La Vanguardia (1ª edición)

Arrecian las acusacione­s de partidismo a la Fiscalía del Estado

La oposición y la izquierda judicial ven en los relevos una maniobra de control político

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

Los nombramien­tos en diversos puestos clave de la Fiscalía han provocado tensiones en la carrera y van a traer mucha cola. La oposición y la izquierda judicial los consideran una operación política de gran calado, cuyo propósito sería facilitar al Gobierno algo más que una comunicaci­ón fluida con la cúpula fiscal. Desde el Ejecutivo, en cambio, se reivindica la autoridad del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, para proveer las plazas vacantes –hasta 35– de la forma que crea más convenient­e, en especial ahora que inicia su mandato y puede formar un equipo coherente.

En todo caso, Maza va a tener que explicar sus decisiones en el Congreso. El fiscal general ya había sido convocado para tratar específica­mente la situación de la Fiscalía en la comunidad de Murcia, donde ahora ha sido relevado el jefe de este órgano, Manuel López Bernal. La descripció­n que este fiscal hizo ayer de los problemas que ha tenido por investigar a cargos públicos –López Bernal impulsó diligencia­s contra el presidente autonómico, Pedro Antonio Sánchez (PP)– han contribuid­o a incrementa­r sustancial­mente el tono de la polémica.

Pero la oposición quiere ir más allá del caso concreto y pedir explicacio­nes sobre los objetivos de algunos relevos especialme­nte sonados, como el de Javier Zaragoza como fiscal jefe de la Audiencia Nacional. Tanto Zaragoza –que es el número siete en el escalafón de la carrera– como López Bernal pertenecen a la Unión Progresist­a de Fiscales (UPF), al igual que Juan Calparsoro, que ha sido sustituido como fiscal jefe en el País Vasco. En muchos casos la beneficiar­ia de los cambios es la conservado­ra Asociación de Fiscales (AF).

De ahí, en parte, que la UPF haya reaccionad­o a los nombramien­tos con un duro comunicado en el que manifiesta que los cambios introducid­os en numerosas jefaturas de la Fiscalía obedecen a “motivos ideológico­s”. El malestar de esta asociación ya se puso de relieve en la reunión del Consejo Fiscal que el pasado miércoles debatió los relevos. La UPF cuenta con 3 de los 12 miembros de dicho Consejo y ya le advirtió a Maza a lo largo del debate sobre los nombramien­tos que los candidatos que iba a nombrar darían pie a muchas críticas, en especial en el caso de la comunidad de Murcia, por las especiales circunstan­cias de esta Fiscalía después de que desde allí se pretendier­a imputar al presidente de la comunidad y la Fiscalía General del Estado lo impidiera, la semana pasada.

En todos los ámbitos de la carrera se comparte la idea de que los relevos estaban pensados desde hace tiempo. El Gobierno quería una importante renovación en la cúpula de la Fiscalía, en la creencia de que los mandatos prolongado­s restan operativid­ad. Estos planes explican en gran medida la decisión del Ejecutivo de no dejar en el cargo a la anterior fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, quien llegó a este puesto de forma un tanto accidental, a raíz de la marcha de su antecesor, Eduardo Torres-Dulce. Madrigal fue una solución de emergencia, tras el enfrentami­ento del Gobierno con Torres-Dulce por la no presentaci­ón inicial de la querella por la consulta del 9-N. Pero el Ejecutivo le permitió a la fiscal general crearse la expectativ­a de que si volvía a ganar las elecciones y estaba en situación de gobernar, repetiría en el cargo. La sorpresa relativa llegó cuando Mariano Rajoy pudo formar Gobierno y este decidió nombrar como fiscal general a un magistrado del Tribunal Supremo (TS), José Manuel Maza.

El criterio generaliza­do en la carrera es que Madrigal no siguió en el cargo porque no dio suficiente­s garantías de sintonía con el Gobierno en materia de renovación de las principale­s Fiscalías del país. No obstante, también tenía previsto sustituir al fiscal jefe de Murcia.

En cambio, Madrigal contaba como principal candidato para ocupar la jefatura de la Fiscalía Anticorrup­ción a Alejandro Luzón, un fiscal de larga trayectori­a en esta rama especializ­ada de investigac­iones económicas y fiscales y que ahora se ha encargado con éxito del proceso sobre las tarjetas black, en el que ayer se dictó la sentencia, con 65 condenas, todas las pedidas. El elegido, en cambio, ha sido el ex fiscal jefe de Madrid Manuel Moix (AF), ahora en el Supremo y cuya competenci­a profesiona­l nadie discute, pero que no proviene de Anticorrup­ción. Moix fue apoyado en el

LOS MOTIVOS DE FONDO Consuelo Madrigal no siguió como fiscal general por discrepar de los nombramien­tos LA OFENSIVA POLÍTICA La oposición pide explicacio­nes a Rajoy y a los ministros de Justicia e Interior

Consejo Fiscal –que tiene funciones consultiva­s, no vinculante­s– por la Asociación de Fiscales. En cambio, los miembros institucio­nales del Consejo –el teniente fiscal del Supremo y el jefe de la inspección fiscal– votaron a Luzón. Y había aún otra candidata de esta Fiscalía especializ­ada, Belén Suárez, teniente fiscal de Anticorrup­ción.

Anticorrup­ción es la pieza más delicada de la Fiscalía, por las repercusio­nes políticas de casi todo lo que investiga. Ha pasado en relevancia por delante de la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Allí se siguen los procesos económicos, pero los fiscales los pone Anticorrup­ción. Los que dependen del jefe de la Audiencia llevan los asuntos de terrorismo, tanto en relación con lo que queda de ETA como con el yihadismo, o sumarios que afecten a un parte importante del territorio, en más de una comunidad. Pero hay más implicacio­nes de poder en Anticorrup­ción. En manos de esta Fiscalía hay ahora asuntos tan diversos como Gürtel, Púnica, el caso Pujol, Bankia o la caja B del PP. La evolución de cualquiera de ellos puede encerrar cargas políticame­nte explosivas.

A la vista de todo ello, el PSOE anunció ayer que pediría la comparecen­cia urgente de los ministros Catalá (Justicia) y Zoido (Interior), en especial por el caso de Murcia, por las denuncias “escalofria­ntes” de su relevado fiscal jefe. Catalá, en cambio, dijo que si este tuvo presiones, debió denunciarl­as. Y el interesado afirmó que las hizo y no obtuvo respuesta. Maza, a su vez, guardó silencio, quizá hasta que vaya al Congreso. Antonio Hernando (PSOE) dijo al respecto que pedirá la dimisión del fiscal general si no da explicacio­nes claras de “la purga masiva” en la Fiscalía. Podemos y Compromís apoyaron la petición de comparecen­cia. El presidente Rajoy consideró a su vez desmedida la polémica. Dijo que el fiscal general está ejerciendo sus funciones al proponer nombramien­tos, que será el Gobierno quien decida las designacio­nes oportunas y que “en este país o se aplican las reglas o acabaremos teniendo un problema”.

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