Piotr Beczala y Josep Bros, duelo de ‘Werther’ en el Liceu
Los dos tenores se alternan en el gran papel de la ópera de Massenet
Uno de los mejores tenores del mundo en estos momentos, el polaco Piotr Beczala, y el tenor catalán más internacional, Josep Bros, protagonizan un encendido duelo en el Gran Teatre del Liceu. Los dos se van a alternar desde hoy y hasta el 4 de febrero para encarnar al héroe romántico por excelencia, el Werther de Goethe, que Jules Massenet convirtió en ópera. Frente a ellos van a tener, respectivamente, a las sopranos Anna Caterina Antonacci y Nora Gubisch, descendiente del pianista leridano Ricardo Viñes y pareja del director musical de la función, Alain Altinoglu. Dos artistas muy diferentes que van a dar vida a Charlotte, la prima de Werther, de la que él se enamora perdidamente. Un amor imposible, porque Charlotte está prometida con otro hombre, y que llevará al joven al suicidio, a la muerte en brazos de su amada. Un drama lírico en toda regla con arias míticas que el Liceu recupera por fin 25 años después de que Alfredo Kraus lograra con él un éxito atronador e inolvidable en el coliseo de la Rambla.
Por cierto, que justamente hace también 25 años que Josep Bros hizo su debut en el Liceu con Ana Bolena. Y de hecho Beczala, aunque ya había estado, realiza con Werther su debut escenificado en el Liceu. Un Beczala que lo primero que dice a la prensa es que está muy contento porque ama Barcelona, una de sus ciudades favoritas en todo el mundo, y porque su mujer está enamorada de la ciudad. Ambos protagonizarán esta producción de Willy Decker para la Ópera de Frankfurt que ya han abordado antes –hace años que gira por el mundo– y que, como todo Decker, dice Christina Scheppelmann, directora artística del Liceu, “es muy limpia, muy clara, en un espacio un poco abstracto pero que indica bien el ambiente en el que están, pequeño en el fondo, porque es un pueblo, es provinciano. Y con una dirección de escena precisa, pero que deja espacio a los personajes para desarrollarse a su modo”.
En ese sentido, Beczala dice que le gusta mucho el montaje porque no es sólo minimalista sino que en él las imágenes son muy simbólicas. “El montaje es un híbrido entre tradición y modernidad. Tradición porque no hacemos nada diferente a la partitura, pero cuando ves las imágenes, su simbolismo, le dan mucha modernidad. Es típico Willy Decker, lo que significa que hemos de actuar mucho”, ríe, y recuerda que el escenario está inclinado y no es fácil, pero ya están acostumbrados.
El tenor polaco recuerda que se enfrentó a su primer Werther hace 23 años y “me ha seguido toda mi carrera, es de mis favoritos y lo mantendré tiempo en mi repertorio”. Werther, explica, “no es un chico agradable, es malo con Charlotte en muchos momentos, egoísta, asocial, para ser honesto, especialmente cuando Decker presenta a Charlotte como una mujer fuerte que ha debido aprender a enfrentar una vida difícil y viene este chico que no tiene nada que ver con la realidad, que vive en su propio mundo”. “Es un personaje atemporal, siempre habrá gente así, volando por encima del suelo”, señala.
Respecto a la histórica interpretación de Alfredo Kraus, Piotr Beczala dice que “para todos los que cantan belcanto, que está en el repertorio romántico, Kraus era un héroe, un referente con el que hay que saber convivir, no puedes escapar, era un
gentleman que cantaba no tantos roles pero todos eran perfectos. En el siglo XXI es difícil o imposible gestionar una carrera profesional como lo hizo él. Ojalá hubiera nacido cincuenta años antes. Nuestra realidad es distinta. Hemos de convivir con el hecho de que hayan sido nuestros antecesores, sin significar eso que tengamos que copiar, sino crear nuestro propio universo”.
Para Josep Bros, el montaje que se va a ver en el Liceu es “visualmente muy atemporal y en él no hemos de hablar tanto de dónde estamos como de quiénes somos”. Él debutó con la producción de Decker en el 2007 en Nápoles, y es, recuerda, la tercera vez que la hace. Y va incorporando cosas nuevas. “En el escenario encontramos cuál es la relación que hay entre nosotros. Las reacciones de Werther son muy enérgicas, es alguien que tiene mucha vida dentro, no sabe recibir un no, y hace que la interpretación tenga que ser muy cuidadosa. Y a eso hay que sumarle la dificultad vocal de cualquier ópera de Massenet, que tiene una red, un entramado que quiere llevarte, y has de tratar siempre de mantenerte distante y cantar con los sentimientos. El segundo acto es de gran intensidad, de riqueza de matices incomparables y da grandes satisfacciones a los que tenemos la posibilidad de cantarla, de sentirla”, señala. Y sonríe al reconocer que la muerte de Werther es “muy larga, se levanta bastantes veces pese a haberse pegado un tiro”. “Pero es hermosa. Es capaz de decir en pocas palabras lo que no había dicho en cinco meses a Charlotte”, subraya. Y el personaje, confiesa, no le produce sólo el cansancio físico típico de una ópera sino que “necesito recuperarme psicológicamente, me absorbe muchísimo, me deja muy tocado”.
Como sus compañeros, Anna Caterina Antonacci insiste en que la puesta en escena es muy limpia y, en su opinión, “hay atmósferas casi chejovianas, bergmanianas e ibsenianas, que son muy adecuadas para mi personaje, una mujer atrapada en un matrimonio que no ha querido, una situación que no le pertenece pero que por las reglas sociales ha debido aceptar. Vive chafada por haber tenido que sustituir a su madre muerta y Werther es su alma gemela, tienen la misma sensibilidad extrema por las cosas, la belleza, la naturaleza, los sentimientos. Pero justo por eso no se deja ni soñar estar con él. Sólo con la muerte de Werther aceptará por fin ser diferente a su ambiente, no ser lo que los otros esperan de ella”.
Josep Bros cumplirá 25 años de su debut en el coliseo de la Rambla con ‘Ana Bolena’