Versalles y mozzarella
La Reggia de Caserta, el mayor palacio real del mundo, recupera su esplendor
Reyes, queso y mafia. La ciudad de Caserta, a unos 30 kilómetros al norte de Nápoles, es conocida por el soberbio palacio real de los Borbones –la Reggia–, por la sabrosa mozzarella de búfala –con denominación de origen– que se produce y, lamentablemente, también por la actividad de la Camorra, la mafia regional.
Durante demasiado tiempo la Reggia, declarada patrimonio de la Humanidad en 1997, no fue apreciada como se merece. La llegada de un nuevo director, Mauro Felicori, procedente de Bolonia, hace un año y medio, provocó una pequeña revolución. Con la ayuda del Ministerio de Cultura, muy empeñado en la conservación del patrimonio, se han acelerado las obras de mantenimiento y restauración. La Reggia ha comenzado a venderse bien, como un destino obligado para quien pasa unos días en Nápoles. El número de visitantes se ha disparado. Creció casi un 38% en el 2016 y en lo que va del 2017 sigue aumentando a un fuerte ritmo. El palacio se ha convertido en otro ejemplo exitoso de revitalización del sur de Italia.
“Este ha sido un monumento abandonado, olvidado –afirmó Felicori en una entrevista a La Vanguardia–. Hemos conseguido cambiar el clima, pasar de la desconfianza y el abandono a la confianza y la voluntad de renacimiento. Es uno de los palacios reales más importantes del mundo (y el mayor en superficie). El problema es que ha sido dirigido por personas que no consideraban el márketing, la promoción y la comunicación como parte de su trabajo. Es un monumento, por cierto, que los españoles pueden considerar en parte suyo”. Felicori piensa que su trabajo tiene también “un aspecto moral y un poco misionero”, por el hecho de estar contribuyendo al desarrollo del sur, a crear riqueza y valor en un territorio que ha sufrido muchos problemas.
La Reggia de Caserta fue una idea de Carlos de Borbón (cuando era rey de Nápoles y Sicilia), que luego sería llamado a Madrid para convertirse en Carlos III. La hizo realidad el arquitecto Luigi Vanvitelli. El objetivo era emular a Versalles y superarlo. Se construyó un palacio barroco de 1.200 habitaciones con unos jardines muy extensos y una sofisticada obra hidráulica para llevar el agua, desde la montaña, a una sucesión de cascadas, estanques y fuentes.
Por su similitud con los palacios del Vaticano, en la Reggia se han rodado numerosas películas, entre ellas dos de la serie La guerra de las galaxias, Ángeles y demonios y Misión imposible III. Durante la II Guerra Mundial establecieron en la Reggia su cuartel general las tropas alemanas y, posteriormente, el alto mando estadounidense. Las columnas de la Capilla Palatina aún muestran los daños de una bomba. En la Reggia se firmó, el 29 de abril de 1945, la rendición formal de las fuerzas nazis y fascistas a los aliados. En 1994 se celebró allí una cumbre de G-7.
La residencia que ideó Carlos III está en la ciudad célebre por el queso que producen las búfalas