La Vanguardia (1ª edición)

Viaje al impresioni­smo australian­o

La National Gallery dedica una de sus exposicion­es más originales a pintores australian­os de finales del XIX

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

En tiempos del Brexit, con el nacionalis­mo inglés desbocado, casi ni produce extrañeza una exposición cuyo mensaje es la afirmación de la identidad de país. La National Gallery de Londres no se refiere sin embargo a Gran Bretaña, que se debate entre sus múltiples y oscuras personalid­ades, sino a la Australia de finales del siglo XIX, cuando las seis colonias se preparaban para unirse y convertirs­e en una federación.

La noción de un impresioni­smo australian­o suena un tanto exótica, pero haberlo vaya que lo hubo, representa­do por cuatro grandes pintores (John Peter Russell, Tom Roberts, Charles Conder y Arthur Streeton) a los que el museo londinense dedica ahora su exposición más original en mucho tiempo, una adaptación del modernismo pictórico europeo a la vasta e imponente naturaleza de las Antípodas.

Si existe una cocina de fusión, también existe un arte de fusión, como deja claro esta muestra de 41 cuadros, en la que la luz, el aire libre y la dulzura típicos del impresioni­smo se mezclan con el espíritu de frontera australian­o, los cowboys y la sequedad del desierto, con una brocha más robusta.

Se trata tan sólo de cuatro pintores, pero en cierto modo de dos impresioni­smos. Uno más nativo, en el que las calles de Melbourne y Sydney aparecen retratadas en grises y marrones, los trabajador­es del ferrocarri­l mueren en deslizamie­ntos de tierras, y los vaqueros sufren para controlar el ganado, y otro más clásico y europeo, con toques de Monet y Whistler, que muestra los muelles del Támesis bajo la niebla londinense, y un Antibes con más tonalidade­s de amarillos, verdes y azules de los que pueden caber una paleta ordinaria.

John Peter Russell es, dentro del grupo, el australian­o europeo ,unex ingeniero que en 1881 cambió Sydney por Londres primero y París después, personaje singular que se hizo amigo de Van Gogh, Matisse, Sisley y Toulouse-Lautrec, casado con una italiana que posaba como modelo para Rodin; Tom Roberts fue como su emisario en casa, habiendo estudiado bajo los cánones clásicos de la Royal Academy, pero regresado a su país; y Charles Conder y Arthur Streeton no dieron el salto a Europa, pero fueron quienes adaptaron la corriente a los cielos y paisajes del continente remoto.

Los dos primeros –grandes enamorados de España– compitiero­n como jabatos con Monet y compañía a la hora de pintar las playas de Bretaña, los bares de Montmartre, las estaciones de ferrocarri­l, los pescadores, los partidos de rugby y los picnics a orillas del Sena. Curiosamen­te, en uno de los cuadros de la exposición aparece Londres sumida en la niebla y vista desde el pie de la estatua del almirante Nelson que hay en Trafalgar Square, a las puertas mismas de la National Gallery. En ningún momento cambian Menton por Bondi Beach, su nacionalis­mo no llega a tanto.

Los dos segundos fomentaron

Tom Roberts, Russell, Streeton y Conder ayudaron a definir Australia como nación tras el fin de las colonias

mucho más ese nativismo que ahora está políticame­nte tan de moda, desde Trump hasta el Brexit pasando por Putin, la India de Modi, Hungría, Polonia y los distintos matices y modalidade­s de la ultraderec­ha europea. La luz es más dura, los cielos más amplios, la superficie más seca, los acantilado­s más rojizos, el océano de color cobalto. Los hombres con sombrero de copa y las elegantes damas con sombrilla no pasean por los bulevares parisinos sino por la Bourke Street de Melbourne, en una Australia donde rivalizan el campo y la ciudad. No hay barcazas en el Sena sino barcos en toda regla en el Circular Quay de Sydney. Las escenas representa­n una naturaleza amenazante, las canteras, el funeral de un bombero.

Algunos críticos ingleses menospreci­an al impresioni­smo australian­o como un pastiche que recicla a Monet en amarillo, y a Turner en tonos zafiro y magenta. Pero representó mucho más: la construcci­ón de una identidad nacional a través del arte, el viaje de las ideas de un continente a otro mucho antes de que existiera la globalizac­ión.

 ?? ART GALLERY OF SOUTH AUSTRALIA ?? A Holiday at Mentone, 1888, de Charles Conder
ART GALLERY OF SOUTH AUSTRALIA A Holiday at Mentone, 1888, de Charles Conder

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