Trump y Trudeau chocan en la Casa Blanca por los refugiados
Uno al lado del otro, el presidente estadounidense, Donald Trump –el anfitrión–, y el invitado, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, escenificaron ayer en la Casa Blanca la convivencia vecinal. Trump abogó por “perseguir los intereses comunes que compartimos”, mientras que Trudeau habló de las especiales vinculaciones y “el profundo respeto”. Pero Trudeau aludió a que se trata de una relación “bastante compleja”. Quedó demostrado cuando replicó: “No voy a adoctrinar sobre las políticas de otra nación, ni cómo elige su gobierno”. Le habían preguntado por el intento de Trump de prohibir la entrada de ciudadanos de siete países, mayoritariamente de población musulmana. “Nosotros vamos a seguir con nuestra política de puertas abiertas sin comprometer la seguridad”, insistió.
Recordó que en un año han recibido a 40.000 refugiados sirios. “Seguiremos siendo un ejemplo positivo para el mundo”, dijo. Trump ofreció la otra cara. “Queremos unas bonitas puertas abiertas, pero no vamos a permitir que entre la gente equivocada como pasa en muchos lugares”.
El presidente estadounidense defendió las redadas que estos días se han realizado en Estados Unidos y que han supuesto la detención de más de 600 indocumentados, susceptibles de deportación. “Prometimos que echaríamos a los malos y es lo que estamos haciendo, los estamos cogiendo y os aseguro que hay mucha gente feliz”. En su obsesión con México, Trump defendió la relación comercial con Canadá pero calificó de “injusta” la que existe en la frontera del sur.
Antes de la comparecencia, Trump y Trudeau tuvieron una sesión de trabajo con mujeres empresarias. Al lado de Trudeau se sentó Ivanka Trump. Fue la primera a la que su padre y presidente le dio la palabra.