Barcelona Shopping Mall
Este 2017 se cumplen veinte años de la primera edición del premio “Barcelona, la millor botiga del món”. Impulsado desde el ayuntamiento, este galardón se puso en marcha en 1997 con el objetivo de distinguir las mejores iniciativas comerciales de la ciudad. El nombre del premio terminó convirtiéndose en algo así como un eslogan para promocionar la oferta comercial de la Barcelona postolímpica: los juegos habían terminado pero el visitante podía encontrar todo lo que quisiera en las tiendas de la ciudad. Coincidiendo con su decimotercera edición el premio empezó a introducir algunos cambios. En el 2010 se incorporó una categoría que reconocía la importancia de los mercados dentro del tejido comercial de la ciudad. Tres años después se incluyeron otras dos categorías que ponían en valor el comercio sostenible y de proximidad. Finalmente, en el 2015 el premio cambió su nombre y pasó a llamarse “Premi comerç de Barcelona”. Suponemos que alguien se dio cuenta, después de dieciocho ediciones, de lo inapropiada que resultaba la comparación de Barcelona con un gran centro comercial. Presentar la ciudad como “la mejor tienda del mundo” cuando algunos de sus comercios emblemáticos se veían obligados a cerrar parecía, efectivamente, una broma pesada.
Pero al margen de la historia de este premio, de su cambio de nombre y de sus bienintencionadas nuevas categorías ¿cuál es hoy el diagnóstico del sector comercial en Barcelona? No hay que ser ni muy avispado ni muy pesimista para darse cuenta de que las cosas van de mal en peor. Hace unos días se inauguraba en el Paseo de Gracia la enésima tienda H&M de Barcelona. El establecimiento, uno de los más grandes de la firma textil sueca cuenta con 5.000 metros cuadrados repartidos en cuatro pisos. “Flagship store” la llaman. Más arriba, donde antes estaba Vinçon, abrió hace unos meses un gigantesco Massimo Dutti. Estas navidades Zara se instaló en el antiguo edificio del BBVA, en la plaza Catalunya, y hace poco más de un año Mango abrió el establecimiento más grande del país en Las Ramblas (pocos meses antes ya había ocupado con otra tienda el espacio de los antiguos cines Alexandra). Pero ¿Necesitamos más tiendas y más grandes de estas marcas? ¿No inundan ya sus productos el mercado hasta oligopolizarlo? Las colas que se formaron delante de la nueva tienda H&M el día de su inauguración indican que no faltan compradores dispuestos a hacer rentables este tipo de tiendas y a seguir reforzando el espacio de mercado de estas marcas. El problema recae finalmente en nuestros hábitos como compradores y en nuestra capacidad de consumir de forma consciente y responsable. Mientras tanto, no deberíamos olvidarlo, Barcelona se parece cada día más a centro comercial que venía a sugerir aquel desafortunado eslogan de hace veinte años. Bienvenidos al Barcelona Shopping Mall. FAD-Foment de l’Art i del Disseny
www.fad.cat