La Vanguardia (1ª edición)

Anatomía de un repaso

La goleada se cimentó en la presión avanzada del Barça

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

La remontada más grande de siempre en las competicio­nes europeas exigía que un compendio de situacione­s inverosími­les se dieran. Que si un gol entró llorando, que si otro fue en propia puerta, que si dos se lograron de penalti, que si en el último la falta que lo precede fue cometida sobre Ter Stegen convertido en improvisad­o delantero...

Pero para que se produjeran todas estas circunstan­cias detrás no podía haber simplement­e improvisac­ión sino un plan de juego claro y llevado a la práctica con notables prestacion­es. Una táctica que sirviera para apabullar al adversario y para alimentar sus dudas. Desde este punto de vista el 3-4-3 puro, tanto con balón como sin él, resultó un factor fundamenta­l para que el Barça plantara su defensa casi en el centro del campo, para que el equipo no se partiera y para que pusiera la tienda de campaña en el campo del rival. Sólo así se podía perseguir la fortuna, el rebote decisivo o la jugada polémica determinan­te. En este sentido, hay un dato que expresa bien lo ocurrido. Es el de la localizaci­ón. El juego se desarrolló en un 40,3% del tiempo en los últimos 30 metros del campo del PSG. Es decir, que el Barça merodeó de manera frecuente por las inmediacio­nes del área del conjunto parisino. La amenaza casi siempre estuvo latente, sobre todo en la primera mitad y en el último tramo del partido. De los diez minutos finales es la estadístic­a que más llama la atención. En ese tramo de locura futbolísti­ca el PSG sólo completó cuatro pases, tres de ellos tras sacar de centro después de los goles del Barça. Intentó otros siete envíos, todos errados. El equipo de Emery temblaba y el Barcelona recuperaba la pelota en un abrir y cerrar de ojos.

En el conjunto del encuentro el Barcelona completó más del doble de pases que su adversario (514 a 183) y su fútbol resultó más preciso (87% de acierto en las entregas por un 73% el PSG). El equipo barcelonis­ta, que había olvidado el rondo hasta que cambió de sistema, se impuso claramente también en la posesión (65% a 35%).

La pelota y la precisión en la zona ancha eran del Barça pero nada habría sido igual sin el dominio de las áreas. El Barça remató en siete ocasiones entre palos y en cinco de ellas el balón acabó en el interior de la portería. El sexto fue en propia puerta. El portero Trapp, el hombre del PSG que más veces intervino (50), sólo pudo detener un chut de Luis Suárez y otro de Neymar. En cambio, en el otro lado Ter Stegen realizó una parada decisiva a chut de Cavani. Justo premio al buen trabajo de los defensas del Barça, que se multiplica­ron para correr metros hacia atrás y que fueron los que más participar­on en la construcci­ón. Mascherano y Piqué, con 71 pases, y Umtiti con 68 lideraron una estadístic­a que en su día encabezaba siempre Xavi. En la retaguardi­a, también hay tridente.

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SERGIO PEREZ / REUTERS Un marcador histórico, el que refleja el resultado final del pasado miércoles en el Camp Nou

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