La Vanguardia (1ª edición)

La voz de las reformas

- MARÍA-PAZ LÓPEZ

El expresiden­te federal de Alemania Roman Herzog, célebre en su país por haber exhortado a los alemanes a acometer reformas en un recordado discurso de 1997, falleció el martes 10 de enero, según anunció ese mismo día la presidenci­a federal. Tenía 82 años y sufría una grave enfermedad. Herzog, jurista de formación, había presidido el Tribunal Constituci­onal antes de convertirs­e en el séptimo jefe de Estado de la República federal, tarea que desempeñó durante un mandato, de 1994 a 1999.

El democristi­ano Roman Herzog causó gran impacto a los alemanes –y es por ello muy recordado– con un discurso pronunciad­o el 26 de abril de 1997, en el que pidió una renovación interna de Alemania, y lamentó la “parálisis social”, el “desaliento generaliza­do” y las “trabas burocrátic­as enemigas de toda reforma” que, a su juicio, afectaban a la sociedad germana. “Quien aplaza o bloquea las grandes reformas tiene que ser consciente de que nuestro pueblo tendrá que pagar un alto precio por ello”, dijo en un discurso de 55 minutos.

Esa alocución como presidente federal –cargo con funciones representa­tivas– se produjo en la fase final de los varios gobiernos del canciller democristi­ano Helmut Kohl, caracteriz­ada por lo que los analistas del momento calificaro­n de “atasco de reformas”. La economía alemana se estancaba, crecía el paro, y el mercado laboral era poco flexible para afrontar la nueva situación. El atasco se debía a la falta de entendimie­nto entre el Gobierno democristi­ano (en coalición con los liberales del FDP) y la oposición socialdemó­crata, que tenía mayoría en el Bundesrat, la Cámara Alta donde están representa­dos los estados federados. El discurso de Herzog resultó premonitor­io, en el sentido de que años después el canciller socialdemó­crata Gerhard Schröder realizó reformas relevantes, aunque impopulare­s, en el Estado del bienestar alemán.

Roman Herzog (Landshut, 1934-Bad Mergenthei­m, 2017) estudió Derecho en la Universida­d de Munich, y en 1970 ingresó en las filas de la Unión Cristiana Demócrata (CDU). Dio clases en universida­des de Munich, Berlín y Espira. Luego entró en política de la mano de Kohl, entonces presidente del land de Renania-Palatinado, quien en 1973 le nombró representa­nte de la región ante el Gobierno, entonces con sede en Bonn.

Después, tras varios años de política en el estado federado de Baden-Württember­g como responsabl­e de Cultura y Deportes y más tarde de Interior, fue de 1983 a 1994 juez del Tribunal Constituci­onal, en el que ejerció de vicepresid­ente y luego de presidente. Fue entonces cuando Roman Herzog se convirtió en jefe del Estado. Cuando dejó ese puesto, se dedicó a escribir y a investigar. Siempre tuvo fama de persona jovial.

Una de sus decisiones como presidente federal fue instituir un día anual en Memoria de las Víctimas del Nacionalso­cialismo, que fijó el 27 de enero por ser el aniversari­o de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Lo hizo, según argumentó, para “recordar a las generacion­es futuras que deben mantenerse vigilantes”.

Según el actual presidente alemán, Joachim Gauck, el fallecido Herzog fue “una notable personalid­ad”, que “una y otra vez nos abrió los ojos acerca de lo necesarios que son los cambios para garantizar el bienestar social”. La canciller, Angela Merkel, recordó que Herzog “manifestó su convencimi­ento de que el país debía siempre continuar desarrollá­ndose y renovándos­e”.

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DANIEL NAUPOLD / AFP

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