El extesorero de CDC niega los pagos de Millet y Montull
Mas defiende a Osàcar y atribuye las acusaciones a mentiras para bajar penas El exdirector del Palau declara que el partido subió la comisión al 4%
Daniel Osàcar, el extesorero de CDC y exadministrador de la fundación Trias Fargas, negó ayer que hubiera recibido dinero del Palau de la Música para financiar el partido, durante su declaración en el juicio por el saqueo de la institución. En contraposición, Jordi Montull, el antiguo número dos de Fèlix Millet, aseguró ante el tribunal que al principio cobraran una comisión del 3%, pero que la subieron al 4% ante las exigencias del partido.
El ritmo de la justicia es más pausado que el de la vida. Las investigaciones, sobre todo las que atañen a la corrupción, se inician y se prolongan en el tiempo, de modo que cuando se llega al juicio es muy factible que los protagonistas ya sean ex. Es lo que ocurre en el caso del Palau de la Música, y singularmente lo que se visualizó ayer: los actores principales de la sesión están fuera de crónica diaria. Daniel Osàcar ya no está en Convergència Democràtica de Catalunya, y Jordi Montull dejó de ser la mano derecha de Fèlix Millet y fue expulsado de la institución cultural. Dos hombres mayores en el estrado, pero profundamente diferentes y con versiones absolutamente contrapuestas.
Daniel Osàcar contó ante la Audiencia que se jubiló de la empresa privada en el año 2000, a los 65 años. O sea que, echando cuentas, ahora tiene 82. Camina lentamente y padece del corazón, tal como relató a los magistrados, hasta el punto que su cardiólogo le había aconsejado que no se prodigara en sus testimonios, así que sólo contestaría al fiscal y a su letrado. Montull, que ahora tiene 75 años, no alegó problemas de salud, aunque optó por la misma estrategia. Evidentemente, el núcleo de la cuestión es la posible financiación irregular de CDC. Montull explicó que Ferrovial era sponsor en dos sentidos: uno, el normal, y el otro, para desviar dinero hacia el partido político. Osàcar empezó su comparecencia asegurando que “aquí se ha mentido mucho”, y que lo atribuía a la voluntad de tapar quién se había llevado en realidad el dinero, apuntando a los antiguos gestores del Palau.
Luego, a preguntas del fiscal Emilio Sánchez Ulled negó haber recibido dinero del Palau de la Música, tenido reuniones con nadie y mantenido más tratos que unos convenios que la fundación Trias Fargas había suscrito con la institución, que ya se habían iniciado cuando él ocupó cargos en CDC en el 2005. “Montull me llamaba y me decía: ‘Señor Osàcar –nunca me llamó Daniel–, tengo el convenio para firmarlo’. Yo iba, firmaba los dos ejemplares y me iba. A los días me volvía a llamar porque Millet los había firmado, volvía y me llevaba mi copia”. Según él, no había más contactos y nunca salió del edificio modernista con un sobre en la americana.
Esta puntualización venía a cuento por lo dicho anteriormente por Montull: “Osàcar venía a buscar dinero al Palau. Venía, tenía el dinero a punto en un sobre, lo contaba y se marchaba”.
Pues según Osàcar no era así y jamás tuvo que ver con entregas en efectivo, y la fundación percibía un talón nominativo por el importe pactado. El fiscal quiso saber en qué consistían los susodichos acuerdos. Y así se explicó: “El objetivo del Orfeó era difundir la cultura catalana. Me explicaron que el Palau tenía un ámbito de acción limitado y la fundación tiene sectoriales de cultura, que podía ser el vehículo. Entonces teníamos más de 600 alcaldes. Era un medio de difusión del canto coral, la danza..”
–¿Y el Orfeó hacía actuaciones locales?, inquirió Sánchez Ulled.
–Sólo influíamos en que en las fiestas mayores no sólo hubiera música andaluza o moderna y que no se olvidara la sardana o el canto coral. Era la mancha de aceite que se extendía...
Una tarea que estuvo remunerada con 600.000 euros a la fundación Trias Fargas, que tampoco los desembolsó en los pueblos, según relató, porque eso ya estaba en los presupuestos para fiestas de los municipios.
Osàcar mantenía un tono de indignación en su voz, mientras que Montull permanecía tranquilo para reafirmar que todo lo dicho el día anterior por su hija era verdad, que había cogido dinero para obras y viajes y que se habían otorgado sobresueldos.
“El patrocinio real de Ferrovial era muy pequeño. Iba a otro sitio,
a Convergència. (...) Esto lo llevaba Millet, Al principio venía a cobrar el señor Torrent (el tesorero anterior a Osàcar, ya fallecido) Luego venía Osàcar a mi despacho”. En este sentido, ratificó que el Daniel que sale en las anotaciones de agendas y un excel de reparto de pagos era el extesorero de CDC. Por lo que respecta a las obras, sólo conoció los tratos por la construcción de la Ciutat de la Justícia y por la línea 9 del metro y ratificó los porcentajes explicados el día anterior: 2,5% al partido, 1% a Millet y 0,5% para él. Pero con una puntualización: al principio el porcentaje era del 3% y luego lo subieron al 4%.
–¿Por el coste de la vida?, ironizó el fiscal.
–Porque Convergència quería más dinero, aseguró.
Montull también hizo hincapié en que Fèlix Millet era quien manejaba todos los hilos del Palau, que él era su mano derecha y tuvo tiempo para apuntar los motes de algunos personajes de esta trama: a Torrent le llamaban el recadero y a él el bombero, porque apagaba todos los fuegos.
La mano derecha de Millet admitió que estuvo en una reunión en el hotel Diplomatic con su jefe, Jaume Camps y Germà Gordó, aunque su explicación de lo tratado fue un tanto sorprendente: hablamos de política y de fútbol.
Pero la corrupción también tiene sus matemáticas, que no siempre son una ciencia exacta. En las auditorías del Palau consta que 9.677.817 euros salieron en efectivo de las cuentas de la institución sin que se sepa su destino. Montull aseguró que dos millones se emplearon en pagar orquestas y desplazamientos del Orfeó. Pero aun así, y aceptando este hecho, el fiscal preguntó sobre los más de siete que siguen en el limbo del desenfreno económico, pues Montull dijo que no sabía dónde estaban.
La otra discrepancia entre los dos es que el exmiembro del Palau señaló que pagaron facturas de CDC y que el partido les dio recibos para justificar ante el Fisco las salidas en efectivo hacia el partido, pero el extesorero de Convergència afirmó que ellos pagaban siempre directamente a sus proveedores.
Este es un juicio con protagonistas jubilados, en paro o retirados de la vida pública: los tiempos judiciales son más lentos que la sociedad. También es un juicio de metáforas. El miércoles fueron las vigas podridas del Palau. Ayer la mancha de aceite de Osàcar. Y un aviso a navegantes humorístico del fiscal, al finalizar la sesión: el ministerio público no se cansa, “es incombustible”.