La Vanguardia (1ª edición)

Homenaje a Nueva York

- Reed Brody R. BRODY, abogado estadounid­ense especializ­ado en derechos humanos con sede en Nueva York y en Barcelona. @reedbrody Traducción: José María Puig de la Bellacasa

En un rincón del cuadriláte­ro tenemos a un presidente sin preparació­n, con un profundo desconocim­iento y falta de considerac­ión hacia los fundamento­s de nuestra democracia constituci­onal, la independen­cia de la justicia (“esos que se hacen llamar jueces”), la libertad de prensa (“el enemigo del pueblo estadounid­ense”), el Estado de derecho y la protección de las minorías. Pese a la pérdida del voto popular, de lo que culpa de modo absurdo e insensato a millones de votantes ilegales, Trump está decidido a transforma­r radicalmen­te Estados Unidos y su relación con el mundo.

En el rincón opuesto tenemos a gran parte de la sociedad civil, organizada en una movilizaci­ón sin precedente­s. Las mujeres que salieron a la calle en todo el país al día siguiente de la toma de posesión de Trump formaron, con diferencia, las mayores manifestac­iones de la historia de Estados Unidos. Pocos días después, al anunciarse el veto migratorio a siete países musulmanes, la gente, de forma espontánea, se concentró en los aeropuerto­s.

Nueva York es un escenario de manifestac­iones cotidianas. Cuando los propietari­os de colmados yemeníes cerraron sus comercios para protestar contra la prohibició­n de entrada de los musulmanes, la ciudad entera pareció cerrar filas con ellos. Unas 1.200 personas atestaron la sinagoga de mi barrio, en Brooklyn, para organizar actividade­s. Hubo quince grupos de trabajo. Uno se denominaba “Apoyando a nuestros vecinos inmigrante­s”. Otro se llamaba “Oponiéndon­os a los conflictos de interés y la corrupción de Trump”. El alcalde ha prometido no cooperar en las detencione­s y deportacio­nes.

La oposición a Trump no es únicamente un fenómeno neoyorquin­o. En todo el país, ciudadanos temerosos del futuro llenan a rebosar los espacios de reunión de los ediles electos. Inundan el Congreso con peticiones, distribuye­n pegatinas y hacen llamadas de teléfono.

La Unión Estadounid­ense por las Libertades Civiles, principal organizaci­ón que desafía a Trump en los tribunales, recaudó 24 millones de dólares en los días posteriore­s al veto a los inmigrante­s musulmanes.

“Resistenci­a” se ha convertido en el eslogan de las fuerzas progresist­as. ¿Qué objetivos pretende y cuáles son sus posibilida­des de éxito?

Nunca desde la guerra civil la nación había estado tan dividida. Existen ahora dos Américas. Las fuerzas progresist­as y las minorías étnicas predominan en las ciudades y en las regiones costeras, en tanto que los conservado­res se imponen en las grandes áreas rurales situadas en el interior y el sur. Nosotros vemos nuestros canales de televisión, ellos ven los suyos. Nosotros tenemos nuestros periódicos (prácticame­nte todos), ellos tienen sus programas de radio. Nosotros tenemos nuestros cargos electos y ellos lo suyos.

La concentrac­ión urbana de las fuerzas progresist­as significa que el sistema electoral, a todos los niveles, favorece a los conservado­res del medio rural, razón por la cual Trump ganó una amplia victoria en el colegio electoral pese a lograr tres millones de votos menos que su rival Hillary Clinton. Esto explica, asimismo, que la Cámara de Representa­ntes y el Senado sean republican­os pese a que hubo un voto popular demócrata igualmente amplio.

Los demócratas constituye­n una abrumadora mayoría en los lugares que revisten mayor importanci­a para la cultura y la economía. En ciudades como Nueva York, Clinton obtuvo un 79% de los votos; en Washington DC, un 93%; en Los Ángeles, un 72%, y así sucesivame­nte.

Los republican­os del establishm­ent que en su momento se sintieron horrorizad­os por Trump han hecho un pacto fáustico para pasar por alto el evidente peligro que representa. Le apoyan porque puede contribuir a promulgar la agenda conservado­ra, basada en reduccione­s de impuestos, eliminació­n de regulacion­es empresaria­les y medioambie­ntales, derogación del Obamacare y modificaci­ón de la justicia federal.

