“Tener una ficción potente es un valor cultural para un país”
Pablo Derqui (Barcelona, 1976) se está convirtiendo en un habitual de la pequeña pantalla. El martes pasado Antena 3 estrenó Pulsaciones, donde da vida a un neurocirujano trasplantado del corazón que investiga la misteriosa muerte de su donante; el año pasado le vimos en Nit i dia (TV3) como el perturbador Lluís Forés (el actor avanza que también saldrá “un poquito” en la segunda temporada); y tiene pendiente de estreno la adaptación de La catedral del mar, que se emitirá en Antena 3 y TV3, donde interpreta a Joan, el amigo y casi hermano del protagonista Arnau Estanyol. El estreno de Pulsaciones, que tuvo 3.011.000 espectadores y una cuota de pantalla del 17,1% en su primer capítulo, ha coincidido con los ensayos de L’ànec salvatge, de Henrik Ibsen, que bajo la dirección de Julio Manrique se estrenará en el Lliure este marzo.
Pulsaciones parte de la teoría de la memoria del corazón, según la cual los trasplantados tienen recuerdos y experiencias de sus donantes. ¿Usted cree en ello?
Es un tema que ni me he planteado ni me interesa hacerlo, pero que encuentro bastante interesante como inicio para desarrollar una ficción. Es una realidad plausible que abre un abanico muy amplio y sugerente.
No hay referentes de un caso como este que le ayudara a preparar al personaje, ¿no?
Cuando recibí el guion, lo primero que me pregunté fue: ¿Y cómo hago este papel?. Es cierto que no hay referentes. He creado al personaje siguiendo la fe y los guiones. Me he inventado como sufre los ataques y las visiones. Primero a brochazos y después encontrando los detallitos. Ha sido un poco a base de prueba y error, hasta dibujar una realidad creíble.
Normalmente interpreta personajes un poco malvados. Álex Puga, el protagonista de la serie, parece que también lo es.
Al principio sí, para marcar el arco del personaje. Es un poco déspota, como Lluís Forés en Nit i dia. Curiosamente los rodajes fueron bastante paralelos y me gustaba pensar que eran almas gemelas. Son personas torpes emocionalmente, obsesionadas con crecer profesionalmente y que abandonan la parte emocional de su vida. Interesaba que al inicio no cayera bien, que fuera un antihéroe repulsivo, pero cuando recibe el trasplante su actitud cambia.
¿Álex hará después más caso al corazón que a la cabeza?
La tesis de Pulsaciones es un poco esta, la lucha entre el corazón y la razón. La cabeza es el Álex del primer capítulo, antipático y cerebral, pero después el corazón empieza a arrastrarlo hacia otra lado. Pasión contra razón, un clásico.
¿La serie es un thriller pero también hay amor, no?
Sí, esta realidad de la memoria del órgano provoca que Álex investigue la muerte del donante y que, en paralelo, sienta las emociones que vivía aquel hombre, incluyendo su pareja y sus hijos. También es un drama con un triángulo amoroso.
Desde el 2012 no se prodigaba en televisión; le habíamos visto en Isabel e Hispania, entre otras ficciones. En el 2016 estuvo en Nit i
dia y este año en Pulsaciones y más adelante en La catedral del mar. ¿Qué ha hecho estos años?
No había caído en este periodo de ausencia en televisión. La verdad es que aún no estoy en situación de escoger los trabajos. Uno de mis grandes objetivos no es tener un gran sueldo, sino poder elegir los proyectos, porque nuestra profesión depende mucho de un buen papel más que cualquier cosa. Durante este paréntesis he hecho cine como Neruda en Chile, con el director Pablo Larraín, y el primer filme de Nely Reguera, Maria (y los demás). Y también
teatro, que es la típica retaguardia.
¿Es hombre de teatro?
Sí, totalmente. Pero soy consciente de que me tendría que prodigar más en cine y televisión, donde ahora se empiezan a hacer cosas muy interesantes, sobre todo en Catalunya, donde se arriesga más que en el resto de España. Nos tenemos que dar cuenta de que los espectadores ya están acostumbrados a ver series a la carta y tienen, por lo tanto, un sentido crítico más afinado. Deben cuidarse muy bien los productos, hacerlos cerrados y que no dependan tanto de las audiencias que a menudo determinan su calidad. Pulsaciones es hija de este nuevo impulso.
La llegada de plataformas como Netflix, HBO y Movistar+ van en esta línea.
Creo que sí. Y es un poco extraño porque da lugar a sensaciones confrontadas. Por una parte es necesario y el paso natural, pero por otra está siendo una transformación dolorosa para algunas cadenas. Tener una ficción potente es un valor cultural para un país, que se puede vender por todas partes y funcione como embajadora de la cultura de un lugar. Cuánto más se cuide, mejor, y por eso hay que perfilar muy bien los productos y tener fe en que darán sus réditos, no depender de la audiencia de un día.
¿Cómo ha ido trabajar con Emilio Aragón, creador, productor y director de algunos capítulos?
Un regalo. Para mí era un referente de la infancia. Me acuerdo de Ni en vivo ni en directo y de la línea blanca. Me he encontrado a una persona multidisciplinar y con mucho talento, entrañable y conciliadora, que sabe como crear un equipo bien avenido. He ganado a un amigo.
“Al inicio es un antihéroe repulsivo, pero cambia de actitud cuando recibe el trasplante”