Antoni Brufau
PRESIDENTE DE REPSOL
La petrolera Repsol cerró el 2016 con un beneficio neto de 1.736 millones de euros, el más alto de los últimos cuatro años, gracias a la estabilización del precio del crudo, a la mejora de la eficiencia y al éxito de la política de inversiones.
La petrolera Repsol cerró el 2016 con un beneficio neto de 1.736 millones de euros, frente a las pérdidas de 1.398 millones del ejercicio anterior. Es el mejor resultado de los últimos cuatro años y superior a las previsiones, según informó ayer a la CNMV. Estas ganancias, añadió la compañía controlada por CaixaBank, Sacyr y Temasek, reflejan “la fortaleza y la flexibilidad de los negocios” y el “éxito del programa de actuación puesto en marcha para responder a la caída de los precios del crudo y del gas”, orientado a una mejora en la eficiencia y de la política de inversiones.
Todas las áreas de negocio de Repsol obtuvieron el año pasado resultados positivos. Destacó el área de upstream (exploración y producción) que registró un beneficio neto ajustado de 52 millones, frente a las pérdidas de 925 millones del 2015. La actividad de downstream (refino y comercialización) fue de 1.883 millones, inferior a los 2.150 millones del 2015, ejercicio marcado por unos márgenes altos.
El resultado bruto de explotación (ebitda) alcanzó los 5.226 millones, un 18% superior al del año anterior, como consecuencia también en los ahorros derivados de los programas de eficiencia. La deuda neta se redujo en 3.790 millones, un 32%, situándose al cierre del 2016 en 8.144 millones, en gran medida como consecuencia de las desinversiones entre las que destaca la venta de un 10% de Gas Natural Fenosa a GIP . La ratio de deuda sobre el ebitda mejoró un 42%, y quedó en 1,6 veces. La producción media en el 2016 fue de 690.200 barriles equivalentes de petróleo diarios, un 23% más que en el 2015. Las reservas de hidrocarburos se incrementaron hasta los 2.382 millones de barriles. La firma asegura tener garantizada una producción de 700.000 barriles por día hasta el 2020, cifra que se mantendrá hasta el 2025 gracias a otros descubrimientos que se prevén explotar.
Vistos estos resultados, el consejero delegado, Josu Jon Imaz, apostó por mantener en el 2017 la misma política de dividendo del 2016. En una conferencia con analistas, aseguró sentirse “cómodo” en este nivel e insistió en la necesidad de seguir reduciendo deuda –la previsión es dejarla al cierre del presente ejercicio en 6.800 millones– y mantener el control de la inversión y de los costes. Para el 2017 se prevén inversiones de 3.600 millones, un 12,5% más que en el 2016.
La compañía también comunicó ayer a la CNMV que Imaz ganó el año pasado 2,99 millones de euros, un 3,27% más que en el 2015; el presidente de la compañía, Antoni Brufau, percibió 2,75 millones, un 6,2% menos, y el también consejero ejecutivo, Luis Suárez de Lezo, 2,84 millones, un 7% más.