México tiembla por Trump
LOS mexicanos son quienes más sufren por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, para quien sus vecinos del sur parecen ser los causantes de todos los males de Estados Unidos. México tiembla, y con razón, por las consecuencias económicas y sociales que puedan tener los planes y amenazas del presidente estadounidense.
De entrada la actual situación de incertidumbre se ha traducido ya en un parón de las inversiones en el país y en una brusca caída de la cotización del peso, que alentará una mayor inflación, con los riesgos que ello comporta para un menor consumo. Ambos factores, a corto plazo, se traducirán en un menor crecimiento económico este año y el próximo. Pero a medio plazo, la estrategia de Trump constituye un enorme peligro para los dos grandes pilares de la actual política económica mexicana: los ingresos de divisas por la exportación –si se confirman las medidas proteccionistas anunciadas– podrían descender en picado, al igual que las millonarias remesas que los mexicanos que trabajan en Estados Unidos envían al país.
Es evidente que la política económica mexicana tiene que implementar con urgencia una alternativa para poder hacer frente al nuevo escenario definido por el neoproteccionismo de Estados Unidos. Lo verdaderamente preocupante no es tanto la construcción del muro en la frontera para frenar la inmigración ilegal, pese a que parezca lo más espectacular, sino el anunciado impuesto sobre las importaciones procedentes de México y el posible desmantelamiento de los acuerdos del tratado de Libre Comercio (TLC).
En la medida que las amenazas de Trump se cumplan, México deberá reinventarse para reducir su dependencia de su poderoso vecino del norte, hacia dónde se dirigen casi el 90 por ciento de sus exportaciones. Pero eso le supondrá grandes costes sociales y un enorme esfuerzo. Sobre la mesa, los economistas y políticos del país estudian ya nuevos modelos económicos basados en un mayor desarrollo interno que le permita prosperar en un mundo que será más cerrado que antes. Entre esas alternativas se encuadra la creación de una nueva generación de empresas nacionales con mayor valor añadido, la diversificación de los mercados de exportación y, asimismo, la ampliación del mercado interno mediante medidas para elevar la inversión pública y privada, entre ellas cambios fiscales y regulatorios, así como políticas destinadas a subir los salarios y elevar el consumo. Pero eso no se puede hacer de la noche al día, ni está garantizado tampoco que pueda tener éxito. Trump ha colocado a los mexicanos en una difícil e injusta encrucijada.