Gigantismo digital
Kong: La isla Calavera
Dirección: Jordan Vogt-Roberts Intérpretes: Tom Hiddleston, Brie Larson, Samuel L. Jackson, John Goodman Producción: EE.UU., 2017. 118 m. Fantástica. Viendo esta última visita del mítico gorila gigante, uno diría que los intereses de sus artífices no serían los de ofrecernos una nueva versión de King Kong (el de 1933, el de 1976 o el del 2005), sino otro capítulo de Parque jurásico o Jurassic world, aunque su prólogo, breve y excelente, localizado en la Segunda Guerra Mundial, promete un remake de Infierno en el Pacífico. Más aportes genéricos: la acción sucede tras el conflicto vietnamita y una parte de sus protagonistas son militares que, sin solución de continuidad, enlazan Vietnam con la isla que no está en los mapas, librando una guerra que, iconográficamente, remite al cine bélico modelo Apocalypse now.
Pero lo que reina en Kong: La isla Calavera, por encima de todo, es el cine fantástico de aventuras. Conan Doyle (El mundo perdido) y Julio Verne (La isla misteriosa) esparcen sus semillas a lo largo de un trayecto monopolizado por un inmoderado exhibicionismo digital tan gigantesco como la fauna convocada: el totémico rey Kong en primer lugar, pero también lagartos, arañas, pulpos, aves e incluso una bestia feroz con forma de tronco. Cada uno de estos animales, desde la deslumbrante escena de Kong derribando todos los helicópteros del ejército, tiene su gran momento, su highlight. Y esa es la principal virtud de la película de Jordan Vogt-Roberts: encadenar, prácticamente sin zonas de respiro, una secuencia descomunal tras otra; la del pulpo, que concluye con festín sashimi de Kong, es particularmente brillante. Bajo su generosa espectacularidad sin coartadas yace el espíritu inmarcesible de Willis O’Brien o Ray Harryhausen, ya despojado de la vieja poesía de antaño pero no de ese esencial sense of wonder que imanta la pantalla de pura magia. La dirección de Vogt-Roberts es pertinentemente musculosa y a menudo posee ideas de planificación, como el muñeco de Nixon que acompaña, en primer plano, la primera y bellísima panorámica de la isla legendaria.