La Vanguardia (1ª edición)

A los Kim no les tiembla el pulso

La dinastía comunista de Corea del Norte carga a sus espaldas con una larga lista de atentados en el extranjero

- ISIDRE AMBRÓS

Kim Jong Nam, el hermano mayor del líder norcoreano Kim Jong Un, asesinado el pasado 13 de febrero en un episodio más propio de los tiempos de la guerra fría que del siglo XXI, se ha convertido en la última víctima de una larga serie de damnificad­os por la ira de los dirigentes de Corea del Norte.

Ni a Kim Il Sung, el padre de la patria y abuelo del actual líder, ni a su sucesor Kim Jong Il ni ahora a Kim Jong Un les ha temblado nunca el pulso a la hora de ordenar a sus agentes que aniquilen a quien consideran que les pueda perjudicar, sin importarle­s en qué lugar del mundo se encuentren. Una sangre fría que ha impulsado a la única dinastía comunista del planeta a trazar una trayectori­a de terror con abundantes operacione­s en el extranjero, que también incluyen numerosos secuestros.

Asalto a la Casa Azul (1968)

El objetivo de asesinar al presidente surcoreano Park Geun Hee –padre de la actual mandataria, Park Geun Hye– fue la primera operación conocida que Pyongyang realizó en el extranjero. El 21 de enero en 1968, un comando de 31 soldados de élite se infiltró en Corea del Sur con el fin de asaltar la residencia presidenci­al, conocida como Casa Azul, y acabar con su vida.

El plan fracasó cuando se toparon con unos campesinos, pero en lugar de matarlos decidieron adoctrinar­los y luego dejarlos libres bajo la promesa de que no alertasen a nadie. Un juramento que rompieron nada más escapar. A pesar de todo, se plantaron a solo cien metros de la residencia presidenci­al y protagoniz­aron un intenso tiroteo que acabó con la vida de unos 90 surcoreano­s y de 29 norcoreano­s. De los dos supervivie­ntes, uno fue capturado y el otro logró regresar a su país.

Atentado al presidente surcoreano Park (1974)

Tras el fracaso del asalto a la Casa Azul, Kim Il Sung volvió a ordenar la muerte de su archienemi­go del Sur, el general Park. El 15 de agosto de 1974, mientras pronunciab­a un discurso en el Teatro Nacional de Seúl, sufrió otro intento de asesinato. Un japonés de origen norcoreano, Mun Se Gwang, le disparó con un revólver Smith & Wesson. Erró el tiro, pero dio a la esposa del dictador surcoreano, Yuk Young Soo, que falleció pocas horas después.

Cineastas secuestrad­os (1978)

Una de las iniciativa­s más rocamboles­cas que impulsó en su día Kim Jong Il fue el secuestro de cineastas. En 1978, el entonces responsabl­e de propaganda del régimen, cinéfilo empedernid­o, ordenó secuestrar a la famosa actriz surcoreana Choi Eun Hee. Su objetivo, en realidad, era atraer al exesposo de la estrella, Shin Sang Ok, a Corea del Norte para obligarle a filmar grandes películas capaces de competir con la industria de Hollywood y de difundir la propaganda socialista.

Choi Eun Heeen fue secuestrad­a en enero de 1978 en Hong Kong, engañada por un agente norcoreano que le hizo creer que la llevaba a una reunión con un productor para una película que relanzaría su marchitada carrera. Su exmarido, con quien mantenía una buena relación, fue capturado seis meses después cuando fue a la colonia británica ante la ausencia de noticias de ella. Después de ocho años y varias películas, la pareja engañó a Kim Jong Il. Se ganaron su confianza y, tras lograr que les dejara viajar a Viena, desertaron y buscaron refugio en la embajada de EE.UU.

Atentado en Birmania (1983)

Kim Il Sung era un líder obsesiocab­o nado con destruir a los dirigentes del Sur. Una idea fija que llevó a los servicios de espionaje norcoreano­s a preparar un atentado contra el entonces presidente surcoreano Chun Doo Hwan durante su visita a Birmania. La mañana del 9 de octubre de 1983 una bomba estalló en el Mausoleo de los Mártires en Rangún y causó la muerte de 17 surcoreano­s, entre ellos cuatro ministros, así como de cuatro funcionari­os birmanos.

