Pesadilla de Clara
Doña Clara
Dirección: Kleber Mendoça Filho Intérpretes: Sonia Braga, Jeff Rosick, Irandhir Santos Producción: Brasil, 2016. Aquarius. Drama. Tiene Doña Clara mucho de retrato de señora con Brasil al fondo. No es un Brasil de miseria y favelas; es el de las clases medias, aquel Brasil próspero de Dancing days –recuerdan–, quebradizo y cuestionado tras la destitución, hace unos meses, de Dilma Rousseff como presidenta. Un “golpe de estado encubierto”, que dijo Kleber Mendonça Filho en Cannes, donde su filme tuvo un excelente recibimiento.
La política está ahí, forma parte del tejido íntimo de esta sugerente propuesta llena de resonancias. Con ecos de drama familiar y tensión creciente. Pero no es un panfleto, no. No se asusten. Es una mirada poliédrica, sugerente y rica, sobre una mujer, la Clara del título, la protagonista de todo. Parte estudio de personaje y, por momentos, gracias al buen hacer de Mendonça Filho, cubierta de pinceladas más propias de una película de terror. De un terror latente, de carácter amenazador. Entremezclado en el drama. Que sabe evitar, sin embargo, las estridencias del género.
Cuenta el filme de Mendonça Filho la historia de Clara, una mujer de una cierta edad, con un pasado de estudiosa y crítica musical. De personalidad fuerte, compleja e imprevisible, sugerente y atractiva a la vez. Habita ella una casa hermosa que vivió tiempos mejores –¿metáfora de Brasil?– en un edificio frente a la playa de la que Clara es la última inquilina. Allí se defiende como puede del asedio de los poderes inmobiliarios que codician el edificio. Poderes oscuros que tientan, seducen y amenazan para conseguir amilanarla.
Tiene esta Doña Clara un perfil de pesadilla de bienes raices, como de adelanto del estallido de la burbuja inmobiliaria. Un drama donde el rostro del mal tiene las facciones angelicales del joven (Jeff Rosick) propietario de la inmobiliaria depredadora, sin entrañas.
Pero ni eso es esencial. Lo importante es la mirada descarnada sobre esa mujer que encarna Sonia Braga, la actriz que fuera precisamente la protagonista de aquellos Dancing days que normalizaron el culebrón de la tarde en TV3 y, de paso, el catalán audiovisual. Sonia Braga en el papel de su vida. Magnífica como esa mujer para la que precio y valor nunca será lo mismo.