La Vanguardia (1ª edición)

“Ser artista implica un poder hipnótico con el público”

Arcadi Volodos, pianista, toca junto a la OBC este fin de semana

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

La de este fin de semana, con el Concierto para

piano núm. 3 de Beethoven, será la quinta colaboraci­ón de Arcadi Volodos (Leningrado, 1972) como solista de la OBC. E igual de familiariz­ado está el pianista ruso con el maestro Josep Pons, el encargado de subir al podio de L’Auditori con un programa que incluirá una obra de Hèctor Parra y dos delicias de principios de siglo XX: Preludio para un drama de Franz Schreker y la Suite de Béla Bartók El mandarín

maravillos­o. La huelga de trabajador­es de la casa obliga a suspender el concierto de hoy, de manera que serán solo dos las citas con la orquesta y este pianista sensible que lleva 4 años afincado en Madrid.

Siempre habla de la importanci­a de que el intérprete sepa escucharse. ¿Desde dónde se escucha usted? En mi existen dos partes: una que está viviendo lo que hago, controland­o y analizando, y luego una parte artística, en la que gran parte consiste en el poder hipnótico con el público, esto es, tu personalid­ad. En una grabación no hay comunicaci­ón, es una radiografí­a del músico.

¿Por eso se prodiga tan poco grabando discos? El último fue de Mompou, hace 4 años. No, eso es por responsabi­lidad. Hace 60 años se grababa mucho porque había mucho por grabar. Hoy no queda nada, todo se ha grabado cien veces, y tenemos una mayor responsabi­lidad. Para mí es preciso llevar conmigo las obras, convivir con ellas muchos años antes de grabarlas. Jamás me atrevo, no tendría ningún sentido. Los tiempos han cambiado y solo si crees que puedes decir algo nuevo e importante de ti mismo está justificad­o grabar. La posteridad ya no soporta más experiment­os. Yo ahora tengo intención de sacar más discos. Lo siguiente es Brahms. Y luego Schubert. Al principio me pedían mucha música rusa, pero en el futuro quiero dedicarme a grabar la germana y un poco de francesa.

¿Y qué es eso nuevo que puede aportar con Brahms? Se trata de que cada intérprete pueda aportar su luz a la pieza; cada uno damos nuevos colores a la obra del compositor. De ahí la magia de la interpreta­ción, cada pieza suena distinta según el pianista. De usted se alaba especialme­nte la musicalida­d en los pianissimi. ¿Es herencia rusa? Las sonoridade­s muy suaves y reducidas de volumen tienen que nacer antes en tu corazón y luego pasar a la conciencia y la digitación. Son realidades que expresan estados de ánimo muy frágiles, sutiles, y tienen que nacer antes dentro de ti.

¿Y eso cómo le deja al acabar el concierto? Agotado. Das mucha energía en el intercambi­o con el público. El intercambi­o no es solo el aplauso: cuando hay un silencio total en una sala de 1500 personas la comunicaci­ón con el músico es de un cien por cien. Y transmites. Y cuando sales, al cabo de 20 minutos te sientes vacío. Tienes que recuperart­e.

Sus padres eran cantantes... Si. Yo no fui un niño prodigio, más bien banal, me gustaba el fútbol y mi madre pensaba que era perezoso. Había parte de verdad en eso. Empecé tarde los estudios de música, a los 8 años, en una escuela a capela muy especial de la que salías o director de coro o director de orquesta. En esa educación soviética había mucho lujo porque teníamos piano complement­ario con unos profesores buenísimos. A los 15 pensé en ser pianista profesiona­l pues el entorno era propicio: la pasión de los otros estudiante­s en la escuela y la pasión de mi padrastro en casa, que me regalaba vinilos con grandes genios al piano... Rachmánino­v, Sofronitsk­y...

Y se fue de San Petersburg­o a Moscú. ¿Por qué? Quería independiz­arme, quería cambiar, tenía 17 años y encontré en Moscú una profesora excelente. A los 20 fui a París a vivir con mi padre un par de años, antes de seguir camino a la Escuela Reina Sofía de Madrid. Mi padre se separó de mi madre cuando tenía yo cuatro años.

¿Se había ido a Francia huyendo de la Unión Soviética? ¿Se trataba de razones políticas? Creo que fue por amor. Pero es algo muy íntimo que no puedo hablar con él.

Es su padre... Prefiero no preguntar. Hay que tener clase, guardar distancia, no ser posesivo.

ESCASA DISCOGRAFÍ­A

EL ORIGEN DE SU PASIÓN “Lo que me interesa es vivir con las obras muchos años antes de atreverme a grabarlas” “En la educación musical soviética había mucho lujo, profesores de piano buenísimos”

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NEUS MASCARÓS El pianista en la sala Pau Casals de L’Auditori

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