La Vanguardia (1ª edición)

El París de Rusiñol y Casas vuelve a imprenta

El consorcio de Sitges publica la edición facsímil, con traducción a francés e inglés

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

“Lo que leerás en La Vanguardia es verdad”, le dijo Santiago Rusiñol a su amigo el novelista Narcís Oller en carta desde París, el 10 de diciembre de 1890. Acababa de empezar una colaboraci­ón desde París en el diario que dirigía Modesto Sánchez Ortiz que iba a prolongars­e entre finales de 1890 y la primavera de 1892. Aquellas crónicas de Rusiñol (1861-1931), bajo el título Desde el Molino, iban acompañada­s de dibujos de Ramon Casas (1866-1932), y en 1894 el diario las juntó en un libro para regalarlo a sus suscriptor­es. Ahora, en ocasión del año Ramon Casas, el Consorci del Patrimoni de Sitges ha reeditado este libro en versión facsímil y acompañado de su traducción al francés (a cargo de Eliseu Trenc) y al inglés (por Christine Laffargue).

La “verdad” de estas crónicas era la de una prosa entre irónica y lírica, acompañada de unos dibujos de trazo rápido y seguro. Pero como señala Vinyet Panyella en el prólogo, no se trata del París de los grandes bulevares ni del esplendor y la elegancia de sus habitantes, sino que, muy al contrario, “la ciudad se concreta en el Montmartre de los artistas, de la gente sencilla, de seres que pueden llegar a morir de frío o de hambre, de canciones trágicas y salas de baile melancólic­as”. La silueta del molino de Montmartre, que funciona a modo de logotipo, les une con la colonia de artistas residentes en París y con todos los que pasan por su piso del Moulin de la Galette. Las crónicas describen ambientes de la bohemia como las tabernas, las salas de baile, el ambiente nocturno o el cementerio (“donde reina el eterno y misterioso sueño de todo un pueblo que descansa”). Pero también nos describe a ciertos personajes a mitad de camino entre la ficción y la realidad como el pintor chic, el puntillist­a o el fotógrafo de calle.

Eliseu Trenc, historiado­r del arte y profesor de la Universida­d de Reims, que ha escrito la introducci­ón y las notas, ha rastreado en la figura del pintor puntillist­a hasta llegar a la conclusión de que se trata de un retrato a partir de las personalid­ades de Maximilien Luce y Charles Angrand. También se refiere al valor documental de algunos capítulos, como el dedicado al teatro de sombras de Le chat noir o el de las canciones de Aristide Bruant. Y especialme­nte destaca el tono agridulce de la escritura de Rusiñol, que ejemplific­a en la crónica Le Réveillon. Una celebració­n de la Nochebuena que acaba en la calle, con la visión de una niña de ocho años que vendía juguetes a diez céntimos y que “...repartía ilusiones en la edad de recibirlas”.

Como epílogo del libro, el propio Rusiñol decidió incluir un artículo necrológic­o consagrado al artista y grabador Ramon Canudas, que se publicó el 27 de septiembre de 1892, ya fuera de las crónicas parisinas. Canudas había sido acogido en el piso de sus amigos y formaba parte del núcleo de artistas entre los que también estaban Miquel Utrillo y el escultor Enric Clarasó. El obituario del pobre Canudas es otro ejemplo de la prosa de Rusiñol, capaz de pasar del recuerdo triste al humor de la anécdota. Como el día que se juntaron en su apartament­o parisino Casas y Canudas, ambos enfermos, en dos camas separadas por una mesa. Como el médico les había recomendad­o la misma medicina, escondidos bajo las sábanas por el frío sacaron solamente los brazos, cogieron la medicina, la escanciaro­n en dos vasos, y con rostro serio brindaron: “¡A tu salud!”.

El libro, que recoge las quince crónicas de Rusiñol –que se autopresen­ta como correspons­al– y un total de 77 dibujos de Casas, se presentó el domingo en Sitges como colofón de la exposición Ramon Casas, la modernitat anhelada .La muestra, que ha recibido en tres meses un total de 38.162 visitantes, se traslada ahora al CaixaForum de Madrid, donde abrirá del 7 de marzo al 11 de junio, y posteriorm­ente irá el 5 de julio a Palma Y ayer por la tarde el libro se presentó en el restaurant­e Quatre Gats de Barcelona.

Entre finales de 1890 y 1892, Rusiñol publicó 15 crónicas en ‘La Vanguardia’, con 77 dibujos de Casas

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La Vanguardia)
El Moulin. Casas (izquierda), Clarasó y Rusiñol –aquí en la sala Parés– eran tres habituales del piso cercano al Moulin de la Galette (edificio dibujado por Casas para La Vanguardia)
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ARXIU HISTÓRIC DE LA CIUTAT

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