Inseguridad social
Debates de más de 24 horas en un intento de acelerar la contrarreforma sanitaria
La reforma sanitaria conservadora que impulsa Donald Trump y que tiene como objetivo desmantelar el Obamacare está provocando una movilización general del sector sanitario estadounidense.
El Trumpcare, la reforma sanitaria conservadora que tiene como objetivo desmantelar el Obamacare, está provocando una movilización general del sector sanitario estadounidense, de las patronales y de los sindicatos, de la industria y de los grupos sociales que se consideran perjudicados, de los más conservadores, de los centristas y de los progresistas. Hasta el punto que si todos los senadores republicanos que se han pronunciado también en contra mantienen su posición, Donald Trump vería tumbada la iniciativa más trascendental de su mandato. La batalla no ha hecho más que empezar.
Mientras la cúpula republicana intentar acelerar la aprobación inicial del proyecto de ley sin apenas cambios con sesiones maratonianas de más de 24 horas en la Cámara de Representantes, los miembros del Grand Old Party (GOP) están recibiendo una enorme presión del sector para que no apoyen el proyecto. Si bien en la House difícilmente será tumbado, varios senadores de la derecha han advertido que sin cambios el proyecto no conseguirá el apoyo mayoritario en el Senado. Lo advirtió seriamente el influyente senador de Arkansas Tom Cotton: “A mis amigos en la Cámara les aconsejo que hagan una pausa, comiencen de nuevo y hagan lo correcto. No vayan tan rápido, porque la ley de Salud no prosperará en el Senado sin grandes cambios”.
La Asociación Americana de Personas Jubiladas, con 38 millones de afiliados y una influencia política enorme en Washington, está advirtiendo muy seriamente por escrito a los congresistas republicanos: “Escribimos hoy para expresar nuestra oposición a la Ley Americana de Cuidado de la Salud, porque debilitaría la sostenibilidad fiscal y aumentaría drásticamente los costos de atención médica para los estadounidenses de 50 a 64 años, pone en riesgo la atención médica de millones de niños y niñas, de adultos con discapacidades y de ancianos pobres”. Los estadounidenses entre 50 y 64 apoyaron de manera determinante a Donald Trump en las elecciones. Representaron el 30 % de los votos del candidato vencedor. Desoír a este colectivo supone políticamente un riesgo enorme para los republicanos de cara a las elecciones midterm del 2018.
La Asociación Médica Americana, con más de 250.000 facultativos asociados, ha advertido a los congresistas sobre su responsabilidad en dejar sin cobertura médica a personas que la consiguieron con el Obamacare. Y en parecidos términos se han pronunciado la Asociación de Enfermeras, los Colegios Médicos, la Asociación Católica de Salud y la Asociación de Hospitales Infantiles. Y especialmente dura ha sido la crítica de las patronales, la Asociación de Hospitales, con 5.000 afiliados, y Hospitales Esenciales de EE.UU. “No podemos apoyar esa ley”, declaró en su carta a los congresistas el presidente, doctor Bruce Siegel.
Una importante aseguradora, la America’s Health Insurance Plans, ha advertido que la aplicación del proyecto republicano “comportaría interrupciones innecesarias en la cobertura de beneficiarios”.
Detractores por la derecha tampoco le faltan al Trumpcare y son los que mayor influencia tienen en el Partido Republicano, sobre todo los magnates petrolíferos Charles y David Koch, los mayores mecenas del GOP, que también han movilizado los comités que controlan. “No podemos soportarlo, es el Obamacare 2.0” comunicó la Cámara de Comercio Freedom Partners. El problema es que cualquier movimiento a derecha o izquierda provoca más deserciones. El sanedrín del GOP lo fía todo a la capacidad de presión del presidente Trump, dispuesto, según ha dicho, a verse las caras con cada uno de los senadores críticos hasta arrancarles su apoyo.
Por la izquierda los pensionistas y por la derecha los hermanos Koch presionan a los congresistas