El futuro del Queen Sofia Spanish Institute
Durante un tiempo, demasiado largo, esta gran institución cultural neoyorquina ha guardado silencio. Para sobrevivir la última crisis financiera que aquejó al mundo, fue necesario considerar una dolorosísima decisión: la venta de su sede, un bello palacete en el corazón de Manhattan. Por él desfiló durante mas de medio siglo un amplio exponente de la riqueza cultural española. Si el Institute hubiese abandonado su misión después de tan radical medida, habría significado una apoptosis innecesaria y cobarde. No la va a cometer.
La brillante velada del lunes en el Liceu en la que el Cercle tuvo uno de sus grandes momentos, abrió la caja de recuerdos. Cuando nuestro presidente Ignacio Garcia-Nieto entregó a la reina Sofia la medalla de oro de la entidad, en un flash back de gran claridad recordé una velada similar. Mucho ha pasado desde entonces, mucho ha cambiado desde entonces, pero mucho queda.
El respeto, admiración y cariño que el Cercle expresó en la Rambla, eran idénticos a los que el Spanish Institute expresó hace doce años a la Reina en la Quinta Avenida. Su autenticidad, legitimidad, lealtad, y los sentimientos que generan, no cambian y son idénticos en Barcelona y en New York.
El Queen Sofia Spanish Institute va a decidir el 13 de marzo cómo va a reinventarse para ejercer su misión en el próximo medio siglo. De momento, aunque homeless, tenemos recursos, amigos, y ganas de trabajar. La sorprendente circunstancia política que vive Washington, hará que el Spanish Institute sea mas necesario de lo que era. Los valores vascos, gallegos, andaluces, catalanes, castellanos, y valencianos –los valores de España– tan esenciales en los Estados Unidos de hoy, habrá que cuidarlos con esmero, para asegurar su futuro.
Catalunya ha sido fundamental en la labor del Spanish Institute: Isak Andik, José Baselga, Montserrat Caballé, Josep Carreras, Ignacio Cirac, Carlos Cordon, Javier Godó, José Esteve, Valentín Fuster, Joan Massagué, Pasqual Maragall, Mariano Puig, Jordi Pujol, Leopoldo Rodés, Jorge Rius, Miquel Roca Junyent, Juan Antonio Samaranch, todos pasaron por su tribuna. Todos le dieron prestigio.
El Institute estuvo presente en el Turandot post-incendio del Liceu, con cincuenta de sus socios presentes, para arropar en solidaridad. Cuando nadie había pensado que Barcelona podría ser una seña de identidad, el Instituto organizó un seminario en 2007 en el que la marca fue su tema. Y en horas bajas, el Institute acogió el desembarcó de la Fundación Liceu en New York.
En ocasiones el Institute fue criticado por organizar suntuosas galas que algunos interpretaron como su misión, cuando en realidad eran necesarias para financiarla. Ellas, y de manera extraordinaria el infatigable aliento de todos los miembros de la Familia Real, hicieron que el Institute marcara una época en la vida social y cultural en una de las ciudades más importantes del mundo. Ahora en su nueva singladura todos deseamos al Institute mar llana, buen viento, y luna llena...
Lo merece, y su nombre lo requiere.
Sus suntuosas galas no eran su misión, sino algo necesario para financiarse