Renzi pondrá en juego su liderazgo en el partido de cara a las elecciones
División en el PD sobre si Italia debe ir a las urnas ya en junio o esperar al 2018
Matteo Renzi, florentino como Nicolás Maquiavelo, está maniobrando con astucia y mucho cálculo para mantenerse al frente del Partido Demócrata (PD), ser el candidato a premier en las próximas elecciones y volver a la jefatura del Gobierno. Ante la dirección del PD, Renzi propuso ayer celebrar un congreso extraordinario, probablemente en abril, para decidir el liderazgo y estar ya listos por si hay comicios en junio o en octubre.
La reunión puso en evidencia las profundas divisiones en el seno de un partido que agrupa sensibilidades muy diversas de la izquierda, desde la de los viejos comunistas a la del sector más progresista de la desaparecida Democracia Cristiana. El debate, retransmitido en streaming, por internet, fue muy vivo. Renzi dio la cara ante sus críticos. No se amilanó. Quienes se oponen tampoco ahorraron argumentos vehementes.
El objetivo del ex primer ministro es acelerar los plazos. Considera que ahora aún puede revalidarse al frente del PD y tiene posibilidades de ganar si hay elecciones. Pretende resarcirse de la derrota sufrida el pasado 4 de diciembre en el referéndum sobre la reforma constitucional, tras la cual presentó la dimisión y pasó el testigo a su correligionario Paolo Gentiloni.
“Se cierra un ciclo y se abre otro”, dijo Renzi, anticipando su probable dimisión, quizás este sábado. Será una renuncia formal, de oficio, para no condicionar la organización del congreso. El ex premier no desveló cuándo prefiere que haya elecciones, pero es vox populi que las quiere en junio, si es posible, o en octubre a más tardar. Sus rivales, en cambio, sostienen que no hay que precipitarse, que se necesita tiempo para debatir a fondo la estrategia del partido. Pierluigi Bersani, que fue secretario del PD y candidato a jefe de Gobierno en las últimas elecciones (febrero del 2013), alertó de un congreso “cocido y comido”; es decir, teledirigido por Renzi para su conveniencia. Según Bersani, lo más sensato sería que se agotara la legislatura, con Gentiloni como jefe del Gobierno, y que el PD anunciara bien alto y claro ese deseo, para tranquilizar a los mercados, clarificar las cosas ante Bruselas y tomar decisiones importantes a nivel de la crisis bancaria y de reconstrucción en las zonas afectadas por los terremotos.
Otro miembro de la corriente crítica, Gianni Cuperlo, reprochó a Renzi que hable de adversarios dentro del partido. Cuperlo le recordó que el único adversario es la derecha y que la gran cuestión “es si tu política es la adecuada para derrotar a la derecha”.
Renzi aprovechó la oportunidad para reivindicar una vez más, con orgullo, sus poco más de mil días al frente del Gobierno. Subrayó los recortes de impuestos aprobados, la reforma laboral, las batallas hechas en Europa a favor de la flexibilidad en el rigor financiero y algún logro histórico como la aprobación de las uniones homosexuales.
El ex primer ministro no ocupa, en estos momentos, ningún cargo público ni institucional. Ni siquiera es parlamentario, pues llegó a la presidencia del Ejecutivo desde la alcaldía de Florencia y tras haberse hecho con el control del PD. Renzi insistió en que no está dispuesto a contemporizar, a dirigir desde “el pantano de los equilibrios internos”, que prefiere “el mar abierto del desafío”. El se inclina por que quede claro quién manda y cuál es la línea política ganadora.
En una votación a mano alzada, anoche, se impuso la opinión de Renzi de acelerar los plazos para el congreso. Con todo, se trata de una victoria parcial. Sigue siendo una incógnita cuándo habrá elecciones. Provocar una caída de Gentiloni desde el propio PD tendría sus riesgos. Y en Italia, además, la disolución de las cámaras es uno de los pocos poderes que ostenta el presidente de la República, Sergio Mattarella, que puede verse tentado a apostar por la prudencia y la estabilidad en un escenario europeo que se aventura muy convulso.
El ex primer ministro quiere un congreso que lo consolide y darse la revancha por el fallido referéndum