Dinero, y algo más

Nuestro país ha vivido décadas doradas alcanzando cotas impensables de bienestar en todos los campos. Todo ello tuvo su coste y, más allá de las percepciones que pudieran tener las diversas corrientes políticas, económicas y sociales, unos efectos perjudiciales para muchos ciudadanos, empresas e instituciones. Durante estos años de crisis se han ido eludiendo actuaciones estratégicas de vital importancia, en especial cuestiones relacionadas con los cambios tecnológicos, la productividad y los empleos. La sociedad ha cambiado, pero los modelos económicos, laborales y productivos siguen manteniendo lo sustancial.

Muchos ciudadanos, instituciones y agentes sociales creen que sería posible recuperar los días de gloria con algunos ajustes institucionales y en los negocios, y con un mejor reparto de la riqueza. Pero como se han mantenido los objetivos y demás estrategias organizativas, al salir de la crisis todos los sistemas necesitarán más dinero, además de tener que adaptarse a nuevos tiempos que reclaman un mayor compromiso tanto con el gasto como en la orientación, prioridades y costes de la actividad. Por ejemplo, las universidades públicas, históricamente mal financiadas, están viviendo la crisis con serias dificultades, aunque su dinamismo y buen hacer académico siguen en manos de modelos operativos que sólo funcionan con la eficacia debida cuando el crecimiento es continuo. Las universidades necesitan más dinero, pero no se plantean, o lo hacen muy débilmente, cómo pueden contribuir con su actividad a incrementar significativamente la riqueza y el empleo, cuestiones básicas para su propio desarrollo y el bienestar de los ciudadanos.

Parecería lógico pensar que el tránsito desde una sociedad postindustrial a otra digital basada en el conocimiento debería producirse alrededor de las universidades, en complicidad con los distintos agentes sociales y demás grupos de interés. Para ganar credibilidad las universidades deberían experimentar, en sus propios procesos, procedimientos y estrategias, las transformaciones necesarias para poner al día sus objetivos, dar valor a sus competencias e incrementar su competitividad y eficiencia. Muchas de ellas profundas y de poco coste, llega la hora de recordar a Indira Gandhi que decía de sus ministros: “Hay que vigilar a aquellos que no pueden hacer nada sin dinero y a quienes quieren hacerlo todo sólo con dinero”.