Mas busca el apoyo de Ibarretxe en ausencia del Gobierno vasco
El expresident, que se verá hoy con el PNV a puerta cerrada, dice que el proceso llegará al final
Artur Mas y Juan José Ibarretxe reunieron a 1.800 personas en San Sebastián en un acto al que no acudieron representantes del Ejecutivo vasco. El expresident reta al Gobierno a hacer una oferta que puedan votar los catalanes.
Con el paso del tiempo, las biografías políticas de Artur Mas y Juan José Ibarretxe han acabado coincidiendo. No siempre han estado en el mismo estadio pero hoy, a principios del 2017, son dos expresidentes decididos a consolidar el derecho a decidir como una conquista democrática de Catalunya y el País Vasco. Ayer, ante de un auditorio de 1.800 personas en San Sebastián, Mas dejó claro que el proceso llegará hasta el final, es decir, hasta el referéndum: “No hemos hecho todo lo que hemos hecho para tirar la toalla en el último momento”. El mismo día en qué La Vanguardia había revelado la reunión secreta entre Puigdemont y Rajoy, el expresidente de la Generalitat desafió al Estado a poner sobre la mesa una propuesta de mejora del autogobierno pero avisó de que tiene que ser con dos premisas: que sea votada por los catalanes en las urnas y que, a su vez, tengan la posibilidad de pronunciarse sobre la independencia. Pero, aprovechando el símil alpinista que había utilizado Ibarretxe minutos antes, admitió que ve el acuerdo con Madrid “más lejos que la cumbre del Everest”.
En su parte de la conferencia, quien fue lehendakari durante diez años aseguró que Catalunya había tomado el relevo del camino abierto por los nacionalistas vascos. Si ellos, dijo, tuvieron que volver al “campo base” después del portazo del Congreso a su propuesta –conocida popularmente como en plan Ibarretxe– ahora el proceso soberanista ha conseguido llegar al campo 3. Mas prometió ayer culminar el último tramo de la montaña.
A los dos exmandatarios les escuchaban políticos del Partido Nacionalista Vasco, con el burukide Joseba Aurrekoetxea y los líderes del partido en Gipuzkoa y Bizkaia, Joseba Egibar e Itxaso Atutxa, al frente. No hubo ningún representante del Gobierno vasco. La izquierda abertzale envió al acto del Kursaal una nutrida representación. Antes de que empezara, Arnaldo Otegi conversó un buen rato con el jefe de filas del Partit Demòcrata en el Congreso, Francesc Homs.
Hoy Artur Mas será recibido en Sabin Etxea, la sede central del PNV, en un encuentro a puerta cerrada, sin comparecencia posterior ante la prensa. Aunque el partido de Iñigo Urkullu rechaza la vía unilateral y no ha escondido las diferencias con el rumbo del proceso, fuentes de la formación niegan que la conferencia de ayer les causara malestar y recuerdan que hace años que ellos defienden el concepto del derecho a decidir, que también llevaban en el programa electoral el mes de septiembre pasado. El discurso de Ibarretxe no circula precisamente por los mismos raíles de la línea oficial del partido pero, como él se encargó de subrayar, políticamente ya está en el campo de la arqueología, un territorio del que ayer le rescató Mas por unas horas.
Ante un auditorio formado mayoritariamente por personas de una cierta edad, el expresidente catalán desgranó los elementos centrales del independentismo en Catalunya, un proceso de base “pacífica, cívica e integradora” que actúa haciendo una “apuesta permanente por la legalidad”. Sin embargo, augura un aumento de la “tensión” en los próximos meses que dará músculo al soberanismo. Recordó que una de las claves del éxito es tener la movilización ciudadana como motor principal, uno de los hechos que más alejan las realidades catalana y vasca en estos momentos, a pesar de los intentos de la entidad Gure Esku Dago –organizadora de la conferencia con el Agirre Lehendakaria Center– para seguir la vía de las movilizaciones sociales vividas en Catalunya.
Entre aplausos constantes, Mas también justificó la decisión de llegar hasta el final del camino porque el soberanismo, según su opinión, actúa “en legítima defensa” ante “la agresión” del Estado español. Según explicó, esta actitud es visible en varios frentes: en una “recentralización del poder”; en la judicialización de la política con procesos como el que ha vivido él por el 9-N y en la “guerra sucia” de operaciones con “nombres amables” que buscan, dijo, desprestigiar a los políticos independentistas catalanes.
Al final de la conferencia, a Ibarretxe le preguntaron cómo debe actuar Euskadi, con un nervio independentista debilitado, con el proceso. “Yo, doctrina Agirre: siempre con Catalunya”, sentenció.
Mas reta al Estado a hacer una oferta para que pueda ser votada, incluida la independencia