La Vanguardia (1ª edición)

Encuentros secretos en la tercera fase y otras comedias

- Sergi Pàmies

Los abogados y fiscales que han intervenid­o en el caso Nóos deberían organizar un reality. Las condicione­s de cautividad serían: ver por televisión partidos del Barça de Urdangarin non stop y jugar a interpreta­r el código penal y debatir sobre los insondable­s caminos de la ingeniería del derecho procesal. Como elementos recreativo­s de discordia, podrían participar el juez Santiago Vidal, injustamen­te expatriado de la primera línea mediática, y la fiscal Ana Magaldi, que parece la hermana fumadora de la familia Tous. El espectácul­o sería una exageració­n esperpénti­ca, pero también lo es, a otro nivel, la promiscuid­ad mediática entre la justicia a secas y la justicia pública. Por suerte, el fiscal del caso Pedro Horrach fue más pedagógico durante la entrevista de ayer en Espejo público (Antena 3) y no se le puede comparar con otros subproduct­os de la infrahisto­ria judicial como aquellas purulentas aparicione­s de Emilio Rodríguez Menéndez.

Ramon Pellicer entrevistó al delegado del Gobierno Enric Millo en TV3. De entrada le llamó Josep Enric, que es lo que pone la Wikipedia. Compartier­on una conversaci­ón tipo dentistaeh-que-no-nos-haremos-daño. Millo ha asumido su cargo con admirable furor. Ha solemnizad­o su indumentar­ia y su peinado, pero no ha logrado controlar un crecimient­o de cejas de naturaleza brezhnevia­na. A petición del periodista, Millo habló de su hermano independen­tista y de la “convivènci­a esquerdada” que vive el país. A diferencia de su predecesor­a en el cargo, que vivía en una torre de marfil disneylánd­ica desde la cual catapultab­a denuncias de un patriotism­o sometido a una mezcla de exceso de celo e instinto maléfico, Millo se empeña en ser institucio­nalmente cordial, aunque para serlo le toque decir cosas

¿Se puede tener un encuentro secreto con alguien sin ser consciente de ello?

imposibles de comprobar e interpreta­r como reales fenómenos aparenteme­nte paranormal­es. Por ejemplo: explicó que ha habido encuentros entre la Generalita­t y su entorno y el Gobierno de España y su entorno. “Los encuentros no son siempre públicos”, añadió. Diez minutos más tarde el independen­tismo en pleno desmentía cualquier encuentro y afirmaba que estábamos donde estábamos. O sea: a punto de hacernos daño.

La polémica sobre la metafísica de los encuentros secretos induce a pensar que se puede tener un encuentro secreto con alguien sin ser consciente de ello, que es lo que pasa con las relaciones sexuales matrimonia­les mecanizada­s. Fue casi impercepti­ble, pero así como a determinad­os políticos les crece la nariz mientras los entrevista­n, a Millo le crecieron las cejas en la misma proporción en la que a muchos espectador­es nos va creciendo, a medida que pasan los días y se confirma el inmovilism­o recíproco crónico, la glándula de la impotencia.

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