Los niños emigrantes vulnerables
En 1914 el papa Benedicto XV impulsó una jornada mundial del Emigrante y el Refugiado. Era sensible a la situación de tantos emigrantes italianos de aquel momento. La sensibilización sobre la emigración y las obras pastorales para emigrantes y la formación de los misioneros llevó a celebrar ya en 1915 la 1.ª jornada mundial del Emigrante y del Refugiado.
El tema escogido por el papa Francisco para la 103.ª jornada mundial de las migraciones, Menores emigrantes vulnerables y sin voz. Reto y esperanza, que hoy se celebra, focaliza la atención en los más pequeños entre los pequeños. Subraya así que, en su mayoría, los niños llegan solos a los países de destino y, no siendo capaces de hacer escuchar su propia voz, se convierten fácilmente en víctimas de graves violaciones de los derechos humanos. Hay que atender a los emigrantes menores porque “son menores, extranjeros e indefensos”, dice el Papa. Por razones diversas los menores son forzados a vivir lejos de su tierra natal y separados del afecto de su familia.
Ciertamente la emigración es un fenómeno mundial que afecta a todos los continentes y que no concierne exclusivamente a personas en busca de trabajo o de mejores condiciones de vida para ellos y, sobre todo, para sus hijos. Afecta también a adultos y menores que huyen de verdaderas tragedias como la guerra, la persecución religiosa e ideológica, las discriminaciones y otras vulneraciones de los derechos humanos. Los datos son aterradores ya que Acnur calcula en más de 65 millones a las personas desplazadas por la fuerza en el 2016 por todo el mundo. A Europa han llegado por mar durante el 2016, sobre todo por Italia y Grecia, 358.403 refugiados y emigrantes, muchos de ellos niños. Un total de 4.913 refugiados e inmigrantes indocumentados han muerto en su intento de cruzar el Mediterráneo, y eso representa casi 1.300 muertes más que en 2015, según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Es una emergencia humanitaria que pasa cerca y no podemos mirar hacia otro lado.
Pensando en los menores, y ya que Unicef calcula que 1 de cada 3 emigrantes o refugiados es un niño, y que de estos, 9 de cada 10 viajan solos, el papa Francisco propone que los esfuerzos se centren “en la protección, en la integración y en encontrar soluciones estables”. Habría que adoptar las medidas necesarias para asegurarles protección, ya que estos chicos y chicas acaban con frecuencia en la calle, abandonados a sí mismos y víctimas de explotadores sin escrúpulos que, más de una vez, los transforman en objeto de violencia física, moral y sexual. Por lo tanto, también haría falta no impedirles la entrada y adoptar políticas adecuadas de acogida, asistencia e inclusión, así como actuar en las causas que provocan la emigración. Se requiere una visión de futuro, que sepa proyectar programas adecuados a las zonas de origen de los emigrantes afectadas por la inestabilidad y por graves injusticias, para que a todos se les garantice el acceso a un desarrollo auténtico que promueva el bien de los niños y las niñas, esperanza de la humanidad. Pensando en todos los emigrantes, el Papa hace un llamamiento contra la exclusión: “Tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía. ¡A los refugiados quizás muchos los consideran excluidos, pero son nuestros hermanos! El cristiano no excluye a nadie, ofrece un lugar a todos”.
Òscar Camps no se quedó inactivo cuando vio la foto de Aylan Kurdi, el niño ahogado en la arena de una playa turca. Fue el detonante que lo llevó a fundar Proactiva Open Arms, la oenegé badalonesa de socorristas que desde Lesbos rescatan y asisten las pateras de refugiados que buscan una vida más segura en Europa. Haría falta que todos, y especialmente los voluntarios que nos han dado y nos dan un gran ejemplo de generosidad y solidaridad, no nos cansáramos de ayudar con audacia y creatividad, fijándonos en los niños. Nos va el futuro de toda la humanidad, porque en cada niño se esconde el futuro de todos.
Faltan programas en las zonas de origen de los emigrantes afectadas por la inestabilidad y por graves injusticias