Jaroslaw Kaczynski
LÍDER DE LEY Y JUSTICIA
El que fuera primer ministro de Polonia y hoy presidente del partido Ley y Justicia sigue dirigiendo su país en la sombra desde su escaño de diputado. Capitanea un giro autoritario que pone en peligro al Estado de derecho.
El Gobierno ultraconservador polaco desestimó y rechazó las críticas que le había expresado la Comisión Europea a lo largo del último año y da por cerrada la disputa. La ofensiva del Gobierno para demoler la democracia liberal continúa sin que la oposición logre ofrecer resistencia eficaz.
No sólo el Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia, en el poder desde noviembre de 2014, ha rechazado las recomendaciones de la Comisión que reiteradas veces le aconsejaba detener la deriva autoritaria y respetar la Constitución polaca y la división de poderes, la autonomía judicial y el pluralismo en los medios públicos, sino que acusa a la UE de entrometerse en los asuntos internos de Polonia, de mentir y tergiversar la realidad polaca.
Tras 15 meses en el poder, el Gobierno que dirige despóticamente desde su escaño parlamentario Jaroslaw Kaczynski ha logrado anular el Tribunal Constitucional, el máximo órgano de control, así como lanzar una ofensiva contra el poder judicial independiente acusando a los jueces de ser una “casta superior”. No hay ni una institución o gremio profesional de juristas o jueces, incluido el Tribunal Supremo, que no haya denunciado la conducta ilegal del Gobierno. Será por ello que un nuevo proyecto de ley llevado a toda prisa al Parlamento pretende someter el poder judicial expresamente al control del Ejecutivo.
La actitud adoptada por Polonia ante las recomendaciones de la UE –solicitadas por el propio Gobierno polaco en marzo del año pasado–, así como el lenguaje utilizado por su ministro de Exteriores, Witold Waszczykowski, en su discusión con el vicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermas, en Munich la semana pasada, y en la respuesta del Gobierno a la CE apuntan a que Polonia trata a la Unión Europea como una potencia hostil y opresora.
El viernes pasado, el ministro de Exteriores convocó al representante de la UE para repudiar como “libelos, absurdos y falsos” las opiniones que formulaban funcionarios comunitarios residentes en Varsovia en sus informes enviados a Bruselas. Los funcionarios europeos informaban sobre los “repetidos atropellos del Gobierno a la independencia judicial, que amenazan con revertir las reformas democráticas” de la transición polaca postcomunista, iniciada en 1989.
Los ultraconservadores, que disponen de una mayoría absoluta en ambas cámaras del Parlamento, un presidente de la república que no disimula que obedece sólo a Jaroslaw Kaczynski, así como de un gabinete de ministros disciplinados, no piensan detener lo que supone una demolición del Estado de derecho y de las instituciones de la democracia liberal. Las leyes son promulgadas cual decretos dictatoriales, sin consulta ni discusión, las críticas de expertos formuladas en medios independientes son desoídas y despreciadas, mientras los ministros y diputados insultan a disconformes y actúan como una tropa de soldados.
El líder máximo, Jaroslaw Kaczynski, no dejó lugar a dudas acerca de los designios autoritarios de su régimen cuando durante una discusión parlamentaria la semana pasada espetó a bocajarro a las bancadas de la oposición: “Pues sí, señor. Nosotros sí que somos amos”.