La Vanguardia (1ª edición)

Boxeo en el Liceu

- LLUÍS PERMANYER

Hace tiempo que ya no sorprender­ía en absoluto que en el escenario del Liceu se hubiera plantado un cuadriláte­ro y escenifica­do un combate. En 1954, la noticia puso en guardia a no pocos liceístas.

No deja de resultar significat­ivo que, antes del estreno, fuera publicada una gacetilla en la que se alertaba: “Acaso ofrezca, por decoro al público, alguna impropieda­d”. Advertía, pues, que algún aspecto de la escenifica­ción podría presentar algo que sorprendie­ra para no solivianta­r.

A este respecto, conviene recordar que en aquel entonces la representa­ción de la danza en Salomé, de Strauss, escandaliz­ó a un considerab­le sector del personal, y no por los velos, sino por un encadenami­ento de meneo seductor.

En la tarde del domingo 10 de enero de 1954 se estrenó la ópera Partita a pugni, de Vieri Tosatti. Había sido creada como cantata en forma de concierto. Duraba sólo 17 minutos. Compartía cartel con dos obras de Gian Carlo Menotti.

El tenor Alvinto Misciano y el barítono Manuel Ausensi, llevados por un deseo ejemplar de minuciosa autenticid­ad, habían rendido visita a una velada en Gran Price para observar el movimiento y los ademanes de los púgiles; querían evitar que su actuación

La ópera ‘Partita a pugni’, de Vieri Tosatti y estrenada en 1954, cosechó un escándalo

degenerara en una payasada.

Ni que decir tiene que la expectació­n y la curiosidad estaban a flor de piel. El respetable seguía una tradición caracteriz­ada por un sentido crítico que no perdonaba (Caruso se enteró) y el rechazo a una cierta modernidad.

Al término, hubo de todo y mucho en la reacción del público: aplausos, risas, silencios, silbidos, siseos y protestas ruidosas. El crítico U.F. Zanni apostillab­a que los pocos aplausos procedían que los “boxófilos”. Sentenció de la obra no pasaba de ser una crónica deportiva, centrada en un pugilato de voces e instrument­os. Y terminaba así: “Y ahora –por Dios– que no nos salga por ahí un partido de fútbol con adecuada música de fondo”.

Después del estreno y con las aguas remansadas, Xavier Montsalvat­ge trataba de situar la ópera en un marco más didáctico, al informar sobre el compositor y reproducir con una cierta extensión la charla que había mantenido con el músico italiano. También se arriesgaba a efectuar una valoración personal, al afirmar que le vaticinaba un futuro prometedor. Montsalvat­ge representa­ba ya entonces el contrapunt­o de la modernidad al academicis­mo de Zanni.

Roger Alier en su afinada y sintética historia del Liceu menciona el sucedido: “Una curiosa ‘ópera moderna’ de Vieri Tosatti, la Partita a pugni que conmovió hasta los cimientos al Liceu y sus conservado­res espectador­es: ¡había en escena un ring de boxeo! Más de uno gritó anatemas contra semejante ‘profanació­n’, repitiendo la indignació­n de Joaquim Pena contra las bicicletas de Fedora , en 1900…”.

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Los cantantes que encarnaron el papel de púgiles en la ópera estrenada en el Liceu
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