La crisis por el caso Flynn evidencia el caos interno del Gobierno Trump
El consejero de Seguridad Nacional mintió sobre su charla con el embajador ruso
Ni cien días de gracia. Ni un mes. La nueva Administración estadounidense, foco perenne de atención, entró en su cuarta semana metida en una crisis interna que evidencia su caos y sus batallas entre bastidores. Un tumultuoso arranque, con la cima del varapalo judicial al veto de entrada a los musulmanes, que se concreta en un nivel de desaprobación del 55%. Trump alcanzó esa cota negativa en ocho jornadas. A Obama le llevó 936 días.
Frente a esta situación de mala consideración y de errores, Donald Trump incluso se planteaba forzar cambios en su equipo de mando, según coincidían ayer diversos medios, entre estos The
Wall Street Journal, uno de los diarios más fieles al presidente.
Los cuchillos apuntan al consejero de seguridad nacional, Michael Flynn. Aseguran que ha perdido gran parte de su crédito por sus “mentiras” respecto a las dos charlas telefónicas que mantuvo el pasado 29 de diciembre con el embajador ruso, Serguéi Kisliak. Ese día, el presidente Obama acordó más sanciones contra Moscú por el pirateo informático a los demócratas durante la campaña electoral. El pasado viernes, Flynn conversó dos veces con el vicepresidente Mike Pence, quien, a partir de lo que le dijo Flynn, salió en televisión negando que el asesor hubiese tratado entonces sobre las sanciones con el diplomático ruso.
Sin embargo, la narrativa cambió luego. Las agencias de inteligencia graban las conversaciones que se realizan con diplomáticos extranjeros. Existe al menos una transcripción en la que, al parecer, se deduce lo contrario de lo que confesó el exgeneral Flynn. Esto violaría la ley que prohíbe a los ciudadanos implicarse en asuntos de política exterior.
Diversas fuentes indicaron que él ha admitido que, pese a sus lagunas de memoria, sí que salió el tema de las sanciones, aunque no habría planteado promesa alguna de levantar ese castigo en cuanto Trump tomara posesión de la Administración estadounidense.
A pesar de sus continuos ataques a la “deshonesta” prensa, el presidente no salió ese mismo viernes en defensa de su buen amigo, uno de los primeros que se subieron a la ola del trumpismo. Todo lo contrario. En el vuelo de ida hacia Mar-a-Lago, en Florida, el club privado rebautizado como la
Casa Blanca de invierno, donde pasó el fin de semana con Shinzo Abe, primer ministro de Japón, Trump respondió con un “no sé nada, no lo he mirado” al preguntarle por su asesor.
Flynn, que goza del apoyo de Steve Bannon, mano derecha del presidente, también se desplazó a Florida. Pero, a diferencia de cuando salió a amenazar a Irán, esta vez no se dejó ver tras conocerse que Corea del Norte había realizado otro test nuclear.
Hubo otra prueba de que Flynn se hallaba en tierras movedizas. Stephen Miller, uno de los colaboradores más cercanos al presidente, apareció el domingo en un programa de la NBC y sus respuestas evidenciaron escepticismo, o peor. Cuando le preguntaron si Trump todavía confiaba en su consejero de seguridad nacional, Miller replicó: “Esta es una cuestión para el presidente”.
Ante la insistencia, remarcó: “No soy yo quien debe decir lo que está en la mente del presidente”. Miller, que confesó que “sus colegas de la Casa Blanca” no le habían dado “nada que decir sobre esto”. Y subrayó que “es muy delicado” si Flynn engañó al vicepresidente. Pence tuvo un gran enfado al descubrir la traición. Flynn le pidió disculpas.
Si Trump se enfrenta a una situación compleja –despedirlo supondría admitir su culpa al nombrarlo–, su administración dio otra prueba de gestión poco seria. La ayudante Kellyanne Conway salió para asegurar que “Flynn goza de toda la confianza del presidente”. Al rato, el portavoz Sean Spicer emitió un comunicado a la inversa: “El presidente está evaluando la situación”.
Trump compareció ayer junto al primer ministro canadiense, Justin Trudeau. A pesar de ser el tema del día, los cuatro periodistas elegidos no preguntaron sobre el caso Flynn.
¿CENSURA MODERNA? Trump responde a los medios, pero los periodistas elegidos no preguntan por Flynn GESTIÓN POCO SERIA Conway dice que Flynn “goza de la confianza de Trump” y el portavoz, lo contrario