Hablemos de Madrid
La perspectiva de que Londres, como consecuencia del Brexit, deje de ser el centro financiero de referencia de Europa despertó el interés de un buen número de capitales europeas por acoger a los bancos y empresas que trasladarán sus sedes, o al menos parte de sus servicios, a países que sigan formando parte de la Unión Europea. Madrid entre ellas.
¿Cuáles son las posibilidades de que la capital española consiga convertirse en una plaza financiera relevante más allá de su peso como centro económico de España y, parcialmente, de Latinoamérica?
La reacción inmediata de Cristina Cifuentes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, fue asumir con entusiasmo la idea de que Madrid puede formar parte del selecto universo de capitales con vara alta en las finanzas del continente. “Somos la puerta de entrada al mercado hispanoamericano y africano”, señaló la presidenta al poco de la victoria del Brexit. También ha dado a entender que su comunidad es la que tiene los impuestos más bajos de España, argumento innecesario pues en teoría no compite con otras ciudades españolas sino con otras europeas. Pero la pulsión de las lideresas del PP madrileño por responder con reducciones de impuestos ante cualquier desafío no tiene freno, aunque de momento no se ha pasado del anuncio a nuevas medidas en ese ámbito.
La Comunidad ha elaborado un estudio, Think Madrid, que glosa las virtudes económicas y de infraestructuras de la capital y ha colocado al economista Daniel Lacalle al frente de su simbólica candidatura. Consultando el documento se puede concluir sin mucho esfuerzo que la capital del Estado goza de algunas ventajas que no se reconocen en el debate doméstico y que, sin embargo, se realzan cuando se trata de atraer a los inversores internacionales. Además de la ya mencionada referencia a los impuestos, la Comunidad se define como “motor de la economía nacional, con un fuerte crecimiento en los últimos años; centro de decisión política y administrativa del país; y sede de organismos internacionales”. También destaca la presencia de grandes empresas, nacionales e internacionales, y se citan las diez primeras, cuatro son españolas, BBVA, Santander, Repsol y Telefónica; dos alemanas, Siemens y Mercedes; dos británicas, IAG (Iberia) y British Petroleum; una francesa, Carrefour; y una de Abu Dabi, la petrolera Cepsa. El documento también señala que la Comunidad “alberga 43 de los 135 centros de la red nacional de investigación (CSIC)”, el mayor organismo estatal de investigación.
El abanico de rutas disponibles desde el aeropuerto de Barajas y la completa radiografía de la red radial de AVE que dispara desde el centro sus flechas a todos los rincones de la Península, también se incluyen. Un repaso a otros puntos atractivos de la región, como la educación, la sanidad, el comercio o el turismo, completan el folleto.
Son todos elementos que revelan la importancia de Madrid en la economía española y, parcialmente, en Latinoamérica a través de las grandes multinacionales que operan allí. Cabe preguntarse, sin embargo, si ese abanico configura una alternativa con posibilidades de competir con otras capitales, sobre todo Frankfurt y París.
Estas cuentan con argumentos igual o más poderosos que Madrid en lo referente a su potencia económica, y ubicación en el mapa, en el centro del denso tejido económico del corazón continental, con el añadido de que la ciudad alemana alberga la sede del Banco Central Europeo (BCE) y la francesa por su parte cuenta con una aún más larga lista de multinacionales nativas y extranjeras. Frente a ellas, la fiscalidad madrileña, como bien saben muchos empresarios y ejecutivos del resto de España, es su casi único señuelo. Finalmente, queda la credibilidad institucional, algo especialmente relevante en un ámbito como el financiero y que, efectivamente rebasa el marco de la comunidad autónoma. El Reino de España ha tenido que pedir a Europa el rescate de su sector financiero y, por lo tanto, está sujeto a las imposiciones de su pacto de financiación y a las periódicas visitas de los acreedores para ver cómo van las cosas.
Y vinculada al rescate, la nacionalización de Bankia y las secuelas judiciales del asunto. La última, la investigación al exgobernador del Banco de España Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y otros altos cargos, incluido un exgobernador, aunque en realidad por su desempeño como exmiembro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En Europa ha causado inquietud este episodio, y ha obligado a la dimisión temporal de un representante español en el mecanismo de supervisión. Es cierto que los bancos centrales de los estados de la eurozona han perdido relevancia a medida que la supervisión ha ido centralizándose en Frankfurt, con la asunción de competencias por Mario Draghi y los suyos, pero no es de gusto ver como se va encarcelando a los banqueros locales en una limpia que en Europa ya parece cosa del pasado.
En Madrid se respira moderación de expectativas. Podría ser que la capital acabara acogiendo partes de algunos servicios auxiliares, por ejemplo bursátiles, pero le queda ya muy lejos la glamurosa finanza londinense.
Pese al Brexit, a la capital española le queda ya muy lejos la glamurosa finanza londinense