La Vanguardia (1ª edición)

Convergènc­ia se diluye

Las encuestas reflejan que el declive de la antigua Convergènc­ia se ha acentuado dentro de la coalición Junts pel Sí

- CARLES CASTRO Barcelona

La integració­n de la antigua Convergènc­ia en Junts pel Sí ha acentuado su declive.

La ruptura de CiU ha acelerado el retroceso del centro catalanist­a en favor de ERC ante unos nuevos comicios

Un pésimo negocio para la antigua Convergènc­ia. Con unas elecciones catalanas a la vuelta de la esquina, eso es lo que sugieren las encuestas sobre los réditos electorale­s de la coalición de CDC con ERC en Junts pel Sí. El último sondeo de GAD3 para La Vanguardia situaba a Esquerra más de siete puntos por delante de los herederos de CDC, el PDECat, en caso de concurrir a los comicios por separado. Y otras encuestas cifran la ventaja de ERC por encima incluso de los 10 puntos.

Evidenteme­nte, el declive de la antigua CDC no viene de ahora, pero el desplome parece haberse acentuado con la deriva explícitam­ente independen­tista y hacia el centroizqu­ierda que supuso la coalición con ERC en septiembre del 2015. Antes, las elecciones europeas del 2014 ya visualizar­on un punto de inflexión para una CiU escorada al soberanism­o, con la inédita victoria de ERC. Sin embargo, la ventaja fue minúscula y dibujaba un empate técnico que previsible­mente se saldaría en favor de CiU en unas elecciones autonómica­s y gracias al valor añadido de tener a Artur Mas como president en ejercicio.

El problema es que CiU se encaminaba hacia su destrucció­n y las consecuenc­ias de esa voladura quedaron difuminada­s por los resultados del 27-S, cuando JxSí obtuvo un caudal de voto similar al que habían cosechado tres años antes por separado la propia CiU y Esquerra. En apariencia, el divorcio con Unió sólo había costado cien mil votos (los que lograron los socialcris­tianos por su cuenta), pero a la luz de lo ocurrido después, los daños sobre el centro catalanist­a fueron mayores. Y de ahí el espectacul­ar avance del centro españolist­a (Ciutadans) que, según las encuestas, también se nutrió de voto procedente de CiU.

En cualquier caso, los réditos contables para CDC de la sustitució­n de su coalición con Unió (CiU) por una alianza independen­tista con ERC (JxSí) se manifestar­on de inmediato. Tres meses después del 27-S, en las generales de diciembre, la coalición de CDC y los soberanist­as escindidos de Unió perdió la hegemonía que CiU había conquistad­o en el 2011, por primera vez en unas legislativ­as, y quedó en cuarta posición. Y lo peor estaba por llegar para los convergent­es, ya que la repetición de las elecciones generales, en junio del 2016, les supuso un nuevo retroceso frente a Esquerra.

Las posteriore­s encuestas han visualizad­o esa deriva, ya que la ventaja de ERC en unas hipotética­s autonómica­s no ha hecho más que acentuarse, de acuerdo con los registros de GAD3 (o del CEO en las generales). La matriz de transferen­cias del último sondeo indica que sólo un 34% de los electores que votaron a JxSí en el 2015 lo haría hoy a CDC, mientras que la mitad apostaría por ERC. Los republican­os podrían hacerse incluso con una cuarta parte de los votos que cosechó la CUP hace casi 18 meses.

Aun así, las entrañas de los diversos sondeos reflejan que más de un 15% de los votantes de JxSí han entrado en un terreno de indefinici­ón, desubicado­s electoralm­ente. Y al mismo tiempo, el actual reparto del voto centrista refleja una situación insólita, que no se registraba desde la transición (ver gráficos), cuando el espacio electoral del centro catalanist­a era prácticame­nte igual que el del centro estatal. Es decir, la apretada correlació­n actual se encuentra anormalmen­te lejos de la concentrac­ión en torno a CiU del grueso del voto centrista (fuese soberanist­a o autonomist­a) que brindó las amplias victorias de Pujol entre 1984 y 1995 o de Mas en el 2010.

Eso sí, el previsible desenlace del proceso soberanist­a podría suponer para el PDECat la mejor ocasión de volver al centro, estabiliza­r el electorado catalanist­a moderado y recuperar votantes autonomist­as que se han dispersado o han engrosado las filas de Cs (como en 1977 o 1979, cuando apoyaban el centrismo templado de la UCD catalana).

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