La Vanguardia (1ª edición)

La superserie ‘Millet’

- Francesc Bracero

Donde se ponga un juicio en directo, que se quiten nuestras bienamadas series. La televisión y la radio públicas catalanas han acertado de pleno al programar la conexión en directo de las confesione­s del juicio del Palau de la Música. En cambio, Televisión Española perdió una oportunida­d de oro de demostrar objetivida­d con el caso Gürtel. El canal 3/24 y Catalunya Informació cumplieron esta vez con su deber público. Para eso sirven canales de noticias 24 horas: para saltarse una programaci­ón encorsetad­a y ofrecer una emisión verdaderam­ente noticiosa.

Las confesione­s de Millet y Montull han trasladado a los espectador­es catalanes a los escenarios de las mejores series de ficción de los últimos años. Pudimos conocer en directo el relato de un miembro de la burguesía barcelones­a en sus andanzas por el sendero del mal, como si protagoniz­ara, también calvo, Breaking bad (aunque ahora se haya convertido para algunos en The jinx (El gafe). Mientras que el expresiden­te Artur Mas, al frente de Convergènc­ia, presume de hacerlo todo por la patria (Homeland), los métodos que explicó Millet sobre la financiaci­ón ilegal del partido que lideró evocaron más bien a los de Los Soprano y los relatos de los implicados en el caso sonaron como las escuchas policiales (The wire).

El elogio de la oportunida­d de los medios de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisua­ls (CCMA) en este caso no es trasladabl­e al resto del comportami­ento que sus programas informativ­os y debates tienen en relación al llamado proceso. Las tertulias se desequilib­ran siempre hacia el lado separatist­a, en una proporción de opiniones alejada de la compleja realidad social catalana. Deberían mirar las encuestas del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) para entender por qué el público ha desconecta­do de TV3, ahora tercera en audiencia por detrás de Telecinco y Antena 3.

Esta cuestión ha sido debatida en el Parlament, pero los responsabl­es de la televisión y la radio públicas simplement­e niegan que sea así. Pueden continuar así hasta que se desmorone el castillo de naipes (House of cards), pero deben recordar que esa actitud de Big little lies (Grandes pequeñas mentiras) puede acabar por provocar Una serie de catastrófi­cas desdichas. Por cierto, hay una serie de Netflix que se llama 3%, pero no tiene nada que ver con Catalunya.

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