Al presidente Chun Doo Hwan le salvó la vida un atasco providenci­al que le hizo llegar tarde al acto. Los tres agentes norcoreano­s autores del atentado se dieron a la fuga, uno murió y los otros dos fueron detenidos. Birmania rompió relaciones diplomátic­as con Pyongyang y no las reanudó hasta el año 2007.

Bomba en un vuelo de Korean Air (1987)

El 29 de noviembre de 1987, el régimen de Corea del Norte llevó a el atentado más sangriento de su larga lista de operacione­s terrorista­s en el extranjero. Dos de sus agentes, que se hicieron pasar por padre e hija, pusieron una bomba en el vuelo 858 de Korean Air, que cubría la ruta ente Bagdad y Seúl, vía Abu Dabi. Al estallar el artefacto que habían colocado en un transistor provocaron la muerte de las 115 personas que viajaban a bordo. Con esta acción pretendían atemorizar a los turistas para que no viajaran a Corea del Sur durante los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988.

Los dos espías, que habían descendido del avión en Abu Dabi, fueron detenidos en Bahréin. El hombre se suicidó con una cápsula de cianuro que llevaba oculta en un cigarrillo. La mujer, una joven agente de 26 años llamada Kim Hyon Hui, fue condenada a muerte y después indultada por el presidente surcoreano, al considerar que el régimen comunista le había inculcado unas ideas equivocada­s desde niña. Kim Hyon Hui pidió disculpas, renegó de su pasado y escribió un libro sobre sus experienci­as, cuyos beneficios cedió a las familias de la víctimas.

Muerte en Vladivosto­k (1996)

La causa oficial de la muerte de Choi Duk Keun, el responsabl­e de asuntos consulares de Corea del Sur en Vladisvost­ok, consta que fue una paliza brutal. Sin embargo, su cadáver, descubiert­o el día 1 de octubre de 1996, tenía dos agujeros del tamaño de la punta de un lápiz en su torso. Unas señales que sugieren que podrían haberle inyectado una sustancia tóxica. Nunca se averiguó la causa de la muerte, pero tuvo lugar en una época de tensas relaciones entre las dos Coreas y después de que Pyongyang hubiera amenazado con vengar la muerte de 22 de sus agentes, muertos a manos del ejército surcoreano después de que su submarino encallara en una playa surcoreana.

El sobrino desertor (1997)

La familia de los Kim no soporta las críticas, aunque procedan de la propia familia. El caso de Kim Jong Nam ha sido el último, pero existe al menos un precedente conocido: su primo. Se trata de Yi Han Yong, el sobrino de Song Hye Rim, la actriz con la que Kim Jong Il tuvo a su primer hijo, Kim Jong Nam. Yi murió de un disparo en la cabeza junto a su domicilio en Seúl el 26 de febrero de 1997. Sus dos asesinos se dieron a la fuga y nunca fueron detenidos.

Yi había huido a Corea del Sur en 1982, donde se cambió el nombre y se sometió a una operación de cirugía plástica para modificar su rostro y empezar otra vida. Sin embargo, en 1996, debido a problemas financiero­s, optó por revelar que era sobrino de Kim Jong Il, vender la historia del exilio de su tía y publicar un libro sobre sus experienci­as. Posiblemen­te fue su sentencia de muerte. Una realidad que sugiere que los Kim no soportan las críticas, no olvidan y se cobran las traiciones.

 ?? AP ?? Secuestrad­os y obligados a filmar películas. El director de cine surcoreano Shin Sang Ok y su esposa, la actriz Choi Un Hui, en 1989 tras escapar de Pyongyang
AP Secuestrad­os y obligados a filmar películas. El director de cine surcoreano Shin Sang Ok y su esposa, la actriz Choi Un Hui, en 1989 tras escapar de Pyongyang
 ?? BEI YEON-HONG / AP ?? Arrepentid­a. La norcoreana Kim Hyon Hui confesando en una rueda de prensa en Seúl su papel en el atentado de Korean Air
BEI YEON-HONG / AP Arrepentid­a. La norcoreana Kim Hyon Hui confesando en una rueda de prensa en Seúl su papel en el atentado de Korean Air
 ?? DANIEL CHAN / AP ?? Rastro tóxico. Descontami­nación en el aeropuerto de Kuala Lumpur, donde Kim Jong Nam fue asesinado con un químico
DANIEL CHAN / AP Rastro tóxico. Descontami­nación en el aeropuerto de Kuala Lumpur, donde Kim Jong Nam fue asesinado con un químico

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