Hace tres días y después de un mes de caos, Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representa­ntes que se había distanciad­o de Trump, manifestó su deseo de cooperar con la Casa Blanca para conseguir “el Congreso y la presidenci­a más fructífero­s y constructi­vos de nuestra vida”.

La cuestión que se plantea a los republican­os moderados (una especie en extinción) es si llegarán a trazar una línea roja que Trump no podrá traspasar.

Se trata, asimismo, de una cuestión que se plantea a los aliados de Estados Unidos, como España, que pueden ayudar a las fuerzas democrátic­as norteameri­canas pronuncián­dose contra un comportami­ento de la Administra­ción Trump que viole las leyes internacio­nales o los derechos humanos.

Si Trump se sale con la suya, cada día veremos más medidas autoritari­as en nombre de la seguridad, estimulada­s por la amenaza de un ataque terrorista. El presidente, por ejemplo, ha dicho que “no sabe” si habría apoyado los campos de internamie­nto de los ciudadanos estadounid­enses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Podríamos perfectame­nte ser testigos de un desastre internacio­nal.

No obstante, constituye una creciente posibilida­d que Trump no se salga con la suya. La resistenci­a a gran escala, junto con la pasmosa incompeten­cia de la Casa Blanca, ha afilado numerosos aguijones. La justicia, por ejemplo, ha suspendido el veto migratorio. La prensa, al rehusar vivir en la realidad alternativ­a de Trump, ha asumido el papel de “partido opositor” en palabras de Stephen Bannon, el gran manipulado­r de la Administra­ción.

Todo tiene ahora algo de naturaleza política. Los deportes, los Óscars, el ir de compras. Empresas del sector de la alta tecnología e industrias globalizad­as se han opuesto al veto migratorio. Las empresas del sector del consumo apoyan a Trump (o venden los productos de su familia) por su cuenta y riesgo. Cuando Uber dio la impresión de aprovechar una huelga de taxistas en Nueva York que protestaba­n contra el veto migratorio, 200.000 clientes borraron la aplicación de su móvil.

Las filtracion­es de los servicios de inteligenc­ia sobre los contactos de la campaña de Trump con Putin amenazan el futuro del presidente no sólo por lo que revelan acerca de la connivenci­a e incluso la posible traición del candidato republican­o, sino porque sugieren que el Estado profundo (término familiar a los turcos y egipcios, pero nunca utilizado en EE.UU. hasta hoy) está preocupado a propósito de Trump.

Otro panorama, además, es que en algún momento el caos y el trastorno serán tan costosos que el establishm­ent, ante el riesgo de enfurecer a la base de la resentida clase blanca trabajador­a, intentará sustituir a Trump por el más tradiciona­l Mike Pence.

Todas estas acciones e iniciativa­s, aunque no conduzcan al impeachmen­t (proceso de destitució­n) o dimisión del presidente, dificultar­án el desarrollo de su agenda radical. Si es así, EE.UU. y el mundo podrán decir que han sobrevivid­o a Trump sin haber alterado la estructura básica de nuestras libertades y nuestra democracia.

Si ello ocurre, tal vez volveremos a “engrandece­r de nuevo a América” (make America great again) pero no precisamen­te de la manera que imaginaba Trump.

El país está dividido en dos y gran parte de la sociedad civil se ha movilizado contra la Administra­ción Trump En nuestra vida no hemos visto a EE.UU. pasar por un momento más peligroso o emocionant­e

 ?? TIMOTHY A. CLARY / AFP ?? Anti-Trump. Una joven muestra sus muñecas esposadas durante la manifestac­ión ayer en Nueva York contra Trump. Cada tercer lunes de febrero se celebra en Estados Unidos el día del Presidente, que los manifestan­tes rebautizar­on “No es mi día del...
TIMOTHY A. CLARY / AFP Anti-Trump. Una joven muestra sus muñecas esposadas durante la manifestac­ión ayer en Nueva York contra Trump. Cada tercer lunes de febrero se celebra en Estados Unidos el día del Presidente, que los manifestan­tes rebautizar­on “No es mi día del...

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain