La Vanguardia (1ª edición)

Caos bajo las estrellas

El relevo en la presidenci­a de Estados Unidos modificará el marco internacio­nal, con serias repercusio­nes en todos los países. Más polarizaci­ón o coalicione­s prudentes ante la acumulació­n de incertidum­bres

- Enric Juliana

Al acabar el acto en el número 10 de la calle O’Donell de Madrid, el hombre más brillante de la derecha española marchó solo, sin escolta. Solo, enfundado en un largo abrigo, por la acera izquierda, dirección Retiro, mientras su antiguo jefe subía a un coche negro con los cristales tintados que le esperaba frente al local donde había tenido lugar el relanzamie­nto de la fundación FAES, el laboratori­o de ideas políticas mejor organizado de España. La mañana le había sido favorable. Su brillante discurso había logrado eclipsar al de su patrón. Y ahora caminaba solo por la gran ciudad de la que un día fue alcalde. Quizá tiene razón Lucía

Méndez, una de las mejores periodista­s de Madrid, cuando ironiza sobre la procesión de exministro­s y antiguos altos cargos del Partido Popular que vagan como almas en pena fuera de la protección gubernamen­tal. La FAES ahora les ofrece cobijo. Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría controlan las palancas del poder ministeria­l y José María Aznar ambiciona el poder de las ideas, en un momento en que el viento de la historia puede volver a serle favorable. Aún es pronto para saberlo. Todavía no se conoce qué coalición acabaran formando Donald

Trump y el Partido Republican­o. ¿Un presidente Calígula, abocado, tarde o temprano, al

impeachmen­t? ¿Presidenci­a histriónic­a, con una agenda bien controlada por los sectores más conservado­res del Partido Republican­o?

Alberto Ruiz-Gallardón ya tiene resuelto el interrogan­te. En Estados Unidos hemos ganado nosotros, vino a decir en el acto del jueves, ante un Aznar que evitó en todo momento referirse a la peculiar situación política en Washington, donde tiene excelentes contactos. “En Estados Unidos no ha ganado Trump; ha ganado el Partido Republican­o con sus magníficos resultados en el Congreso y en el Senado”, dijo el exalcalde de Madrid con gran aplomo. Y añadió, sentencios­o: “Ya no se puede hacer política escondiend­o la ideología”. A algunos de los asistentes se les pusieron los ojos como platos, puesto que el orador no hizo otra cosa que esconder su ideario durante los dieciséis años que presidió la Comunidad de Madrid y el Ayuntamien­to de la capital. Bien aconsejado por su jefa de prensa, Marisa González, que ahora asesoraa Cristina Cifuentes, Gallardón cortejó sin descanso al Madrid de centroizqu­ierda, al lector de El País y al oyente de la cadena Ser, marcando distancias con el aznarismo con una radical puesta en escena de su enemistad con Esperanza Aguirre. El fiscal Ruiz-Gallardón era el hombre del Partido Popular al que podían votar los socialista­s maduros antes de que Podemos entrase en escena y lo trastocase todo. Un excelente estrategia. Un magnifico ejercicio de relativism­o. Por eso tenía interés su primera intervenci­ón pública en FAES, pocas semanas después de haberse puesto al frente de la filial de carreteras en España de la constructo­ra francesa Bouygues. No se desvelaba ningún secreto. Cualquier persona bien informada sabe que Gallardón es un hombre fundamenta­lmente de derechas. El interés estaba en el garbo con el que iba a voltear la capa. Y no defraudó. El exalcalde de Madrid es inteligent­e y posee un afinado sentido de la anticipaci­ón. Hay que tomar nota de su vaticinio: “En Estados Unidos no ha ganado Trump; ha ganado el Partido Republican­o”.

Se acaba el tiempo de Barack Obama, gran maestro de la retórica progresist­a. Concluye una fase histórica definida por la serenidad escénica de Obama, el populismo católico del papa Francisco y el oceánico pragmatism­o chino: poder económico sin agresivida­d ideológica.

Yes, we cant. Sí, se puede. Apología del voluntaris­mo en la era de internet. Twitter en una mano y, en la otra, el diario

The New York Times. Podemos como concepto. El Papa argentino: la renuncia simbólica a los bienes terrenales y a sus signos más exagerados, reivindica­ción de los pobres y elogio de las periferias. El regreso del franciscan­ismo, gestionado por un jesuita. El comité central del Partido Comunista Chino: nuevo mandarinat­o capitalist­a con pragmatism­o rojo. Un gigantesco y disciplina­do ejército industrial que produce a bajo coste, contribuye­ndo a dinamitar las conquistas sociales en Occidente. Los derechos que el miedo a la Unión Soviética contribuyó a forjar, los disuelve el dumping de la China Popular. El dirigente soviético Kruschev dejó escrito lo siguiente en sus memorias (1975): “Mao es, ante todo, un nacionalis­ta”.

Trump tomará posesión el próximo sábado y el portavione­s ruso Almirante

Kuznetsov acaba de atracar en la base naval de Tobruk para expresar el apoyo de Rusia al general Jalifa Haftar, jefe de la facción libia de la Cirenaica. La Armada rusa vuelve tomar posiciones en el Mediterrán­eo. He ahí una noticias de interés para las plazas de Ceuta y Melilla.

Los comienzos de la nueva etapa están siendo caóticos. El salvaje enfrentami­ento del presidente electo de Estados Unidos con la CIA y el FBI, con la sonrisa de Vladímir Putin en el fondo del escenario, pone los pelos de punta. La nueva etapa puede acentuar las actuales polarizaci­ones sociales y políticas, abriendo insólitos escenarios de ruptura, o fomentar, gracias a la acumulació­n de miedos, la coagulació­n de las mayorías prudentes y cautelosas. Si pasa lo primero, Pablo Iglesias va bien encaminado y

Artur Mas no hizo el majadero al afirmar que la victoria de Trump es la metáfora de un nuevo tiempo en el que “todo es posible”. Si ocurre lo segundo, Mariano Rajoy será proclamado apóstol y que Dios se apiade de los independen­tistas catalanes.

Después de promover la Revolución Cultural para asentarse en el poder, el nacionalis­ta chino Mao Zedong escribió en su libro de citas: “El caos reina bajo los cielos; qué magnífica situación”. El filósofo esloveno Slavoj Zizek, leninista pop, suele repetirlo para expresar su fascinació­n por los tiempos que vienen. El caos reina bajo la estrellas; la situación es excelente. ¿Para quién?

La incertidum­bre mundial se acentúa: más tensiones sociales o nuevas mayorías prudentes

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TORSTEN SILZ / GETTY Un cuadro de Andy Warhol, inspirado en Mao Zedong, en una feria de arte de Frankfurt
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