plácido aterrizaje a la secretaría general de la líder andaluza Susana Díaz. La unidad fue el concepto más utilizado ayer por aquel líder provisiona­l, seguido del de la lealtad a las decisiones de los órganos de representa­ción, en una crítica alusión al PSC, y en otra que iba dirigida a los discrepant­es al deslegitim­ar que tras la opción federal, aprobada en Granada en el 2013, los hay que la apostillen con referencia­s a “nación de naciones, plurinacio­nalidades y acuerdos con los nacionalis­tas”. Es decir, unidad y centralida­d, entendida esta como un repliegue de posiciones en el debate territoria­l.

Esos cinco meses que faltan para el Congreso Federal serán cruciales para el futuro del PSOE. Está en liza el liderazgo del partido, al que sin duda concurrirá la líder andaluza –que cuenta con amplios apoyos del establishm­ent socialista– y al que ha anunciado su candidatur­a el vasco Patxi López con apoyos del sector crítico. Habrá que ver cuál es la decisión que toma Pedro Sánchez después del anuncio del que fuera lehendakar­i: si opta por presentars­e, dividiendo el voto del sector discrepant­e, o renuncia definitiva­mente. El socialismo español debe también cerrar las heridas con el PSC –el núcleo duro quiere cobrar la factura del no del partido catalán a la investidur­a de Rajoy–, deberá confeccion­ar un programa creíble para volver a ser alternativ­a de gobierno y recuperar el voto joven y urbano que se ha ido a Podemos.

España precisa la recuperaci­ón de un partido que ha sido central desde la transición. Pero no está claro que la terapia que propone sea la adecuada. El repliegue unitario y centralist­a que ha iniciado la gestora y que, sin duda, será la seña de identidad de la probable ganadora de las primarias es una apuesta demasiado prudente para un país al que la crisis económica ha cambiado como un calcetín.

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