Tres historias “paradójicas e indeseables”
PELIGRO INMINENTE DE DESPRENDIMIENTO Una vecina denunció en el 2012 problemas estructurales en la fachada de su edificio. La reparación tendría un coste de menos de 5.000 euros, pero no se realiza porque el Ayuntamiento ha embargado la cuenta corriente de la comunidad para cobrar las reiteradas sanciones que le ha impuesto… precisamente por no reparar el edificio. La situación de peligro para los vecinos y viandantes por caída de cascotes “perdura desde hace al menos cuatro años”, dice la Síndica. UN AÑO Y MEDIO ESPERANDO LA RESPUESTA En el 2015 unos escolares de Lleida visitaron la Sindicatura y explicaron que les había sorprendido mucho la suciedad de algunas playas de Barcelona. Era una ocasión ideal para demostrarles el funcionamiento de la Administración, pero el tiro salió por la culata. La Síndica pidió explicaciones al Ayuntamiento y prometió a los estudiantes que los mantendría informados. La respuesta, que debería haber llegado en 15 días, tardó 18 meses. Un caso flagrante de falta de colaboración. EL RUIDO ATRONADOR DEL SILENCIO Y LA SOLEDAD A veces una queja fantasma destapa un problema muy real. Una anciana de Ciutat Vella estaba tan angustiada por los ruidos que decía oír en su piso que la Sindicatura hizo una inspección. No detectó nada, pero se puso en contacto con los servicios sociales porque aquella señora vivía sola y no tenía a nadie con quien hablar. El Ayuntamiento había hecho estas mismas inspecciones, pero sin descubrir el verdadero problema: la soledad en la vejez también es atronadora.