El sexo en el candelero
Amenudo se dice que el apetito sexual mueve el mundo, y sí, pero también lo hacen el ansia de poder, la codicia, ¿y por qué no?, el amor maternal y paternal, el filial, la compasión, la solidaridad. Lo que sucede es que a la sexualidad se le está concediendo un espacio preeminente en la valoración de nuestra forma de vida. Por este motivo casi cada día nos llegan noticias relacionadas con la actividad sexual.
Algunas son divertidas, otras pasmosas y, por lo general, merecedoras de interpretación y comentarios. Por ejemplo, sabemos de la propuesta de un concejal sueco de que todos los trabajadores dispongan, una vez a la semana, de una hora de pausa en su jornada laboral a fin de que vayan a su casa a practicar sexo. De esta forma, sugiere, mejorarían las relaciones personales y a la vez nacerían más niños. ¡Portentosa pauta social!... Dirigismo, consumismo también en sexología. Por supuesto, el éxito no está asegurado. ¿Todos y todas emplearían la hora de regalo para hacer el amor? Las disyuntivas y circunstancias son diversas. Es posible que aprovecharan para ir al supermercado, a la peluquería, al bar, o que la pareja no estuviera en casa o que no le apeteciera tener sexo o que se terciara el discutirse fieramente. Sea como sea, la ocurrencia del edil ilustra la relevancia del sexo en el imaginario social.
Cabe destacar, por otra parte, la inauguración en Barcelona de un burdel con muñecas dotadas de articulaciones y tacto prácticamente humanos. Hete aquí que la robótica también ha venido a instalarse en la prostitución. Los robots ya están echando a la calle a otro tipo de trabajadores, y ahora les llega el turno a las prostitutas. Luis García Berlanga ya imaginó una muñeca para Michel Piccoli en su película del año 1974 Tamaño natural. Sin embargo, era para uso particular, y sin duda muy burda en comparación con las que ahora se promocionan, capaces al parecer de prácticas sexuales diversas. El caso es que las prostitutas están al borde de sufrir una competencia terrible por causa de estas robots humanoides. Por lo demás, los propietarios de burdeles podrán librarse así del estigma de la trata de blancas.
Chocante en extremo, nuestro mundo. Novedoso y pautado a un tiempo. Recorrido con creces por mensajes sexuales que tal vez aciertan o que acaso resbalan, o abruman, o descorazonan.