La Barcelona inaccesible
Catorce estaciones de metro no están adaptadas para sillas de ruedas
En Barcelona hay un importante grupo de supermujeres y superhombres con una energía y una destreza fuera de lo común, aunque paradójicamente se les conoce como discapacitados. Si de verdad cree que están menos capacitados que usted, pruebe a manejar una silla de ruedas con la fuerza de sus brazos. O trate de guiar un ingenio motorizado con un único dedo. O de subir o bajar con unas muletas o un carrito de bebé los 109 escalones que hay que salvar para enlazar la L1 con la L4 en la estación de Urquinaona.
Al menos 130.000 personas con distintos tipos de discapacidad están empadronadas en Barcelona, según el censo municipal. El último informe de la Síndica de Greuges, Maria Assumpció Vilà, reconoce los esfuerzos de la ciudad para eliminar barreras arquitectónicas y garantizar el acceso a los transportes públicos de todo el mundo. El 100% de los autobuses urbanos están adaptados. También la práctica totalidad de la red del metro. Los usuarios aplauden estas actuaciones y en la última encuesta sobre su grado de satisfacción dan un notable alto al bus (7,60) y al metro (7,50).
Pero importantes estaciones aún no se han puesto al día, como las de plaza de Sants, la plaza de Espanya, Ciutadella o el Clot. Según Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), el 91% de las estaciones (140 sobre 154) están equipadas con ascensores entre la calle, el vestíbulo y los andenes.
La L1 (Bellvitge-Fondo) tiene cuatro accesos inadaptados; la L3 (Zona Universitària-Trinitat Nova), dos; la L4 (La Pau-Trinitat Nova), cinco; y la L5 (Cornellà Centre-Vall d’Hebron), tres. El resto de líneas están completamente adaptadas. La reforma de las 14 que no lo están depende de la Generalitat y los trabajos aún no tienen fecha. Pero la inminencia en Jaume I es tal que TMB ya la considera “en obras”, aunque en realidad aún no han comenzado. Resulta especialmente grave en la estación del kilómetro 0 de Catalunya, la plaza Sant Jaume. Quienes entran o salen por la plaza de l’Àngel se topan con 44 escalones; y quienes lo hacen por la calle Argenteria, con 40.
No es un caso único. En otro importantísimo eje de comunicaciones, la estación de plaza Espanya, hasta 70 peldaños y varios tramos de escaleras se interponen entre la calle y los andenes de la L1 y la L3, salvo que se dé un rodeo y se utilicen dos ascensores de Ferrocarrils de la Generalitat, que de todas maneras no evitan a nadie los últimos –homenaje involuntario a Hitchcock– 39 escalones. Algo parecido ocurre en la estación de plaza Catalunya.
El problema es que incluso algunas estaciones sí adaptadas dan quebraderos de cabeza a las personas con dificultades de movilidad. La puerta de los convoyes de la L1 y la L4, por ejemplo, queda un poco más elevada que los andenes. Esos 10 centímetros de más pueden pasar inadvertidos para muchos, pero son kryptonita para las supermujeres y superhombres en silla de ruedas, con caminador, con bastón, con muletas o con carritos de bebé.
La mayoría de las estaciones capean el temporal con una o dos rampas en uno o en ambos extremos de la instalación. Otras, como Poblenou y Barceloneta, han optado por una reforma integral y han elevado el suelo para que las puertas queden casi a la misma altura que los andenes. A pesar de estos puntos negros, la Síndica subraya que los transportes públicos de Barcelona son “un buen ejemplo” de accesibilidad”.
El Institut Municipal de Persones amb Discapacitat, que preside la teniente de alcaldía Laia Ortiz, recuerda que todas las calles de Barcelona tienen vados, casi todas un ancho de paso suficiente para las sillas de ruedas y en muchos barrios, como en Ciutat Meridiana o el Carmel, se han instalado ascensores y escaleras mecánicas. Pero en este terreno nunca hay margen para la autocomplacencia o para bajar la guardia, como demuestran edificios oficiales recién inaugurados después de inversiones millonarias y que no son accesibles. En esta página se denuncia un caso flagrante.
La ciudad también suspende sin remisión en las áreas de juegos infantiles. Barcelona, con un censo 1,6 millones de habitantes, tiene 1.191 menores con alguna discapacidad reconocida, de acuerdo con el anuario estadístico del Ayuntamiento. De las 843 áreas de juegos, sólo 11 “son totalmente accesibles y adaptadas para niños con problemas de movilidad”, lamenta la Sindicatura de Greuges, que considera esta cifra “totalmente insuficiente”.
De las 843 áreas de juegos infantiles, sólo once “son totalmente accesibles”, dicen los técnicos municipales