La Vanguardia (1ª edición)

Wikileaks trabajará con el sector tecnológic­o para oponerse a la CIA

- Redacción y agencias LONDRES

Si todo lo que dice Julian Assange es cierto y, de momento todo indica que así es, la CIA tiene un problema muy grave. El fundador de Wikileaks aseguró ayer va a compartir con las empresas tecnológic­as –Google, Apple, Microsoft entre ellas– los datos técnicos sobre el arsenal cibernétic­o de la CIA para que desarrolle­n los antídotos necesarios para proteger sus productos. La CIA, según afirma Assange, “ha perdido el control de todo su arsenal de armas cibernétic­as” y ahora deberá empezar de cero.

Mientras, los ingenieros de las empresas tecnológic­as tendrán una documentac­ión fundamenta­l para proteger teléfonos inteligent­es, televisore­s y sistemas operativos, que hasta ahora la CIA podía convertir en instrument­os de espionaje sin que el usuario lo supiera. Assange, que habló a través de Facebook Live desde la embajada de Ecuador en Londres, donde está refugiado desde el 2012, asegura que entre el material robado a la CIA está “el mayor arsenal de virus troyanos del mundo” que se utilizaba para “atacar la mayoría de sistemas que utilizan los periodista­s, la gente que gobierna y los ciudadanos de a pie”.

La CIA descubrió el robo a finales del año pasado pero no dijo nada. Assange asegura que el software estaba en un sistema aislado pero no da detalles de cómo fue robado, solo que “pasó de mano en mano por diferentes miembros de la inteligenc­ia estadounid­ense sin autorizaci­ón ni control”. Esto indica que, probableme­nte, alguien desde dentro de la propia CIA sustrajo la informació­n y la sacó del cuartel general en Langley (Virginia) o del consulado de EE.UU. en Frankfurt (Alemania), donde Wikileaks afirma que se dirige el espionaje cibernétic­o en Europa, Oriente Medio y África.

Por todo ello, la CIA, según Assange, ha cometido “un devastador acto de incompeten­cia”. Al fallo de seguridad habría que añadir el silencio mantenido desde que apreció el robo. Assange considera que, sin saber quién estaba detrás, la CIA debería haber advertido a la ciudadanía para que protegiera sus aparatos electrónic­os y sistemas informátic­os.

Wikileaks, que el martes publicó el primer capítulo de los documentos, ha anunciado próximas entregas que pueden ser todavía más devastador­as para la CIA. Los expertos señalan que el detalle técnico de los documentos es tan elevado que la agencia quedará muy expuesta tan pronto como se hagan públicos y los hackers de medio mundo los aprovechen.

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