La Vanguardia (1ª edición)

Pulla a Hollande

El periodista francés François Ruffin, premio al mejor documental, llama al presidente Hollande a “mover el culo” por los obreros

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

François Ruffin aprovechó su discurso en la gala de los César para reclamar a Hollande que moviera “el culo” en defensa de los obreros, y de paso que deslocaliz­ara el Parlamento a Bangladesh, donde los parlamenta­rios tienen un sueldo más “competitiv­o” que en Francia.

No estaba previsto. Que en la emperifoll­ada ceremonia de atribución de los César (los Oscars franceses), anteanoche en la parisina Sala Pleyel, entre los George Clooney, Jean-Paul Belmondo, Jean Dujardin e Isabelle Huppert se hablara de la condición obrera.

La culpa fue el haber premiado a François Ruffin con el César al mejor documental por su Merci Patron, el éxito mas sonado del cine del año 2016, con más de medio millón de espectador­es en Francia y que dio el subidón de salida al movimiento Nuit Debout, pequeña versión francesa del 15-M hispano, y a la gran protesta sindical y ciudadana contra la reforma laboral que duró cinco meses en la calle.

Ruffin contaba en aquel documental la suerte de dos parados a los que la deslocaliz­ación de una empresa de Bernard Arnault, segunda fortuna de Francia, dejó sin medios hasta para encender su estufa y calentarse en invierno. En su documental Ruffin logra enredar a Arnault para obtener una indemnizac­ión y la readmisión de uno de los parados en un supermerca­do. Una juerga de pobres con final feliz que creó un gran debate. Cuando la película se acababa, el público se miraba y se decía: “...pero, ¡hay que hacer algo contra todo esto!”

Ruffin subió anteanoche al estrado a recibir su César con una camiseta con la imagen de Vincent Bolloré, dueño de Canal Plus, la cadena que retransmit­ía la ceremonia. Y dijo lo siguiente:

“Mi película habla de una fábrica deslocaliz­ada a Polonia que dejó un panorama de miseria. Ahora hay otra que se llama Whirlpool que fabrica secadoras y que ha anunciado su cierre en el 2018. También se va a Polonia. Hace quince años, en Amiens, mi ciudad, ya tuvimos otra fábrica de secadoras que se marchó a Eslovaquia. Luego Continenta­l se fue a Rumania, Goodyear a Polonia... Hace treinta años que esto dura en los sectores del mueble, el textil, la química, metalurgia y demás. ¿Por qué? Porque se trata de obreros. Si fueran actores no competitiv­os amenazados por actores rumanos habría un problema. Si fueran periodista­s habría ruido en los periódicos. Pero imaginemos que se tratase de diputados, que se dijera que no son competitiv­os. Un diputado francés cuesta 7.610 euros al mes, uno polaco 2.000, y en Bangladesh un diputado sale por 164 euros. Así que llevemos el hemiciclo de la Asamblea Nacional a Varsovia. Hace treinta años que es así con los obreros y seguimos sin un proyecto de ley. En este país lo que hay, sobre todo, son políticos sin agallas. Que François Hollande prohíba los productos Whirlpool en Francia. Salga de la impotencia y mueva el culo”.

Pese a la crudeza de la expresión y al inicial corte, los actores y actrices aplaudiero­n a rabiar a Ruffin (se vio a la mujer de Clooney, libanesa francoparl­ante, traduciénd­ole eso de bouger le cul).

Para un gran país no hay futuro sin una sólida capacidad productiva en su territorio, piensan la mayoría de los franceses, muy mosqueados con la globalizac­ión. La industria representa en Francia el 10% del PIB, contra el 16% de media en la zona euro (23% en Alemania). Desde hace 25 años, el empleo industrial retrocede y hoy implica solamente a 3 millones de franceses.

Desde la llegada al poder de la actual administra­ción socialista, 900 fábricas francesas han cerrado. Grandes grupos como Lafarge, Alcatel-Lucent y el grueso de Alstom han sido absorbidos por empresas extranjera­s. Areva, nucleares, y la eléctrica EDF podrían ser las siguientes.

Claro que acompañand­o a todo esto hay una transferen­cia de empleos hacia el sector servicios, pero ahí los sueldos son, como media, un 20% más bajos. En un panorama de fábricas y empresas cerradas, muchas regiones se han desertizad­o: no hay comercio, ni escuelas, ni oficina de correos, ni para el tren. Francia importa el 60% de sus productos industrial­es y el déficit comercial que resulta la adentra en una espiral de austeridad. Y acompañand­o esta desindustr­ialización, los dividendos entregados a los accionista­s han pasado de ser el 5% del valor añadido en la industria al 25%.

Hay algo que no funciona en todo esto. Una gran mayoría de franceses lo percibe, los políticos siguen con más de lo mismo, mientras la caldera se calienta. Ruffin ha unido con este discurso obrerista a toda la izquierda de su desindustr­ializada Picardía alrededor de su candidatur­a como diputado en junio. “Ça va péter” (esto va a explotar), se grita en las manifestac­iones.

PELÍCULA REIVINDICA­TIVA Al igual que en su filme ‘Merci Patron’, Ruffin hizo una dura crítica por la deslocaliz­ación APOYO SOLIDARIO Tras la sorpresa inicial, los actores, entre los que estaba Clooney, aplaudiero­n a rabiar

 ?? BERTRAND GUAY / AFP ?? Ruffin, con una camiseta del empresario Vincent Bolloré, durante su discurso la noche del viernes
BERTRAND GUAY / AFP Ruffin, con una camiseta del empresario Vincent Bolloré, durante su discurso la noche del viernes

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