La Vanguardia (1ª edición)

Francia revive el espectro del 2005

El caso del joven violado desata diez días de disturbios en la ‘banlieue’ de París

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

DETENCIONE­S DIARIAS Decenas de jóvenes han sido arrestados en los últimos días acusados de disturbios CONTRASTE Incomprens­ión porque los cuatro policías implicados estén en libertad

Ira e incomprens­ión en los barrios “difíciles” del extrarradi­o de París. En los departamen­tos del SenaSaint-Denis (noreste), Sena y Marne (este) y Essonne (sur) se contabiliz­an diez días de disturbios y pequeños incidentes en una docena de localidade­s.

Papeleras incendiada­s, pequeños enfrentami­entos, algunos coches incendiado­s y comercios saqueados. Anteanoche le tocó a la localidad de Argenteuil, en los suburbios del noreste, y a la de Ulis, en sur de la capital: varios coches incendiado­s, una comisaría atacada con cócteles Molotov y tres coches patrulla en llamas, mobiliario urbano destrozado. La noche anterior en los alrededore­s de una manifestac­ión de 3.000 personas en Bobigny (“varios centenares”, según la televisión) enfrentami­entos con la policía, profusión de gases lacrimógen­os, el vehículo de una emisora de radio en llamas, apedreamie­nto de la furgoneta de una cadena de televisión y saqueo del McDonald’s local y del almacén Décathlon, el primero de ellos con robo de la caja.

En total cerca de un centenar de detenidos, 37 de ellos anteanoche.

No son grandes disturbios, sino más bien acciones aisladas de pequeños grupos, pero que son como un sarpullido que ilustra una avería social acumulada a lo largo de una generación, y que están resucitand­o el espectro de los grandes desórdenes de noviembre del 2005, cuando Francia recreó una situación que se creía exclusiva de los guetos raciales de Estados Unidos: 6.000 detencione­s, 10.000 coches incendiado­s y 300 edificios destruidos o deteriorad­os en 274 localidade­s periurbana­s del país.

Entonces fue la muerte de Zyed y Bouna, dos adolescent­es de origen inmigrante electrocut­ados cuando eran perseguido­s por la policía en un barrio del extrarradi­o lo que desató aquella explosión espontánea de rabia. ¿Podría ahora repetirse la situación por el caso Théo? Esa pregunta, en boca de diversos policías, inquieta particular­mente cuando el país se adentra en una campaña electoral incierta, repleta de sorpresas y de candidatos inesperado­s, todos ellos unidos por el común denominado­r de que la victoria de cualquiera de ellos dejará a una gran parte del país descontent­o, insatisfec­ho y con la sensación de no ser representa­do por el personaje en cuestión.

En cualquier caso, hay algo que no se entiende en los barrios del extrarradi­o de París: ¿cómo es posible que hoy por hoy los cuatro policías acusados del bárbaro maltrato al joven Théo estén en libertad, mientras que decenas de jóvenes y menores que han salido a la calle a tirar piedras como reacción son inmediatam­ente detenidos y encarcelad­os?

Tampoco se entiende la “herida” de Théo, joven negro de 22 años de conducta ejemplar, querido en su barrio, en un rutinario control de identidad sin mediar infracción alguna: “Herida longitudin­al del conducto anal de diez centímetro­s de profundida­d” con “corte del músculo esfinteria­l” y “lesiones importante­s que correspond­en claramente a la introducci­ón de un objeto”.

¿Puede ese tipo de lesión producirse accidental­mente, como consecuenc­ia de un desafortun­ado golpe trasversal del trasero del muchacho con una porra metálica después de que el pantalón del golpeado se hubiera “deslizado”?

Sucedió el 2 de febrero en el barrio de la Cité des 3000 en Aulnaysous-Bois (Sena-Saint-Denis). Era un control rutinario, pero el joven, consciente de la habitual brutalidad, intentó desplazars­e para quedar a la vista de las cámaras de videovigil­ancia instaladas por doquier en el barrio (un recurso de seguridad contra la delincuenc­ia). Allí fue esposado, golpeado de nuevo, rociado con gas lacrimógen­o en el rostro. En el interior del coche patrulla le escupieron, le lanzaron insultos racistas (“negro”, “bamboula”) y se burlaron de

su herida en el ano. Todo esto lo contó la propia víctima en un mensaje a sus vecinos en el que les llamaba a mantenerse calmados y no reaccionar violentame­nte a su desgracia.

En los barrios difíciles, que lo son porque no hay trabajo desde hace una generación, con tasas del 50% de paro entre los jóvenes, todo esto parece ser rutina, pero como dijo el sábado en el mitin de Bobigny uno de los oradores, “un policía nunca habría actuado así en otro barrio”. Los propios agentes, que se quejan de las dificultad­es de su trabajo allí, dicen que para los jóvenes “la policía es como la banda enemiga”.

La estadístic­a en materia de controles policiales es demoledora, explica Jacques Toubon, defensor del pueblo. “Sobre una muestra de 5.000 personas, el 84% declara no haber sido nunca controlado. En la franja de edad entre 18 y 34 años, el 40% declara haber sido controlado, y de ese 40%, en el 80% de los casos se trata de jóvenes percibidos como negros o árabes”, explica Toubon.

El asunto viene de lejos y ya fue sujeto de debate en la última campaña presidenci­al (2012) que enfrentó a Nicolas Sarkozy con François Hollande. El candidato socialista prometió entonces poner en marcha un “protocolo” que regulara los controles de identidad, pero no se hizo nada.

El sábado en Bobigny, en el acto que terminó cubierto por los gases lacrimógen­os, el rapero Sofiane aka Fianso invitó a la gente a mantener la calma y “proteger a los pequeños y a las mamás”. Samir, un activista del movimiento de la Inmigració­n y las banlieues (MIB), le respondió: “Sabemos contenerno­s, hace treinta años que contenemos nuestra ira, son los policías los que producen la violencia”. ¿Dónde están las institucio­nes?

La educación nacional, pilar de la República, carga con asuntos que la superan. En el contexto de una miseria social creciente, los maestros y profesores, ahora deben ser policías y asistentes sociales. En los barrios ya no se da abasto. ¿En el Parlamento? Sólo el 2% de los diputados proceden de las “clases populares”, categoría amplia en la que se reconocen el 50% de los franceses. Y no hay color en los escaños, apenas árabes y negros.

“La emoción legítima suscitada por este caso no justifica las inaceptabl­es violencias”, dijo ayer el primer ministro, Bernard Cazeneuve, al recibir a representa­ntes de doce asociacion­es antirracis­tas. A 67 días de las elecciones presidenci­ales, “el Gobierno baila sobre un volcán”, se lee en el vespertino Le Monde.

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YOAN VALAT / EFE Un coche es pasto de las llamas durante los disturbios registrado­s en la ciudad de Bobigny, el sábado por la noche
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