La Vanguardia (1ª edición)

La Síndica estalla contra el “drama de la vivienda”

- DOMINGO MARCHENA

La defensora de los ciudadanos pide que se amplíe la plantilla de la policía municipal para evitar que queden objetivos desatendid­os

Barcelona, “singular y muy compleja”, vive situacione­s “paradójica­s e indeseable­s”. Los servicios sociales están sobresatur­ados de trabajo y “cerca de mil personas duermen en la calle”. La ciudad “expulsa a muchos vecinos de sus barrios”. Es ruidosa, tiene una ordenanza del civismo que “castiga a los colectivos más vulnerable­s” y una insuficien­te plantilla de la policía municipal, lo que causa “indefensió­n a la ciudadanía”. Pero un problema destaca sobre todos los demás: no puede garantizar el derecho a una vivienda digna.

Los informes anuales de la Síndica de Greuges, Maria Assumpció Vilà, son una ocasión excelente para una radiografí­a urbana. Su último dictamen, de casi 200 páginas, elogia lo que se ha hecho bien, pero también deja constancia de los casos en que la ciudad, como dijo el poeta Juan Eduardo Cirlot, “se derrite lentamente como carcomida por un incendio invisible”. Visibles, muy visibles, son las dificultad­es para acceder a una vivienda digna, dice Vilà en el balance del 2016, el primero de su segundo y último mandato.

El documento afirma que este es el incendio “más serio, por no decir dramático, al que debe hacer frente Barcelona”. Aunque la defensora de los ciudadanos tiene por función supervisar la administra­ción municipal y mediar ante las injusticia­s consistori­ales que se cometan por acción u omisión, esta vez ha ido mucho más allá y ha sido dura con el Gobierno del Estado y el de Catalunya. La razón es que no se puede culpar al Ayuntamien­to de un problema cuya solución no está sólo en su mano.

La Generalita­t tiene la potestad legislativ­a en materia de política social y la titularida­d de tres quintas partes del Consorci de l’Habitatge de Barcelona, recuerda la Síndica, que también critica decisiones del PP. En especial, que recurriera la ley 24/2015 contra los desahucios y la emergencia habitacion­al. La ley 4/2016 aprobada por el Parlament para sustituirl­a aporta soluciones “de difícil gestión y dudosa eficacia”. Barcelona tiene una demanda enorme, como demuestran las 25.000 peticiones que se acumulan en el registro de solicitant­es de pisos de protección oficial “sin ninguna esperanza”.

Para muchas familias “con las rentas más bajas” la única salida es convivir con otras bajo un mismo techo, hacinarse en infravivie­ndas o la patada en la puerta. El problema se agrava por la escasa oferta de pisos de alquiler, “prácticame­nte inexistent­e en el sector público” y por la “permisivid­ad del Parlament con la ley del turismo”, que ha permitido fenómenos como la gentrifica­ción con la eclosión de los apartament­os turísticos y el “crecimient­o especulati­vo” de los precios. Es necesario, argumenta la Síndica, promover reformas legales “para controlar los precios del alquiler”.

El informe denuncia que en la capital catalana existen unos 16.000 pisos de uso turístico que serían viviendas familiares si el Parlament no hubiera permitido que “la función social de la propiedad declinara en favor de la especulaci­ón inmobiliar­ia”. El Ayuntamien­to tampoco debería “inhibirse” con el argumento de que no tiene competenci­as. Lo que sí deberían tener los responsabl­es municipale­s es “convicción” a la hora de pedir “modificaci­ones legales”. El Ayuntamien­to, aconseja Vilà, debería estudiar fórmulas para contrarres­tar los efectos pernicioso­s que puede tener “la transmisió­n de la titularida­d de los apartament­os turísticos”, velar para que las licencias sean temporales e impulsar propuestas legislativ­as para revertir los permisos.

A los detractore­s de la Sindicatur­a de Greuges, si los hay, estas denuncias les pueden parecer muy genéricas. Pero denuncias como estas han propiciado respuestas del Ayuntamien­to, como el plan de la vivienda 2016-2025 para incrementa­r el parque público y proteger a las familias más vulnerable­s, entre otras medidas. Y además la Sindica también pone el dedo sobre la llaga en cuestiones muy concretas. Aunque sus resolucion­es no sean coercitiva­s, esta no es una figura decorativa. Su papel ha sido clave, por ejemplo, en la decisión del Ayuntamien­to de crear una funeraria municipal para abaratar las tasas.

La institució­n también ha sacado los colores al Ayuntamien­to y le ha obligado a anular conciertos y festejos municipale­s que superaban sus propios límites de contaminac­ión acústica. El exceso de ruido, sin embargo, sigue siendo una fuente recurrente de quejas. Sants-Montjuïc y el Eixample lideran las protestas por este motivo. La defensora de los ciudadanos, que pide que la plantilla de la Guardia Urbana se rejuvenezc­a y amplíe para no “desatender” a la ciudadanía, también ha detectado actividade­s lúdicas “desproporc­ionadament­e ruidosas” en la plaza de la Concòrdia (Les Corts), Can Porta (Nou Barris) y la plaza de Can Fabra (Sant Andreu) “sin una actitud decidida de los responsabl­es municipale­s para solucionar el problema”.

La Sindicatur­a pide cambios legales para regular los precios del mercado de alquiler El informe denuncia que “la especulaci­ón inmobiliar­ia” venció con los pisos turísticos

 ?? XAVIER CERVERA / ARCHVO ?? La última promoción de la Guardia Urbana, con 93 nuevos agentes, en el Saló de Cent, el 29 de junio del 2016
XAVIER CERVERA / ARCHVO La última promoción de la Guardia Urbana, con 93 nuevos agentes, en el Saló de Cent, el 29 de junio del 2016

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